domingo, enero 31, 2010

Carpe Diem en los tiempos modernos



Cuando uno hace las cosas que le gustan y no ofende a los demás considero que nadie tiene derecho a juzgar. Como sabiamente diría una amiga mía: cada uno es feliz a su manera. Si amas cantar: canta; si amas bordar, borda; si amas pintar, pinta; si amas leer, lee y si amas bailar: baila. La vida es suficientemente corta y vale la pena acumular satisfacciones en el alma.

Creo que en los ejemplos utilizados he podido ejemplificar acciones normales y cotidianas, históricas y que creo todas: son gratis. No se invade a nadie, no se molesta a nadie y por el contrario, lo más probable es que den alivio y felicidad en un momento adecuado. Se puede tener además un talento para ello, una especial inclinación que hace que, por ejemplo, al escuchar una tonada eche uno a cantar en la ducha, en el carro o frente a un público en una determinada ocasión. Es obvio que hay lugares y momentos en los cuales habrá que respetar ciertas normas de convivencia porque tampoco se puede hacer lo que uno le viene en gana cuando le vienen las ganas.


Por otro lado, hay ciertos códigos que suele manejar una minoría miope y cerrada, y que además está convencida de que sus propias reglas son las que deben ser las correctas, y se dan cuenta de que terminan siendo el reflejo de un pensamiento reprimido y hasta infeliz. Consideran incorrecto que alguien se vista de una determinada forma, o que alguien se siente con su guitarra en un parque a cantar, o que una pareja “rompa el hielo” en una fiesta al ser la primera en bailar. Pueden inclusive acusar a todos estos individuos de querer llamar la atención y dar por sentado varias tonterías más. Se enjuicia, se critica, pero no se toma en cuenta el sentimiento ni lo que pueda significar en esencia para los involucrados.


Esta vida ya tiene bastantes sufrimientos y el enjuiciar la felicidad ajena huele a mediocridad y mezquindad. Creo que por el contrario, hay que celebrar que todavía existan personas que sean capaces de disfrutar lo poco que se puede sin artificios materiales y no tenga vergüenza en mostrarlo. Justamente esa era la idea del antiguo tópico Carpe Diem: disfruta el hoy… porque el mañana es incierto.
Los dejo con este lynk que me mandó una gran amiga, toménse 7:04 minutos para disfrutarlo:

http://www.youtube.com/watch?v=MQlJ3vOp6nI&feature=related

Bye.

jueves, enero 28, 2010

Soy el hígado de Juan

Juan sabe tratarme bien cuando celebramos... es decir él y YO hacemos una buena pareja cuando de tomar un trago juntos se trata. Soy el hígado de Juan. Hay varias formas en la que hago que Juan reaccione, y por ello he preferido en esta ocasión organizarme en algunas formas típicas que muchas Marías (y otros Juanes) podrán reconocer(se) en su lectura.

1. Juan el yotestimo: Este es el comportamiento típico de Juan, cuando chupa solo con sus amigos y empieza a recordar los viejos tiempos que se pueden remontar a cuando jugaban con pelota de trapo, estaban en Kinder o coleccionaban figuritas de algún mundial. El abrazo fraterno es típico y desde luego la verborrea en donde predomina el ón es la palabra predilecta. ¿Te acuerdas ón?, ¿Así era ón?, ¿tas seguro ón?, ¡Tú siempre has sido mi pata ón!

2. Juan el cabezadepollo: Es el comportamiento que a veces aparece en él si es que es viernes y la semana ha venido cargada. Juan se toma un trago y se queda seco, o en calidad de bulto. También puede ocurrir que se toma rápidamente hasta el agua de los floreros y en esta ansiedad malsana cae rendido, de cara entera sobre... un plato de comida, una hamburguesa con cara de mostaza....


3. Juan el desinhibido: Se suelta la corbata, se suelta las trenzas. Juan es feliz: canta -en un evidente desentono-, dice lo que nunca dice, hace lo que nunca hace. Casi casi parece un digno representante del Cirque du Soleil: hasta hace malabares. De hecho cuenta los mejores chistes y si son malos... se ríe solo.

