lunes, abril 27, 2009

Duda teológica

Me preguntaron alguna vez qué lugar ocupaba Dios en mi vida, vale la pena reflexionar al respecto aunque creo que no debería hablar ni de política ni de religión… ni de fútbol…
Sí creo en Dios, pero no en aquél que me quisieron enseñar toda mi vida, un Dios represivo, castigador, castrador, etc. etc. Mi educación religiosa fue el resultado de crecer en un ambiente familiar parcialmente religioso (madre sí/padre no) un colegio de monjas y curas que nos obligaban a confesarnos una vez al mes rigurosamente. Leer en misa, cantar en el coro del la iglesia con guitarra en la mano, recoger la limosna, en fin cuasi cuasi una vida monástica. Ésa era yo.
Al entrar a la universidad e ir descubriendo otras formas de pensar, me empecé a alejar de la Iglesia, y aquí me refiero a la Institución. Sin embargo, no sentía que Dios se hubiera alejado de mi vida. Descubro en ese entonces, sentimientos ambivalentes que creo son comunes entre miles de personas: creo en Dios, pero la Iglesia me aleja de ÉL.
Con mayor lectura, filosofía, sociología, antropología, etc. etc. uno va haciéndose preguntas más profundas; empieza a tomar posturas más cuestionadoras frente a ciertas instituciones que van confirmando que no evolucionan con los tiempos. Por ejemplo, qué diantres le debe importar a la Iglesia cuál es mi método anticonceptivo, por ejemplo.
Entonces tomas decisiones: puedo vivir sin la Iglesia pero Dios vive en mí. Y sin embargo, ¿dónde está cuando este mundo anda patas arriba y predominan sentimientos mezquinos? ¿dónde está cuando el ansia de poder destruye el mundo? ¿es todo resultado del famoso "libre albedrío"? Claro que para la Iglesia termina resultando un principio muy cómodo. "Dios te dio libertad, tienes que saber usarla, y punto" Cómo le dices eso a la mujer a la que se le muere el hijo en brazos, al hijo que ve a su padre atravesado por una bala, y ahí dudo. Aunque Descartes diría: 'Dudo, luego Dios existe". Pensamiento que se une a la siguiente idea que leí hace poco:
Debemos dudar. Mientras más dudes, más maravilloso ha de ser tu despertar. Si dudas poco, tu despertar será mediocre. Y si no dudas ¡nunca despertarás!
Y yo me quedo en esa nebulosa de la duda. Quiero creer dado que hay cosas que me pasan y que suelen estar más allá de mi entendimiento, y que definitivamente no son atribuibles al destino…

sábado, abril 25, 2009

Cinco cosas

Mientras que disfruto de la Feria del Libro en Buenos Aires, les mando esta publicación. La distancia con mi hogar me hace pensar...
El otro día estaba revisando la programación televisiva - es decir, zapeando- cuando frente a todos los programas del estilo Mil lugares que conocer antes de morir, Los mejores hoteles del mundo, y todos aquellos que supuestamente invitan a los seres vulgares y silvestres a quedarse con la carnada ahí no más y por milones de razones: no poder alcanzarla.

Esto me hizo pensar en las cosas que yo tengo ganas de hacer antes de morir y que no he hecho. Otras que me gustaría y que no podría porque simplemente resultan imposibles.

CINCO cosas que me gustaría hacer antes de morir (casi posibles):

1. Volar en parapente. Es una promesa que tenemos pendiente con mi hermana Patricia y mi hija Micaela.
2. Volver a leer El nombre de la rosa de un solo tirón.
3. Tener mi propio I-pod y saber realmente cómo ponerlo a funcionar.
4. Manejar una moto como cuando era adolescente y mi amigo Beto me prestaba su Honda 70 para pasear por las calles sin tráfico y los caminitos de los parques.
5. Cantar a capella con un público desconocido dos canciones: Barco quieto (Walsh) y Canción (Guillén/Milanés).

