miércoles, agosto 31, 2011

De un alumno A* a un gran narrador





Para mí resulta siempre emocionante encontrarme con algún exalumno que comparte conmigo en qué anda su vida, sus progresos, su presente, sus sueños. De hecho, de vez en cuando hago el ejercicio mental de tratar de recordar cada nombre y vincularlo a cada promoción que he enseñado desde 1994. Con mis alumnos anteriores, tanto universitarios como pre-universitarios sería imposible, andaría deprimida. Pero del ´94 a la fecha de alguna manera hay un vínculo más profundo, el trabajo escolar se presta para estrechar lazos y ser testigo de un desarrollo académico y personal de cada uno de los chicos con el que he tenido la suerte de trabajar.





He terminado de leer la última novela de mi exalumno Luis Hernán Castañeda: La noche americana. LH es un gran narrador. Tuvo siempre una gran habilidad para manejar el lenguaje y aunque fue un alumno de pocas palabras, cuando agarraba lapicero no había quien lo detuviera: por bueno, desde luego. Más de una vez traté de buscarle error: fue inútil. Actualmente está terminando su Doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Colorado. Guardo la distancia porque estoy convencida de que lleva en las venas el ser escritor, y las clases de literatura escolares solo fueron accesorias en su vocación.



Me ha impacto especialmente este párrafo que quisiera compartir con ustedes:




“¿Tendrá alguna idea el lector de cuánto tiempo de vida invierte uno en la escritura de un libro? Porque no es cuestión de apartar un cúmulo de horas y dedicarlas a ensartar una palabra con otra; quien escribe un libro y lo hace en serio, como yo lo intenté, dona una tajada de su cuerpo a su obra, regala un pedazo de sí a sabiendas de que nadie podrá devolvérselo, y luego se sienta a esperar que algo suceda, ni él mismo sabe qué; ¿acaso algún fenómeno natural o evento de la historia humana podría compensarle esa pérdida? La espera nunca podrá ser satisfecha, pues lo único que el escritor espera ignorándolo, es la devolución del tiempo perdido, el pago de una deuda sin deudor identificable”




Anímense a ingresar en este mundo narrativo, vale la pena.

martes, agosto 23, 2011

Hoy como ayer...




Todos en casa tenemos un recuerdo traumático: ELLA y nosotros, sus padres. Cuando era niña, ELLA, al igual que el 99.99% de los niños se enfermaba de algo a cada rato, predominando los resfríos y todo aquello que puede girar alrededor de su aparato respiratorio. Una de las clásicas consecuencias de vivir en Lima es ser alérgico a la humedad. ELLA, no fue la excepción.


Ahí comenzaba la aventura; comenzaba en realidad, la tragedia. Había que darle la medicina a la criatura. ELLA chillaba, se resistía, sacaba una fuerza mismo mini Hulk (ojo que sigue siendo mini) y luchaba con todas sus fuerzas para evitar que el jarabe (fuese cual fuese) entrara por su boca. Nuestra imaginación tenía que recurrir a los métodos más persuasivos que pudieran existir para lograr el objetivo: que la niña tomara la “maldita” medicina y se curara de una vez por todas… y nos dejara dormir en paz.


Los métodos persuasivos se iban por el desagüe, terminaban escupidos en nuestra ropa, vomitados en el piso, arrasados por los mocos y las lágrimas de un ¡NO! que salía cual explosión de lava gutural, como si fuera la única palabra que conociera. Bueno, podría agregar que ¡MALA! era otra que acompañaba en este infeliz concierto la dulzura –olvidada en algún cajón- en ese momento.

Las tácticas un tanto más severas tuvieron que aparecer en nuestras vidas, hay una memorable a la que llamaremos: la técnica de la “momia”. Su padre, hombre bueno y paciente, la envolvía en una toalla blanca, otrora regalo promocional de Inca Kola, la sentaba sobre su regazo. Su madre, implacable con una mano le abría la boca apretando los redondos cachetes e introducía con una jeringa enorme y de un solo chorro el jarabe o sustancia que pudiera salvar la vida de la niña y ayudarla a terminar con la tortura de la enfermedad en cuestión.

Una y otra vez, fueron algunos años en lo que tuvimos que combinar, el diálogo, el premio, la Coca Cola mezclada con el jarabe, el grito, la desesperación y la técnica de la momia, hasta que las pastillas se convirtieron en la solución.