4. Juan el cargoso: ¡Pobre María! Puesto que pasa horas en queriendo retirar Juan de la reunión y él no se deja, por el contrario: hace gala de ser un hombre cariñoso, adulador, abraza a María, se cuelga de María... ella, estoica, soporta los estoques de la vergüenza propia y ajena, y busca con la mirada gestos solidarios que la ayuden con el mochilón en el que Juan se ha convertido.

5. Juan el orador complejo: habla, habla, habla y no para de hablar. Eructa de vez en cuando... y sigue hablando. A veces se complica un poco, porque habla, habla, habla y le da hipo y una vez que arranca con el hic hic hic no hay remedio que valga. Ni pegar la lengua a la pared, ni tomar el agua por el lado opuesto del vaso: nada de nada.

6. Juan el yosoylomásimo: Give me the power! Esa es su ley. No hay más. Juan está convencido de que todavía puede hacerlo todo: todavía puede hacer el 4, todavía puede ser coherente, todavía puede manejar el carro, todavía puede vocalizar, todavía puede caminar en línea recta, todavía puede guardar la compostura. ¡Deja que yo puedo! Su frase preferida.
Soy el hígado de Juan y la verdad es que confieso que tampoco lo paso maravilloso, porque al día siguiente ambos siempre pensamos: ¡no vuelvo a chupar así nunca más!

lunes, enero 25, 2010

Una antología de antología


He disfrutado este libro básicamente por tres razones: me gusta leer, me gusta leer poesía y hace tiempo que no lo hacía, me lo regalaron mis hijos por Navidad (la principal).


Poetas peruanas de antología, trabajo hecho por Ricardo González Vigil es un placer para el paladar lector. Uno recorre a través de sus páginas la creatividad verbal que se inicia en la tradición andina, y en su camino histórico llega al siglo XXI.

Me puse a pensar especialmente en esas mujeres que escribían en privado, porque no era bien visto hacerlo, porque no era precisamente un quehacer femenino. No por algo muchas utilizaron pseudónimos masculinos y una en particular hasta se vistió de hombre por años para ocultar una dolencia que la afectaba desde la infancia y firmaba como tal. Un amor frustrado la hizo recuperar su conciencia femenina…


La investigación de RGV es minuciosa, dedicada, transmite cariño por su trabajo y de hecho la selección y comentarios son impecables. Lo que digo no es exageradamente lisonjero puesto que por el contrario, en muchas ocasiones mis gustos no han coincidido con las críticas de mi antiguo profesor de Facultad, pero no puedo ser mezquina para nada.

Es un texto para leer de a pocos, como comer un buen chocolate, no puede uno embutírselo todo el mismo día además porque son más de 650 páginas… se le tiene que disfrutar. Consíganla, creo que está en El Virrey o en Crisol.


Bon appetit!

jueves, enero 21, 2010

Invasión M


¿Cuándo te das cuenta de que eres invasiva? especialmente si la gente a la que invades no quiere hacerte daño y decirte que le incomodas, que a veces, prefiere su soledad a tu presencia y eso es ajeno a que te quieran o no. Simplemente hay momentos en la vida, en el andar humano, en la evolución natural en que las madres nos volvemos invasivas en el mundo de los hijos y NO nos damos cuenta.



En primer lugar hay que partir de la premisa de la edad en la que están los hijos. Hay que tomar en cuenta cómo es la relación con cada uno de ellos, en el caso de que sean más de uno, hay que sopesar la personalidad y evolución de las personalidades y hay que analizarse uno mismo para saber qué estamos buscando cuando estamos MUY PRESENTES en los terrenos filiales.


La barrera se levanta la primera vez durante algún periodo de la infancia. Cuando la madre quiere jugar y la criatura te sale con una frase como: “mami, váyate!“ y luego “ay mami, tú no sabes..!”. Ahí se siente esa puñalada en el corazón, sin calcular que es la primera de muchas que están por venir. Pero hay que acostumbrarse porque es una ley de la vida. Lo doloroso es cuando no se es lo suficientemente objetivo para aceptar.