CINCO cosas que me gustaría hacer antes de morir (IMPOSIBLES):

1. Que todo rastro de celulitis desaparezca de mi cuerpo. Pero ya sé que va conmigo, es algo así como mi metro y medio. Tenemos una relación imperecedera.
2. Encontrar a alguien que tenga guardado su album de figuritas del TOPO GIGIO. Me muero de ganas de volver a ver las frutas y las verduras con cara. Amaba la de la "mandarina".
3. Ver el escritorio de mi marido ordenado, sin varias torres gemelas de documentos.
4. Viajar en el túnel del tiempo y ser parte del público de alguna obra de Sófocles.
5. Leer y comer todo a lo que quiero meterle diente.

lunes, abril 20, 2009

Metodología

Fui a ver El método Gröholm de Jordi Galcerán. Me había acercado en algo al tema cuando vi la película española El método cuyo guión es de Mateo Gil y Marcelo Piñeyro, basado en la obra anterior. En general una buena actuación, especialmente la de Norma Martínez que es una actriz que particularmente me gusta mucho. Gonzalo Torres se me "atraca" un poco. Yo particularmente hubiera escogido a otro actor. Pero bueno... ese no es el punto de esta publicación.

¿Qué pone de manifiesto la obra? ¿Sobre qué nos hace reflexionar?
Creo que una de las ideas esenciales de la obra es la lucha por conseguir un puesto en la selva económica en donde sobrevive el más fuerte. Es decir, el menos humano. A pesar de las pruebas a las que se ven sometidos los postulantes al puesto, terminan jugando a ver quién es capaz de perder su sensibilidad con el simple objetivo de conseguir el trabajo: alcanzar el trofeo cueste lo que cueste. ¿Es así el mundo empresarial? ¿Son así las reglas de juego en donde es necesario un hijo de puta que parezca bueno y no un bueno que parezca un hijo de puta?

Seguramente muchos pensarán que esta obra es una caricatura de ese universo de las grandes corporaciones, otros tal vez con mayor conocimiento de causa confirmarán que la obra no está tan alejada del mundo real. ¡Qué miedo!

El film también es muy recomendable, la gama de postulantes es más amplia y las posibilidades de que "el método" permite son muy creativas.

viernes, abril 17, 2009

Vox populi


a mi amiguísima Imelda, por el dato

La sabiduría popular es la cantera más rica de todo aquello que se explica en términos prácticos. Cuán valiosa será que Cervantes en su maravillosa novela El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha nos presenta a Sancho Panza, el fiel compañero de aventuras del caballero andante, como el gran representante del conocimiento del día a día, del campo, de lo que hoy sería: la calle.

La aventura puede darse en un taxi, Sancho: el taxista. Quién mejor para explicarte la crisis económica o el cambio climático? Quién mejor que él te contará el lío entre Magally Medina y Jessica Tapia? o los desmadres de la falta de señalización vehicular? Quién mejor que él para decirte quién ganará el partido, y que matemáticamente ya estamos jodidos para el Mundial?... Dime, quién?

Pues ahí va una genialidad popular: cómo un taxista explica el juicio de Fujimori.

"Imagínese Ud. que contrata a un ingeniero para que le arregle su casa, la que está hecha mierda por filtraciones de agua, terremotos, inclemencias del clima y mil calamidades más.
El pata realiza un trabajo espectacular, la casa quedó de puta madre. Pero el compadre le violó a su hija..."

Es una perla. 20 puntos para la sabiduría popular.

martes, abril 14, 2009

Las tóxinas, los adolescentes y la profesora

I
El otro día caminaba por los corredores del colegio en el que trabajo y delante de mí escuchaba la siguiente conversación que provenía de boca de dos chicas de unos trece años:
- ¡Ajjj! ¡Tengo tareas!- comentaba la una..
- ¡Qué tóxico!- respondía la otra.
Yo como siempre lo hago, no dejé de maravillarme ante tan enriquecedor diálogo que me entregaba en bandeja de plata un tesoro digno de dejarme pensando por horas acerca de lo nocivo que podía ser el trabajo para un adolescente en la flor de su vida.
“Hacer tareas es tóxico” una verdad que resulta categórica en una etapa de la vida. ¿A dónde fue a parar el famoso proverbio: El trabajo dignifica? Tal vez los tiempos modernos lo enterraron bajo el msn, el i-pod, el Wi y el Facebook. Tal vez hay que esperar unos veinte años más para ver qué frase pronuncian esas adolescentes.