Hace unos días, una tos de perro apareció en la vida de ELLA a consecuencia de un resfrío mal cuidado, un querido doctor oriental le recetó un jarabe (dieciséis días de tortura, dos veces al día). A la sazón, aclaro que ELLA va a cumplir 21 años…

Situación: La madre se acerca con el frasco de jarabe, ELLA ya está con arcadas, maldiciendo el sabor del jarabe que tomará. La madre lo prueba para convencerla de que no es tan malo (eso es amor maternal!). ELLA se resiste, toma aire… El padre aparece con la cuchara adecuada (en broma ha traído el cucharón de sopa de la cocina), y sabiamente se retira de la escena. Madre e hija, enfrentadas con el recuerdo de “la momia”. El miedo, la angustia, se adueñan del escenario en el que se enfrentan dos mujeres adultas (¿¡?¡?¡¡?). La una con el jarabe en mano y la cuchara llena para colocarla en el lugar correspondiente. La otra, a pesar del control mental, dice: ¡No voy a poner! ¡No voy a poder!.

La madre hace uso de su autoridad (perdida hace tiempo por cierto) y de forma severa le dice: LO TOMAS!!!!! Seguido de un ataque de risa de ambas y por ende, el contenido de la cuchara se va al suelo… Vuelve a colocar la dosis. ELLA toma un sorbo de agua primero, la madre le embute la cuchara por el milimétrico espacio que su víctima ha dejado entre los dientes y luego de una arcada tan dramática como seguramente las tuvo la “Dama de la Camelias”, engulle la medicina…


Misión cumplida: faltan 31 dosis!!!!

Que la fuerza me acompañe!

martes, agosto 16, 2011

... y vamos veintitrés


al buen doctor Cortés



Alguna vez, recordarás, fuimos jóvenes y aventurados. Alguna vez, recordarás, nos preguntamos cómo sería avanzar juntos en la vida… Seguimos siendo aventurados, quizás menos jóvenes, pero aventurados al fin y al cabo.

Alguna vez, un amigo nuestro me dijo irónicamente que "qué lindo, cómo muestran que se quieren" y ¿sabes qué? en ese entonces me molesté... Ahora, me zurro en el tema porque sé que no es fácil mostrar los sentimientos y muchas personas tienen miedo de sentirse vulnerables e inclusive les parece ridículo. Me encanta ser ridícula y mostrarme vulnerable...


Alguna vez, recordarás, nos hicimos muchísimas preguntas, nos caímos, nos levantamos, reímos y lloramos -seguramente lo seguiremos haciendo-. Alguna vez, recordarás, aprendimos a ser amigos, compañeros, cómplices, enamorados; hoy tenemos más que un Diplomado, aunque hayamos desaprobado algunos cursos en el camino y hayamos tenido que repetirlos. Alguna vez, recordarás, te dije mil veces lo que siento, pero hoy te lo digo una vez más, robando una canción... y que cae a pelo más de dos décadas después...



¿No sabes dónde puse mis anteojos?...
¡Me estoy últimamente distrayendo!...
¿Será por el embrujo de tus ojos
o acaso porque estoy envejeciendo?...

¿A ver, qué te parece este poema?...
¿Has visto qué bonita está la tarde?...
¿Por qué será que todos mis esquemas
se rompen solamente con mirarte?...

Son muchos ya los años que toleras
mis horas de tristeza y de alegría...
la dura realidad y las quimeras
y un amplio repertorio de manías.

Convocas mis anhelos y mis versos,
mis gustos, mis amigos, mis ausencias
y tornas los momentos más adversos
en dicha, nada más con tu presencia.

Amor, mi gran amor,
mi buen amor, mi alero.
Amor, mi venturero amor,
maravilloso amor, te quiero.
Eres mucho más de lo que soy
y hacia donde voy, cuando me voy...
Amor, inalterable amor,
mi luminoso gran amor.

miércoles, agosto 10, 2011

Frases de aprendizaje


En los más de veinte años de labor docente he tenido la suerte de escuchar todo tipo de frases. Algunas felices, algunas infelices, algunas desastrosas, algunas inclusive irrespetuosas y ofensivas. Entiéndase como “tipo” la tercera acepción del Diccionario de la Real Academia Española: m. Clase, índole, naturaleza de las cosas.