Las madres somos especialmente invasivas, comparadas con los padres que funcionan como una suerte de policías en interrogatorios concretos. Las madres son como la nave nodriza, siempre encima. No obstante, trato de pensar de dónde parte este comportamiento y creo que lo que puede ocurrir es lo siguiente. Si durante NUEVE meses se ha tenido dentro a esta criatura, legalmente se puede asumir una suerte de “prescripción adquisitiva” –dícese de el vínculo de propiedad que se establece por poseer un bien durante un tiempo determinado según estipule la ley-; por ello, para muchas madres, la ley de la Naturaleza estipula que el crío fue suyo durante nueve meses y por lo tanto “su vida, le pertenece siempre, para siempre”!!!!! Craso error, porque la vida no rige por ese tipo de leyes. Por el contrario, aquí salta otra: a mayor invasión… mayor alejamiento del crío: mayor bronca, mayor sufrimiento.


Caminar en el terreno de los hijos, que no son una propiedad, es caminar en un terreno minado sobre todo durante y después de la adolescencia, cuando dejan de ser nuestros y pasan a ser propiedad de la vida, como diría Gibran. Aunque queramos seguir con la posesión, no hay vuelta atrás y justamente habrá que encontrar la sabia estrategia para que ellos necesiten de su madre, recurran a su madre, consulten a su madre y porqué no, extrañen a su madre. No obstante, esa estrategia es complicada, casi una cuestión de alquimia.

De hecho la invasión en terreno del hijo es diferente a la invasión en el terreno de la hija. Pero también es cierto que no hay regla que se cumpla a cabalidad cuando de relaciones humanas se trata. Generalmente, el hombre por naturaleza termina alejándose del útero materno, puesto que –especialmente- habrá otra mujer que ocupe un lugar más importante en su vida, o porque quiera especialmente demostrarle a su madre que puede vivir sin ella. En ambos casos, la progenitora en cuestión siente la postura de su hijo como una suerte de traición a la patria (madre patria) cuando él escoge entre una mujer y la otra –lo cual, desde luego, es totalmente patológico-.


La hija, en cambio, desea desligarse de su madre porque “no quiere ser como ella” y justamente se espanta de sí misma cuando repite comportamientos similares. No obstante, si se vuelve madre lo más probable es que se refuerce una saludable relación de ayuda, consejo y protección.

Hay miles de casos, como miles de personas que existen en la Tierra, yo solo reflexiono sobre esto a raíz de una conversación que tuve hace poco con dos “hijos de sus madres” que resultó siendo muy ilustrativa, pedagógica e interesante.

lunes, enero 18, 2010

Visa para un sueño


1.
Me tocó renovar mi visa USA, la visa del sueño. Visa que, a pesar de todo, me he dado cuenta que tiene una ventaja: la sacas cada cinco o diez años y haces lo que te da la gana en ese periodo. Viajes o no viajes, ya la tienes, te haces la cola un día, te humillan un poco y ya está... te vas a Miami cuando quieras… si quieres….si tienes plata…yo hace tiempo que no voy a Miami. En otros países te otorgan visas limitadas, con un lapso de fechas corto y determinado. La Schengen (para entrar en a la Comunidad Europea) por ejemplo, es un trámite engorroso y pesado: llevar tu vida en papeles y someterte al interrogatorio inquisitorial del entrevistador que tengas la suerte que te toque, aunque ya hayas tenido visa anteriormente. Finalmente, los gringos pensantes le ahorran el trámite al viajero y si ya ha visitado su país antes: voilà! Solo tengo que ir a escanear mis huellas digitales.