II
Les planteo a mis alumnos que escriban un texto argumentativo basado en la siguiente frase: En el presente no podríamos vivir sin informática. En ese momento explota la lluvia de comentarios que se inicia con: “¡sin la computadora me muero!, ¡no podríamos hacer absolutamente nada!, ¡ah no, me corto las venas!” Yo, carcajada de por medio, les explico (y refuto) que sí podrían sobrevivir. Les cuento que cuando yo era estudiante no había computadoras personales y que todo lo teníamos que hacer en máquina de escribir o a mano. ¡Asu! dice un alumno, con cara de "esos eran tiempo jurásicos..." Una alumna (que es encantadora) me dice con la frescura que la edad le permite: “¡ay, pero ahora con la computadora aprendemos mucho más! Todo está ahí”. Seguimos en un ambiente relajado, coloquial y le contesto: “No sé qué decirte, cuando yo hice mi tesis (dicho sea de paso la mitad del grupo no sabía qué era una tesis), escribí a máquina unas doscientas páginas, tuve que ir como a tres o cuatro bibliotecas a investigar, debo haber copiado a mano unas mil fichas por lo menos, revisé más cuarenta libros... Entonces, pregunto a la audiencia: ¿qué cerebro se ejercitaba más?” … Touché, ya no me sentí tan jurásica.

III
Tengo que corregir cuarenta y ocho trabajos en los que mis alumnos analizan un tema que les haya llamado la atención de El túnel de Ernesto Sábato. Cada año me sorprendo gratamente de las conclusiones y de las ideas que pueden pasar por los cerebros de mis maravillosos alumnos. Cada año, muero sepultada en la creatividad lingüistica que solo demuestra una enorme falta de vocabulario, de lectura. Guardo con cariño dos frases célebres: Castel no le tenía respetación a María, por eso la mata y otra mejor: Juan Pablo Castel se creía un ya no ya.

Verán, YO vivo intoxicada… pero me encanta.

viernes, abril 10, 2009

Ya no tan Santa


Me encanta recordar, creo que es un proceso natural aunque a veces muy sano, a veces no lo es tanto. No obstante, hoy quería rescatar de mi disco duro de recuerdos cómo vivía yo de niña la Semana Santa, porque el presente me ofrece un panorama diametralmente opuesto. Seguramente mi amigo Paul se reirá y me dirá: Ay Claudita, yo no me acuerdo...!

En primer lugar, la gente no salía corriendo fuera de Lima como si fuera el Apocalipsis. Por el contrario, eran días de real recogimiento y reflexión.

a) Había -y de propia decisión- ley seca. Corríjanme si me equivoco, pero los Super Epsa no vendía licor. No se libaba como ahora que hasta la etiqueta Semana Tranca se ha puesto en boga.

b) Los tres canales de televisión (4, 5 y 7) emitían su programación desde las 12 de día: El Sermón de las Tres Horas, Las Siete Palabras y desde luego todas las películas sobre temas religiosos que podríamos imaginarnos: Los diez mandamientos, Quo Vadis, Ben Hur entre las "modernas" y varias sobre la Pasión y Muerte de Jesucito. Ayer justamente le decía a JC que mi recuerdo más más lejano, es que en estos films -los más antiguos- el personaje que hacía de Cristo jamás mostraba su rostro. Obviamente, le pregunté a mi madre, quien guardaba en su corazón toda la devoción católica que un corazón pueda cobijar -que siempre admiré-, y me explicó que nadie podría aspirar a imitar a Jesucito en su totalidad y que por respeto no se mostraba su cara. Por ello, cuando vi la primera película en la que el Hijo de Dios mostraba su faz me pareció increíble, hiperventilé de emoción.

c) Tengo otro recuerdo maravilloso que seguramente Marie Lis, Elena y Magalli van a decir que invento, pero tal vez Jorge Iván pueda compartir conmigo. La sister Joanne (que era nuestra heroína escolar, una suerte de Julie Andrews en "La novicia rebelde") que nos enseñaba inglés y religión en nuestros primeros años de primaria un día nos sorprendió con lo siguiente: una película -formato 8 mm desde luego- proyectada en la parte superior de la pizarra que trataba de la Pasión y Muerte. Esta venía acompañada de un LP (disco de polietileno) que recogía el sonido de la película y daba vueltas en un tornamesa portatil simultáneamente a la proyección. Un valor agregado: el disco era anaranjado!!! No he vuelto a ver un LP color naranja, lo tengo grabado en la memoria como si fuera ayer.

d) Las estaciones de radio, que desde luego también eran pocas, solo transmitían música clásica o sacra. Yo me mataba buscando alguito más entretenido y a escondidas escuchaba algún cassette...

e) Ni qué hablar de la comida, que creo que eso sí se conserva medianamente. Yo, al menos, todavía saboreo los Fideos con Pescado en la casa de mis abuelos y seguramente mis primas y mis hermanas lo recordarán conmigo. Luego, nuestras madres hicieron lo suyo con las recetas originales.
Hoy, somos otros y la SS ha cambiado con nosotros, aquellos que con el tiempo hemos ido perdiendo ciertas tradiciones, devociones y por qué no, respeto.

