martes, noviembre 25, 2014

Círculo virtuoso

Me complazco hoy día en comentarles que hace unas semanas empecé a trabajar con un grupo de maravillosas mujeres que quieren redescubrir lo que un día aprendieron: el mundo de la literatura. Sin embargo, lo atractivo de esta propuesta ha sido que nuestra columna vertebral es revisar cuál ha sido el rol de la mujer, su lugar, su valor a través de las diferentes épocas partiendo de la milenaria mitología griega.

De ahí que, hemos estado  revisando gran parte de los principales dioses del Olimpo, entiendo sus “vidas”, realzando su ingrediente humano, sus hazañas, sus pecados. Nos detuvimos pensando sobre el tema de cómo  la culpa de los males del mundo  recae en la mujer desde los tiempos de Pandora (y dentro de la visión judeocristiana, su par: Eva). Destacable fue notar que nuestra cultura occidental ha impuesto de una u otra manera este concepto. En el mundo andino, hasta donde sé, no ocurría ello pero en la imposición cultural… perdimos.

Cada tema se va enriqueciendo con los aportes de estas “alumnas”. Nos sorprendemos juntas al confirmar cómo en nuestra vida cotidiana se van reflejando las pincelas que los autores dejaron retratadas: costumbre, hábitos, comportamientos, memorias colectivas, entre otros detalles. Pensamos y reflexionamos juntas sobre detalles que tal vez cuando “aprendimos” esto, no lo “aprehendimos” con la madurez, vivencias y sabiduría que uno aporta a sus propios años.

En lo personal: enseñar siempre ha sido un aprendizaje de ida y vuelta, mis alumnos adolescentes me desafían cada día. Con este grupo, el desafío es más grande.

Si alguien se anima a unirse a la causa, no dude en contactarme. La pasamos genial, y siempre hay tiempo para armar otro círculo literario más: claudiacabieses@gmail.com 

martes, noviembre 18, 2014

Una pequeña historia

Los dejo con un texto de Juan José Arreola, un bocadillo:

Teoría de Dulcinea

En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta. Prefirió el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embestía a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al héroe después de cuatrocientas páginas de hazañas, embustes y despropósitos.


En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.

El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía enfrente, se echó en pos a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire.

Al volver de la búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca. Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del caballero demente.

FIN

lunes, noviembre 10, 2014

Neruda y la estudiante sincera

Uno de los autores que trabajo con mis chicos hacia el final del año suele ser Pablo Neruda, básico de la literatura, básico de la poesía, básico de la vida.

Aprovecho ahora, para usar como recurso audio visual la película "Il Postino" que además tiene una banda sonora hermosa. La fotografía y esta última destacan sobre las actuaciones, debo advertir.
Sobre ello reflexionaba el otro día con mis alumnos cuando estuvimos revisando algunos poemas y les decía que finalmente los versos de amor de Neruda habían servido para enamorar a más de una dama.

Como muchos chicos veían esto como una broma, yo les decía que a la mujer, sin importar los tiempos que corrían, las palabras podían ser unas grandes herramientas de conquista. De ahí, la importancia de tener un buen vocabulario, de saber un poco de poesía. Habíamos visto en la película cómo un cartero con muy poca educación había logrado conquistar el corazón de una mujer utilizando los textos del poeta chileno de forma exitosa. Todos prestaban atención, "me gusta cuando callas/ porque estás como ausente/y me oyes desde lejos/ y mi voz no te toca/.." y seguimos revisando otros, mientras yo insistía en el valor de las palabras. 

En un momento, y para volver el contenido más cotidiano y actualizado, seguí insistiendo en que habían chicos que escribían cartas, te hablaban bonito, y que "..si enganchabas y seguías una y otra vez prestándole atención...." e iba a continuar mi frase, del fondo del salón M con sus grandes lentes y de forma resignada dijo a boca de jarro: ¡cagaste!

La clase se congeló, todo el mundo volteó a mirarla y yo me detuve un segundo pensando: ¿le doy una sanción por lo que acaba de decir o busco otra alternativa? Opté por lo segundo; la felicité por su honestidad. Ella solo reflejaba el haberse sentido conquistada (y dolida) por el poder de la palabra. 

Soneto LXVI



No te quiero sino porque te quiero 

y de quererte a no quererte llego 
y de esperarte cuando no te espero 
pasa mi corazón del frío al fuego. 

Te quiero sólo porque a ti te quiero, 
te odio sin fin, y odiándote te ruego, 
y la medida de mi amor viajero 
es no verte y amarte como un ciego.
Tal vez consumirá la luz de Enero, 
su rayo cruel, mi corazón entero, 
robándome la llave del sosiego. 

En esta historia sólo yo me muero 
y moriré de amor porque te quiero, 
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.