2.
Estas cosas me ponen nerviosa, a pesar de saber que estoy haciendo todo lo indicado, llegado antes de la hora, no estar portando armas, y otras precauciones, igual: el pensar que por algún lado voy a cometer un error me vuelve loca. Felizmente que no hay sol porque yo que no sudo, ya estoy sudado a mares…

3.
Pertenezco al grupo 98. Por el altavoz suena una voz femenina que dice: Grupos 78, 82, 85, 87 pasen para la toma de huellas digitales. Sigo esperando, he llevado una novela, ya avancé como diez páginas. Again: Grupos 84, 89, 92, 96, pasen para la toma de huellas digitales. Avanzo como diez páginas más y obviamente pienso: la próxima me toca jojolete! Again: Grupos 86, 88, 97, 101! Y el mío NADA!!! La mujer del costado me dice: usted tiene el 98 y la señora que estaba a mi lado y llegó después tiene el 101 y ya pasó antes… ¡Qué linda! pienso, ¿¿¿¿¿qué cree esta tarada que yo no me he dado cuenta y que obviamente, ahora sudo más porque estoy pensando que ya la cagué en algo y que estos gringos no me van a llamar nunca ¿¡?¡?¡?¡?¡

4.
Por fin! 98. Somos grupo, se siente que todos tenemos algo en común, un nosequé pero alguito. Entramos veinte personas a que nos escaneen las huellas digitales de nuestros deditos. Mientras nos dividen en colas de cuatro personas cada una, un señor muy educado nos da varias indicaciones, un montón de indicaciones. Cuando estoy interiorizando la segunda ya va en la cuarta. Todo me suda. En eso, repite varias veces: mantengan sus huellas digitales secas, mantengan sus huellas digitales secas. En ese momento una señora del grupo dice: ¡para qué dijo, ahora las tengo empapadas! Delante de mí un salvador oriental: un señor algo mayor que mete la mano en su bolsillo y saca medio rollo de papel higiénico arranca un cuadradito y me lo pasa: tome, páselo al resto… A lo que le contesto: ¡Gracias, esto se llama solidaridad higiénica! Y se ve cómo cada uno va cogiendo un pedazo y se lo va pasando al que sigue mientras el rollo va reduciendo su tamaño.


5.
Escaneadas las huellas, me voy a DHL para dar mis datos y tres días después recoger el pasaporte en una de las agencias. Sin embargo, todavía no descanso. Nos dijeron que tal vez podrían enviarnos un papel blanco en vez de nuestros pasaportes indicando que había que ir de nuevo al Consulado por “actualización” de ciertos datos que tal vez fueran necesarios. Sigo sudando.

jueves, enero 14, 2010

Todo en su lugar...


Hace unas semanas en el Desfile Militar (costumbre ridícula, gastadora y soberbia) hubo un incidente que generó que el Presidente de la Corte Suprema mostrara su indignación de forma pública y evidente. Alguien que empieza a leer estar líneas podrá pensar que ello implicó cierta injusticia cometida justamente en el ámbito legal... humano... ético...: no, no, no.
El señor Villa Stein estaba indignado porque no había sido ubicado, por un tema de protocolo, en el lugar que correspondía. (¡!).

Etimológicamente la palabra viene de una griega: protokollon. Averigüé que, antiguamente, un libro estaba compuesto por hojas pegadas para formar un rollo. La primera hoja de ese largo rollo, en la que se consignaban los datos fundamentales de este, se llamaba en griego protokollon ( proto- ‘primero’, ‘inicial’ y kollon, ‘pegado uno con otro’). Es decir: inicialmente, protokollon significó ‘la hoja pegada en primer lugar’ y así pasó al latín protocollum. Según el Diccionario de la RAE, la palabra protocolo hacer referencia a la regla ceremonial diplomática o palatina establecida por decreto o costumbre. Este uso viene más o menos del año 1611. Disculpen la explicación que unas gotas de cultura no nos hacen mal.

Entonces, todos sabemos que los juegos tienen sus propias reglas: nos gusten o no nos gusten. Nos parezca ridículo pasar por GO y cobrar $200 o que el rey solo pueda avanzar una casilla... hay que respetarlo, si no te gusta: no juegues.