Los que lean estas líneas y hayan trabajado alguna vez en una academia preuniversitaria recordarán frases célebres y típicas de padres (más que madres) enfadados que solían ser: “yo pago para que mi hijo ingrese”. Lapidarias palabras que implicaban, en la mayoría de los casos, un conocimiento real del nivel de compromiso del hijo en cuestión, de la base académica con la que la criatura llegaba a su preparación para el famoso y temido “examen de ingreso” o tal vez, el capricho del padre que tenía decidido el destino de su descendencia.




Es predecible coleccionar frases “maravillosas” cuando el profesor cuestiona el rol de los padres directa o indirectamente. Se puede esperar comentarios que encierran un agradecimiento por el consejo –en el caso ideal- pero hay otras que en estos años he recogido al vuelo o recibidas directamente que caen como escupitajo en la cara “es que como no puede ser más que una profesora…”



No obstante, hay otro tipo de frases maravillosas en su realidad, metafóricas, directas, sentimentales, honestas, crudas… simplemente un “boccato di cardinale”. Tengo en mi memoria dos linduras. Una por práctica y otra por idealista. Las comparto con ustedes con la libertad de mantener el anonimato de quienes me las regalaron. Además, como bien dice el dicho: uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice.




Frase 1: "A mi hijo/a yo le he dicho que hay dos decisiones fundamentales en la vida: la profesión que eliges y con quién te casas. Si te falla una, te quedas con la otra." Yo agregaría que si te fallan las dos...te jodiste. Esta persona es muy sabia puesto que ambas son decisiones que no se tomar al azar, o en todo caso si dudas de alguna en algún momento aférrate y desarróllate en la otra lo más que pueda. Son opciones en las que no solamente se piensan, sino que además debe haber una pasión de por medio. Cuando en el matrimonio se pierde la pasión, mucho terminan divorciándose o manteniendo un status quo aburrido y rutinario. Si en el trabajo se pierde la pasión es peor, sí creo que es peor... puesto que mantienes un vínculo de dependecnia estrictamente material. Al esposo/a hasta lo puedes evitar, ignorar... en el trabajo, ¿qué evitas, qué ignoras?




Frase 2: "Solo quiero para mi hijo/a dejarle una cabeza bien amoblada y un corazón lleno de amor..” ¿Qué más puedo decir? Solo desear que más padres piensen así. Escoger bien esos muebles, lo justo y necesario. Darles también la libertad de poder escoger ellos sus muebles, porque a veces se puede ser impositivo sin querer serlo. Hay que hilar muy fino para que eso funcione. Ni minimalista ni sobrerecargado. La frase per se es preciosa y altruista. Pero hay que tomarla con pinzas si lo vemos en lo quasi literal.

martes, agosto 02, 2011

si de vender una idea se trata...




Hay dos cosas que en los últimos tiempos llaman mi atención por su dosis de creatividad. Los titulares deportivos –los que surgieron durante la Copa América fueron de antología- y los avisos publicitarios. Y dentro de este último rubro, reflexiono sobre dos.



1.Los detergentes
Desde los tiempos memoriosos guardo la misma imagen de estas propagandas. Pareciera que siguen la misma hoja de ruta de hace cuarenta años (por lo menos): que rinda, que deje blanca la ropa, que huela rico y que no maltrate las manos. Cambia el ritmo, cambia la batea, pero el objetivo de “a cuántos marineritos vas a dejar así de limpios, mamá?” Es exactamente el mismo. Que aparezca Christian Rivero, Salvador del Solar o Braulio Castillo, da exactamente lo mismo. Que la mancha sea de barro, de chocolate, de chicha o de carapulcra, da exactamente lo mismo. Y lo que más me gusta es lo “linda” que aparece el ama de casa mientras lava: perfectamente maquillada, alhajada y peinada. ¿Qué más realidad podremos pedir?



2. Productos de belleza AXE:
Son unos capos, puesto que han sido capaces de lograr con su gama de productos slogans como “siéntete bien”,”sexo seguro” y ahora: “mami, aleja a los bacterias de las manos de tus hijitos”. Y ojo, no sé si son los mismos de los hombres convertidos en chocolates y las chicas regias que ser vuelven ángeles caídos. AXE por lo tanto, en el ala del más looser y en la manos de la más inocente criatura.



De hecho, los señores publicistas tacharán mis comentarios de ignorantes y prejuiciosos. Pero el cuento es que si hay algunos avisos que son recordables y logran que el público objetivo consuma su producto… el valor está en la creatividad y no en el producto mismo.




Ojo, tanto su éxito como su fracaso… y si no, que le pregunten a Oblitas y a Rodríguez (el creador).