martes, julio 23, 2013

Dos décadas

Qué fácil me resulta ver que alguien cumple veinte años. Pero no lo es tanto cuando quien lo hace es una de la personas que adoro en la vida: parido por mí. Un 23 de julio a las 13:05 nació Alejandro. La valentía y el riesgo vinieron con él. Se abrió paso por la vida desde que estuvo en mi barriga y luchamos porque llegara entero a este mundo. Varias semanas de reposo, madurándole los pulmones a puro punche permitieron que con siete meses y medio de embarazo llegara sano pesando solo dos kgs.
 
Hoy es un hombre que cumple veinte años y siempre ha creído tener más de los que ha vivido.
 
Se ha caído y levantado varias veces, se ha hecho y rehecho otras tantas, se ha equivocado y se sigue equivocando -como todos- en su camino por alcanzar una mediana sensatez que da cierta edad. Pero hoy lo veo con el peso de veinte años encima. El cambio de década tiene cierto peso específico  cuando  llega y a veces obliga a tomar decisiones duras pero tal vez más sabias.
 
Va aprendiendo, va desgastando cerebro, va madurando el corazón, va dejando al adolescente que ha demorado en dejarlo para dar paso a un adulto que hace tiempo cortó el cordón umbilical y argumenta sus decisiones con mil y un fundamentos. Aunque no estemos de acuerdo a veces.  Adulto que se sigue cuestionando varios por qués de la vida, adulto que sigue protestando por las injusticias, adulto que rechaza la rutina del sistema y lo discute y se pelea con este.
 
Estás en mi corazón hijo, porque ya eres "hijo de la vida". Hace tiempo crucé la frontera y renuncié a la "mamitis". He aprendido de tu independencia, de tu forma tan particular de bromear, de tu forma tan particular de quererme. Vivir contigo es un aprendizaje que no termina.
 
¡Feliz cumpleaños!

martes, julio 16, 2013

El terapista y la literatura


He tenido que empezar unas sesiones de Rehabilitación debido a una contractura severa en la zona cervical. En la primera cita me atendió un muchacho muy educado. Para romper el hielo y como suele ocurrir, siempre surge la pregunta de:¿a qué se dedica? Y yo no sé por qué la gente se sorprende tanto cuando digo que dicto literatura a adolescentes.
“Hay que tener valentía” me dijo “para estudiar una carrera como esa”. Mmmmm, pensé yo, este jovencillo es de mi equipo.
Luego realizó un par de observaciones interesantes pero muy generales sobre libros típicos que se leen en los colegios; sin embargo, la complejidad de la conversación iba en crescendo  y sus comentarios se volvieron destacablemente más llamativos(ojo que lo que  va en cursivas son sus palabras):
1. ¿Cuál fue la primera obra que realmente le impactó?
2. ¿Usted por qué cree las mejores obras de los autores se producen en su juventud?
3. ¿Qué opina de Paolo Coehlo? ¿Por qué cree que tienen tanta llegada? Yo no pude seguir leyendo después del primer libro.
Mientras que estaba conectada a los electrodos que  en vez de relajarme el pata me tomaba examen oral.
4. Volviendo a lo anterior sobre la juventud, habría que ver que en el caso de Saramago su mejor obra fue en la adultez y gracias a ella ganó el Nobel...
5. Mi novela preferida es “Los Miserables” y por eso me negué a ver la película.
6. La gente lee demasiada literatura light porque ahora cualquiera publica…
Yo estaba MUDA! Pero sobre todo, guardaba silencio porque cuando tengo mucho trabajo (sobre todo de corrección) suelo escoger libros de fácil digestión, de esos que si paso la página no pasa nada… Temí, que si le contaba que estaba leyendo Inferno de Don Brown, iba a morir con el cuello chamusqueado.
Voy a tener cuidado, recién he tenido la primera sesión y faltan varias por delante.

martes, julio 09, 2013

La verdad en el Día del Maestro, aunque duela

El sábado se celebró una vez más el Día del Maestro y justamente hace unas semanas atrás leí un artículo sobre las cosas que a veces los profesores queremos decirle a los padres. Un acto de valentía, por cierto. Lo políticamente correcto en estos tiempos, se ha vuelto una frase-disfraz que esconde toneladas de verdades que uno tiene que callar.  Los padres de hoy no son ni la sombra de los que fueron los suyos o los de generaciones anteriores.