lunes, abril 06, 2009

El gran escape



Cuando era niña y volvíamos de la playa por el circuito de la Costa Verde veía unos grandes huecos en el acantilado y en eso momentos para mí estos se convertían en cuevas dignas de ser habitadas. Fantaseaba con la posibilidad de que si algún día me escapaba de mi casa me llenaría de valor y me escondería ahí hasta que mis padres o la policía me encontrara. Es la primera vez que lo cuento. Hoy paso por el mismo camino cuando regreso del trabajo y esas cuevas ya no están, o quizás no me tomo el tiempo suficiente de buscarlas con la mirada, pero en todo caso prefiero conservarlas en mi memoria como aquella ruta de escape irreal.
En algún momento de nuestras vidas todos tenemos la fantasía de escapar, “seguir un circo”, “ir a cualquier lugar desconocido”, “escondernos en el closet”, “meternos debajo de la cama”… lo que fuera. Quizás cuando éramos niños esta fantasía no se convertía en realidad porque en el fondo nuestra familia nos ofrecía –sin saberlo, sin percibirlo- la seguridad que justamente buscábamos, o porque el miedo a lo desconocido era tan pero tan grande que impedía que nos aventuráramos por un segundo a cruzar el umbral de la puerta y caminar aunque fuera hasta la esquina y respirar la liberación de la escapada. No obstante, supongo que conoceremos a algún protagonista que de niño se escapó de su casa dispuesto a no volver jamás…
Escapar, tirar el tablero y mandar a la lejanía todo aquello que nos perturba, que nos molesta, que nos persigue, que no nos hace felices o que impide que lo seamos. Escapar, a veces, de nosotros mismos y desaparecer por un momento de nuestra realidad. Como el niño que quiere refugiarse en la cueva.
De hecho, cuevas hay muchas, tantas como razones para escapar. Algunas, las más oscuras, nos pueden ofrecer una falsa ilusión de liberación y en la ingenuidad de conseguir el placer de la escapada llegar a perder hasta la vida.
En otros casos, podría ser posible encontrar varias cuevas tibias e iluminadas que nos cobijan y nos ayudan a dejar ahí las cargas acumuladas en las mochilas que cargamos y aliviar el peso cada cierta temporada. Es cierto que también tenemos “cables a tierra”, yunques que nos atan a lo seguro, brazos que nos cobijan y permiten que aminorar la intensidad de soñar con la huída.

jueves, abril 02, 2009

Un mundo inmenso


En el mundo de los BLOGs lo hay de todo. Es un inmenso universo en donde la gente escribe lo que hace, lo que piensa, lo que hacen los demás y lo que piensan los demás. La censura no existe, los límites no existen. De hecho, puede destrozarse o ensalzarse a quien uno quiera. De hecho, muchos blogs han logrado desplazar a varios medios de comunicación como lo puede ser la tv o el periódico. De hecho, aquellos que tenemos la suerte de contar con una PC podemos recurrir a cualquier blog para enterarnos de las últimas novedades de la política, la economía, la farándula o la bitácora de viaje de Joel, los espectáculos que recomienda Viva desde Buenos Aires, las reflexiones de Franco, entre los que leo (aunque algunos lo tienen un tanto abandonado)…
Sin embargo, ese mismo mundo también tiene un peligro: no hay ninguna regularización, puesto que con la cantidad de expresiones que existen (calculen que solamente en Perú deben haber al menos unos ocho mil bloggeros) unos pueden plagiar a otros y seguir muy campantes su camino. No hay, lo que se dice, derechos de autor que me permitan a mí como humilde escritora –dado que al fin y al cabo eso somos los bloggeros- una norma que proteja lo que voy creando semana a semana.
A mí, al menos, se me ocurrió imprimir todas mis entradas, las del primer año ya las tengo hasta empastadas para tener algo físico, pienso que el día que muera y mi blog se pierda… algo quedará, ¿no?
Siempre se me cruza por la cabeza, que tal vez un día no muy lejano, la tecnología podría irse a la mierda y entonces todo lo que está colgado en la red desaparecería y se iría al hueco negro del universo cibernético… Si a cualquier individuo normal y silvestre se le borra el disco duro de su computadora, ¿por qué entonces, al gran Universo del Internet no le puede pasar lo mismo?
Cuando hay tantos cohabitantes en un mundo, se hacen necesarias ciertas reglas para que la convivencia genere progreso…