Lo que ocurre es que en tiempos modernos hay ciertas costumbres que pueden considerarse en desuso, ridículas, pasadas de moda y efectivamente van cayendo en el olvido. Otras, sin embargo, regulan el orden de ciertas ocasiones para que las cosas no se salgan fuera del libreto. Como por ejemplo, solo a nuestro expresidente Alejandro Toledo con su peculiar estilo fue capaz de romper el protocolo y estamparle a la Reina Sofía un tremendo besote en el cachete de su real investidura. ¡El cholo sagrado se hizo famoso en todo el universo protocolar! ¡O el zambo sagrado de Barak Obama que le dio un abrazo nada menos que a la Reina Isabel!


Pero no todo es ideal respetando el protocolo al pie de la letra.. En el siglo XVII Tirso de Molina escribió una genial obra teatral: El burlador de Sevilla, en la que aparece por primera vez el personaje de don Juan Tenorio y que luego seguirían re-creando e inmortalizando otros autores. Hay una escena en la que este conquistador llega de paracaidista a la boda de unos campesinos, y dado que él es un noble por protocolo, precisamente, lo tienen que sentar en el lugar más importante durante el banquete: al lado de la novia. Demás decirles que al novio, de entrada, esto le supo a chicharrón y no dejó de tener razón. Con el protocolo de lado el gran don Juan a la novia se birló...


Habrá que ver cuánto ganaba o cuánto perdía el Presidente de la Corte Suprema al perder su lugar "en el banquete"...

lunes, enero 11, 2010

El amor, ese bicho raro...


Ayer domingo, leí la columna que publica periódicamente Rosa Montero en El Comercio, y como siempre me ocurre terminé de leerlo gratificada, puesto que como suele suceder toca temas de forma humana, sin parafernalia, con transparencia. Simplemente, dice lo que piensa.

La idea central gira alrededor del derecho a enamorarse que tiene la gente, especialmente las personas que cruzan la barrera de lo que hoy puede considerarse la “tercera edad”, y efectivamente hay una especie de prejuicio para poder aceptar que uno puede REALMENTE enamorarse después de unos ciertos años. Alguna vez, inclusive les comenté que hay estudios científicos en los que “se ha medido que el amor/pasión dura unos dos años y nada más”… y me parecen lo más ridículo del mundo. Como si el amor fuera medible.

Para muchos puede resultar ridícula la idea de ver enamorada a una persona adulta, cuajada, tal vez retirada, tal vez con nietos, Y en este pensamiento incluyo a los que viven enamorados de SU pareja a través de los años y conservan el amor/pasión más allá de veinticuatro meses o a los que por algún azar de la vida están empezando a vivir una nueva relación, y brillan con su propia luz.

¿No es posible sufrir como adolescentes, como bien dice Montero, sin recibir la burla de los demás? o ¿tener mariposas en el estómago esperando una llamada, sufrir por el desprecio de la persona amada, dejar todo lo que uno está haciendo para encontrarse con el ser amado, sentir el dragón de los celos como quinceañeros inseguros? ¿Es un sentimiento exclusivo de una determinada edad? Porque si lo fuera, tendríamos que eliminar de la literatura toneladas de poemas escritos por poetas maduros y sensibles que expresaban y expresan sus reales sentimientos producidos por este complejo bicho llamado amor.
Los adolescentes ponen cara de asco cuando se les pasa por la cabeza que sus padres pueden seguir teniendo relaciones sexuales, “los padres no hacen eso”. Ponen menos cara de asco cuando son conscientes del amor que existe en el mundo adulto, pero les parece igual de ridículo o fuera de lugar. Y tal vez por este mismo prejuicio, los adultos mismos terminan burlándose del comportamiento errático o inseguro de algún conocido que se reconoce como un enamorado o que sufre en nombre del amor. Inclusive juzgan a aquellas parejas que tienen muestras de amor -sin ser escandalosas ni disforzadas- por considerarlas atemporales. No obstante, habría pues que recordar que el amor, nunca pasa de moda (y el sufrir, tampoco). La diferencia quizás esté en el dramatismo propio de los adolescentes y la supuesta sensatez del adulto, que a veces… se pierde.
Que se ame a cualquier edad, que se sienta pasión a cualquier edad, que se sufra, que se goce es plausible, válido y humano. Creo que lo que al mundo adulto le termina incomodando es el circo del dramatismo y disfuerzo puesto que tal vez corresponda más al mundo adolescente, es de ellos, a ellos les pertenece.