No puedo tapar el sol con un dedo, pero todos los que trabajamos en el mundo educativo (de cualquier nivel) nos encontramos de vez en cuando con la misma piedra en el zapato: la imposibilidad de decirle a los padres, cara a cara, cómo son sus hijos o al menos, cómo nos muestran ser en un salón de clase.

Yo he decidido hacer mi lista de "ruegos" porque parece que otros formulismos han caído en desuso.

* Padre/Madre de familia, te ruego que juegues para mi equipo. Queda claro que ambos queremos el bienestar de tu hijo, que sea mejor persona, que entienda los límites, que sea empático con los demás , que valore el conocimiento. Juega para mi equipo y respeta mi palabra. Si, como puede ser posible, no te gusta: guarda silencio frente a tu hijo. Habla conmigo pero con fundamento.

*Padre/Madre de familia, te ruego que me creas. Paso con tu hijo al menos seis horas diarias, si no es en clase, me lo cruzo a cada rato, lo saludo al llegar, me despido al salir. Créeme cuando te cuento lo que ha hecho en el colegio,  no estoy inventando, no estoy fabulando.  Las cosas ocurren tal cual. Es cierto que tú lo pariste, creaste, engendraste y lo conoces más que yo. No obstante, no sé si en tu día llegas a estar con él al menos 90 minutos completos.

*Padre/Madre de familia, te ruego que le enseñes buenos modales. No hablar con la boca llena, no comerse los mocos en clase, darme el paso si nos cruzamos, botar la basura en  el tacho, comer con la boca cerrada, sentarse derecho en la silla, guardar silencio cuando un adulto le habla....

*Padre/Madre de familia, te ruego que no le leas los correos privados que te mando a ti para hacerte algunos comentarios sobre sus avances. Si quisiera que él estuviera al tanto, ese mensaje se lo mandaría a él ¿no crees? Confíale a tus hijos otra correspondencia, la de tu mejor amiga, la de tu socio, pero no la de su profesor. ¿Cuál es el punto?

*Padre/Madre de familia, te ruego que no seas ciego. Si te digo que tu hijo fuma como "chino en quiebra" (aunque sea asmático), si tu hija va camino a ser Lindsay Lohan sé que te va a doler y mucho. Pero quiero ayudarte a quitarte el antifaz: ayúdalo/a y no me cuentes la historia de que el/ella nunca sería capaz de mentirte...

*Padre/Madre de familia, seguramente eres especialista en algún área laboral. ¿Te aconsejo yo acaso de cómo llevar tu empresa? ¿cómo tomar decisiones en su trabajo? ¿cuestion0 tus forma de resolver los problemas con tus trabajadores? ¿lo haces tú con tu médico, con tu contador, con tu abogado? te ruego, no me cuestiones porque simplemente no te gusta cómo cumplo mi trabajo y menos, no lo hagas delante de tu hijo.

*Padre/Madre de familia, te ruego que no le compres un celular de mil soles. Esa cantidad está por encima del sueldo mínimo de nuestro país. ¿Hizo algo por ganárselo? ¿Qué es ese algo?

*Padre/Madre de familia, te ruego que le quites el cinturón de seguridad de vez en cuando: deja que se golpee, que se empape de esfuerzo, que le cueste. No le hagas la tarea, no reclames si recibe un castigo basado en las reglas del sistema que TÚ elegiste, no lo defiendas porque es irresponsable. Vuelvo al primer ruego: juega para mi equipo.
Por último, y no menos importante: te ruego que RESPETES mi trabajo y mi palabra.
Espero, de corazón, que mis ruegos sean escuchados.
AMÉN

martes, julio 02, 2013

Esclavo del silencio


La famosa frase “uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla” siempre me ha parecido muy inteligente. Yo, en lo particular, suelo ser medio esclava porque cuando me pasa algo (bueno o menos bueno) lo comento con las personas  cercanas en la vida.

No obstante, ahora que somos emisores y receptores de nuestras vidas y las ajenas (en la medida en que lo queremos) a través de las redes sociales, el correo electrónico y los medios de mensajería instantánea, no somos tan esclavos. Hay tanta información, que aquello que dijiste hoy, se olvida mañana.

Pero me llama la atención, que últimamente percibo que uno es esclavo de lo que calla. Cuando uno tiene asuntos personales que por mil y un razones no desea compartirlos y de pronto, sale a la luz… muchísimas personas se sienten (o se hacen las) ofendidas porque no fueron partícipes de la noticias desde un principio. ¡Dios mío!

La escala de valorar lo público y lo privado también se está invirtiendo como muchas cosas en la vida. “Vicios privados, públicas virtudes” ya funciona al revés.