lunes, enero 24, 2011

Tu rastro de sangre en la nieve...



Si mi memoria no me falla, había un cuento de Gabo que llevaba por nombre un título como este... si algún lector me da una mano sería genial porque me da flojera buscar.

El tema es que ahora, durante mis vacaciones, y como dirían los chicos "me he afanado demasiado" con el género de novela negra/policial sueca.

Hace algunos años atrás, JC me regaló para una navidad "Los hombres que no amaban a las mujeres"; les seré sincera que cuando vi el mastodonte de 650 páginas y con semejante título no tenía ni la menor idea de lo que iba a enfrentar. El fenómeno Milenium había tomado la dimensión actual y el título tampoco era como que muy motivador...

Ahí empezó mi desgracia... Me obsesioné con las tres novelas de Larsson, ahora me estoy devorando toda la serie Wallander de Henning Mankell. Y ya pasé por el primer libro de Asa Larsson que se apellida igual pero no es pariente. Es cierto que me doy un respiro entre libro y libro y alterno con otro tipo de literatura, narrativa diferente o alguna revista. Finalmente, en las vacaciones me puedo dar ese lujo.

Sin embargo, sin ser textos ambiciosos en su creatividad literaria resultan tan entretenidos, y aunque me enredo enormemente con los nombre suecos (qué si son imposibles de recordar) termino enterrada de nieve hasta el cuello, cagándome de frío con los personajes o tratando de ver en la espesa niebla algún atisbo que me ayude a imaginarme el final... lo que resulta imposible.
En lo particular, nunca me jaló el género policial en mis primeras lectura (las en serio, desde luego). Jamás le encontré ninguna gracia a la pobre Agatha Christie a pesar de toda la fama que ganó. No pude, en mi vida, terminar una sola novela de esta autora. No obstante, varias décadas después caen en mis manos estas novelas y me quedo pegada con las tramas, los misterios, los asesinatos y las investigaciones policiales que deben ser recontra finteras pero en verdad, altamente recomendables...digeribles y cautivantes.

jueves, enero 20, 2011

Maestro




A pesar de no verlo hace años, la noticia de la muerte de Luis Jaime Cisneros, mueve en mí sentimientos profundos y entrañables.

LJ fue mi mentor en mi vida universitaria. Compartí mucho con él y gracias a la confianza que él me tuvo estoy metida en el mundo educativo sin que jamás se me hubiera cruzado por la cabeza.

Hoy, como una manera de recordar a mi maestro quisiera destacar lo que de él aprendí. LJ me enseñó a perder el miedo de pararme frente a un salón de clase repleto de gente, estuviera quien estuviera; me enseñó a leer bien y respetar cada pausa colocada en el texto puesto que no estaban colocadas de adorno; me enseñó a meterme a investigar temas que tal vez no tuvieran que ver con la literatura pero que si me apasionaban no tendrían porque ser "prohibidos"... y yo tenía tantos pajaritos y prejuicios en la cabeza....! Tengo en la memoria un vívido recuerdo de haberlo llevado en las angustiadas noches de apagones causadas por el terrorismo, la salida de la Católica era una boca de lobo y yo lo llevaba a su casa en mi antiguo escarabajo blanco: Luis Jaime cantaba con toda la paciencia del mundo "Salve salve cantaba María..." mientras que yo sudaba a chorros tratando de cruzar la Av. La Marina a obscuras y sin semáforos... Tranquila, tú maneja; yo, canto.

Fue mi profesor, mi jefe, mi asesor de tesis, mi jurado de mi examen de grado. Tomé muchos ejemplos de su forma de enseñar y descarté los que no me servían... pero creo que en lo personal esa vocación pedagógica me la dejó bien marcada.

Guardo en mi caja de recuerdos un examen (una análisis de Don Quijote) en el que al final él me escribió: hay muchas cosas en el horizonte y vale la pena ir en su búsqueda. En esas sigo, Luis Jaime, en esas sigo...

lunes, enero 17, 2011

¿defecto o virtud?


Hace unos meses, un alumno mío al tener que escribir una reseña personal para presentarse a la universidad, indicaba que tenía "poca tolerancia al fracaso". De hecho, su entrevistador le tomó ese punto y estuvo, de alguna forma, sugiriendo diferentes situaciones límites para calcular cuál podría ser su reacción.

