sábado, julio 10, 2010

Mito y realidad


El Minotauro, Asterión, siempre ha sido uno de los personajes mitológicos que más ha atraído mi atención, cautivada por su origen y por su destino, curiosamente vuelve siempre a mí de una u otra manera. Un maravilloso cuento de Borges, por ejemplo –La casa de Asterión- me dejó décadas atrás con una nostalgia enorme, convirtiendo a esta criatura hambrienta de sangre humana en una figura desprotegida , hasta patética.

El Minotauro es una suerte de metáfora humana, se asemeja a los seres entrampados en su propio laberinto que no tiene la fortaleza de ir más allá de su frontera personal. No terminan de resolver sus propios “intríngulis” y por los tanto no son capaces de establecer vínculos sanos con los otros. En su afán de hacerse notar, de hacerse querer, terminan devorando a las primeras criaturas que se les cruce. Como el mito original…

Hay varios textos –poéticos y narrativos- que se relacionan directa o indirectamente con él. Aquí les dejo un par:

I
Encorvados los hombros, abrumado
por su testa de toro, el vacilante
Minotauro se arrastra por su errante
laberinto. La espada lo ha alcanzado
y lo alcanza otra vez, Quien le dio muerte
no se atreve a mirar al que fue toro
y hombre mortal, en un ayer sonoro
de hexámetros y escudos y del fuerte
batallar de los héroes. Ilusoria
fue tu aventura, trágico Teseo;
de la bifronte sombra la memoria
no ha borrado las aguas el Leteo.
Sobre los siglos y las vanas millas
ésta da horror a nuestras pesadillas.


II
Ariadna toma el ovillo
entra al laberinto
temor,
angustia,
placer

Sin esperar
Nada
lo encuentra,
vulnerable
imán
para sus sentimientos
siente su presencia
segura
valiente
generosa

Ariadna
consuelo
compañía
asesina de
su soledad
se quieren
en el laberinto

Ariadna
duda
Teseo
la espera.

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