jueves, enero 07, 2010

De máximas, sentencias y otras cosas... (I)



Hace unos días, un padre de familia de una simpática niña de ocho años –a quien no conozco por eso digo que es simpática en mi conocido herodesco comportamiento- me contaba que en un examen de Lenguaje había venido una pregunta que podemos considerar capciosa:


Marque (V) o (F) : “El que estudia, triunfa”

La niña, contraviniendo las expectativas de su profesora, marco (F) porque después de pensarlo varias veces dedujo que hay gente que triunfa pero que para ello no necesita estudiar. La profesora, sin embargo, calificó la pregunta como incorrecta y le bajó un punto en el examen. Acto seguido, se acercó a la niña y le digo: ¿NN por qué pusiste falso? A lo que la párvula contestó: porque es verdad. La profesora se mataba diciéndole que no, que el que estudia triunfa porque el que estudia triunfa, y a la niña, como era de esperar, le parecía que su bien amada profesora no tenía razón porque ella había escuchado de personas que habían alcanzado el éxito sin haber estudiado. Niña inteligente, profesora cuadriculada.

Cuando me contaron la historia, yo lo miré de otro lado: hay un montón de gente que se esfuerza, se mata estudiando y de triunfo: ¡nada! Con lo cual, esta máxima se cae a pedazos por donde se mire. Si le damos la lectura de la niña o le damos la lectura de un adulto, al final coincidimos en que la profesora es más ingenua que su alumna o que vive en otro siglo y en otro planeta. En este época hay muchos factores que tendrían que converger para que esta sentencia se volviera realidad, pero sería ya imposible considerarla una verdad categórica.

Hay pues, que tener cuidado ahora con lo que se ha considerado por años como verdades absolutas, los tiempos que corren lo hacen a una velocidad cuasi traumática y por ello tiene la fuerza de echar por tierra ciertos cimientos educativos.

lunes, enero 04, 2010

Los avatares de la vida



Pocahontas, civilización y barbarie, depredación, casi casi imágenes de la caída de las Torres Gemelas, Apocalypsis now!, El Dorado, una madre nodriza, una G.I Joe que no muere, un personaje converso que se termina pasándose al "otro equipo" por amor y solidaridad, la desforestación, el materialismo enfermizo, y todos estos estereotipos mezclados con el slogan “save the planet” dan como resultado: AVATAR.
Los intereses económicos de un grupo de poder -grandes corporaciones-, no pueden imponerse así porque sí frente a las comunidades que mantienen una tradición de vida, una real comunión con la naturaleza, el respeto a la Madre Tierra que vive de generación en generación por milenios. ¿No les suena conocido?

No puedo ser mezquina y negar que estuve entretenida en la película pero quedé descontenta con la creatividad del guión, me estaban volviendo a pasar varias historias que yo ya me conocía, desde la historia del continente que conquistaron los europeos desde el finales del siglo XV hasta historias de lo cotidiano que viven continuamente las comunidades amazónicas, por ejemplo.
La película, por lo tanto, ¿por qué es valiosa?. Muchos seguramente dirán que por la tecnología, por lo que promueve -¿promueve o evidencia una vez más?- . Que si es en 3D te sientes dentro de ella, que los dibujos, que las técnicas, que los efectos especiales. Todo lo que quieran pero que el mensaje es claro pero con pena, inútil. Disculpen mi pesimismo.
Ni Al Gore, ni Jake Sully van a lograr luchar contra la civilización depredadora… Crean conciencia, es cierto. No obstante, todo queda en el mundo de James Cameron como una leyenda cinematográfica que seguramente llevará varios premios de la Academia…