Al margen de ello, yo me quedé pensando en lo humano que encerraba el hecho de que este chico aceptara que era picón (un poco más, un poco menos) y que no le gustaba que las cosas no le salieran bien. Esto me hizo reflexionar sobre qué ser humano normal y silvestre que anda por la calle, se pone feliz cuando las cosas no le salen como quiere; por el contrario, lo que hace es reventar, entristecerse, frustrarse y luego de un proceso -que depende de su capacidad de procesar la vida- analiza lo ocurrido y toma decisiones.

Creo que nadie puede afirmar que tiene una GRAN tolerancia al fracaso, en realidad... esos, en todo caso, serían los menos. Puesto de lo contrario estaríamos viviendo en una sociedad atrasada y mediocre. En ella, no hubieran surgido los grandes inventos, los descubrimientos médicos y millones de cosas buenas que la ciencia nos ha entregado. No tendríamos grandes artistas, escritores, músicos y directores de cine. No hubiéramos sido testigos de la grandeza de corazón de una Teresa de Calcuta ni de un Mahatma Ghandi, porque estos de hecho, tenían poca tolerancia a fracasar: la tengo clarita.

Aquello que mi alumno clasificó como una suerte de defecto, puede ser una gran virtud: cuestión de saber canalizarlo.

lunes, enero 10, 2011

Creciendo a la fuerza


Hace días que veo por todos lados grandes campañas publicitarias sobre un espacio creado en el Jockey Plaza (Mall) llamado Divercity. Un concepto diseñado para que los pequeños individuos de las familias limeñas interactúen como adultos.


Se insiste en que el niño puede "jugar a ser grande", y ante esto yo me pregunto. ¿juega el niño a ser niño? Porque lo que veo ahora, por todos lados, es que los niños que viven una falsa adultez, le estamos dando demasiadas opciones de elección con el pretexto de que se vuelvan adultos maduros y conscientes -antes de tiempo-.


Por ejemplo, ¿dónde están los juegos: los jaxes, las escondidas, las chapadas, las estatuas?. Ahora, los tiempos libres se ocupan con clases de todo, llenamos sus horas para cansarlos lo más posible o simplemente se les conecta a un Wii para que se divierta. Es cierto, y sé, que también juegan, pero siento que lo cotidiano, lo clásicamente pueril, el valor de la infancia se va perdiendo...
Me desoriento cuando veo que cada vez más los niños se involucran en el mundo adulto. Escucho espantada de historias de niñas de 10 años con Bulimia, de niños que prefieren los juegos violentos virtuales antes que una pelota de fútbol. Y no es que falte supervisión, estoy consciente que la hay pero igual... la cosa a veces se va de las manos. Ellos son directa o indirectamente partícipes de nuestras conversaciones, de nuestras propias ansiedades, de nuestras frustraciones y nos olvidamos que en la carrera de la vida siempre "educar con el ejemplo" será la regla de oro, para bien o para mal.
Para mí, Divercity es como la palta envuelta en periódico: la estamos haciendo madurar a la fuerza. ¿Para qué? ¿para comerla más rápido?
Todas las estadísticas indican que ahora se empieza toooooooooodo antes: la menstruación llega antes, el inicio de la vida sexual, el ingreso al mundo del alcohol, entre algunos aspectos. Creo que debe relacionarse con este afán que tenemos los adultos de tratar a los niños como "individuos maduros". Y al final tendremos adultos que de maduros no tengan nada...

lunes, enero 03, 2011

Salida de caballo...


A veces me asalta un gran esceptismo, empezando por la falta de fuerza de voluntad en mí misma. Sin embargo, me encanta ser testigo de la buenas intenciones que tienen las personas y la fe que depositan en el año que se presenta con 365 días totalmente en blanco, vírgenes, dispuestos a llenarnos de nuevas oportunidades.


¿Cuál les parece conocido?

1. Empezar dieta.


2. Usar menos la tarjeta de crédito.


3. Hacer ejercicio.


4. Dejar de fumar.


5. Si estudias: este es mi año!


6. Ser más responsable.


7. Ahorrar.


8. No estresarse.


9. Leer el periódico todos los días.

10. Chupar menos.


11. No renegar tanto.

12. Ser paciente.

13. Pasar más tiempo con la familia.

14. Aguantar a mis viejos.

15. Priorizar con la inteligencia y no con el hígado.

16. Ser ordenado.

AMÉN!