lunes, mayo 31, 2010

La felicidad produce culpa


Como ya comenté en un post pasado, quejarse está de moda, bien dicen que la queja es el deporte nacional.

Cuando alguien te te cuenta una pena, uno suele consolar a la persona como amerita el caso, inclusive como remedio a su consuelo le contamos una historia más trágica aún (“mal de muchos, consuelo de tontos” reza el refrán) pues siempre habrá un cuento peor.

Hoy el hecho me hace reflexionar sobre cuánto compartimos las cosas buenas que nos pasan, cuán público hacemos nuestra felicidad por temor a que parezca un acto de soberbia. Cuando nos va bien, cuando logramos un objetivo, cuando alcanzamos un estado de paz interior, o simplemente el equilibrio en nuestras vidas que nos puede dar derecho a sentirnos felices, la mayoría de los mortales suele sentir un atisbo de culpa.

¿Cómo le digo a mi amiga que está con en una mala situación económica que terminé de pagar la última letra de la hipoteca que me ahorcaba (y me siento feliz!); cómo le cuento a la otra cuyo marido la maltrata que celebro con alegría mi próximo aniversario; cómo explicar el estado de gracia producido por x, y o z motivo, cuando a mi lado alguien que quiero no lo tiene?

Y es que a veces, uno siente que no tiene derecho a ser feliz; que es mejor mantener ese secreto bien guardado, que es un placer que debe disfrutarse en silencio; hacia adentro, sin testigos.

Tal vez, lo inteligente será como alguna vez dijo sabiamente Fray Luis de León:


Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

lunes, mayo 24, 2010

Las caídas de la vida: otra de María y Juan



para Maco, todos sabemos por qué


Uno suele advertir a los hijos de tomar ciertas precauciones en casa, puesto que los accidentes domésticos suelen tener consecuencias más graves que lo que uno cree. Entonces, ocurrió: la hija de María y Juan rodó por la escalera golpeándose directamente la parte posterior de la cabeza de manera contundente. Acto seguido: náuseas, ganas de vomitar, segundos sin conocimiento y luego todo perfecto. Como si nada hubiera pasado.



María y Juan que a pesar de considerarse unos padres solícitos a las necesidades emocionales de sus hijos sin ser unos fanáticos, comprobaron el estado físico de vástaga, la monitorearon todo el día y dieron por sentado que la cosa estaba bien. No obstante, cada uno en su interior se preguntaba si esto no llegaría a mayores, si tal vez era exagerado llevarla a la Clínica, pero finalmente un chinchón cualquier ser humano lo tiene en la vida y tener 19 años no es lo mismo que tener 2 años cuando ante cualquier moco ya estamos jodiendo al pediatra. Entonces no había que exagerar...




No obstante, María y Juan no contaban con la presencia de “outsider” que como un Pepe Grillo enamorado apareció en la noche a preguntarles a boca de jarro si no pensaban lleva a la criatura a la clínica a primera hora del día siguiente. -¿Clínica? -preguntó María, -¿tú crees?- mientras Juan la miraba con la misma sorpresa compartiendo la quasi imposición del enamorado en cuestión. Seguramente el “outsider” pensaría: ¿y esta niña como ha logrado sobrevivir con estos padres?


María y Juan casi ni durmieron: María decidió que la hija dormiría con ella y le vigiló, como en sus primeros días de nacida, la cadencia de su cuerpo mientras el dulce sueño la envolvía. La levantó a las 7 am y se la llevó a la Clínica para una tomografía de ley. Diagnóstico: contractura muscular en el cuello, uso de collarín cuatro días y harta pepa.

La vástaga tiene su propia parte de la historia, puesto que -a sus quasi 20 años- lo que más le dolió no fue la caída, ni el tremendo chinchón categoría huevo de chocolate que le salió en la mitra, sino que el médico – al ver su aspecto menudo y ataviado con su polo de pijama de Campanita- le preguntara: ¿Cómo te caíste hijita?... ¿ jugando?

Veredicto: María y Juan culpables.

jueves, mayo 20, 2010

Intereses creados

Actualmente estamos rodeados de términos muy vinculados a la economía: devaluación, inflación, crisis financiera, deuda, déficit, interés… Inclusive, en nuestras diarias conversaciones siempre sale a relucir frases alusivas como “no me sobrevalores”, “estoy en crisis”, “compadre, estoy en deuda contigo”.

Sin embargo, hay un término que especialmente detiene mi reflexión y me lleva a pensar en cómo su original significado se ha “devaluado”. La palabra INTERÉS. Según mi amigo el DRAE, este término viene del latín: interesse, importar. Pero si observamos la cantidad de significados de esta palabra veremos que son más de seis, y que solo uno dice: inclinación del ánimo hacia un objeto, una persona, una narración, etc. Los otros cinco tienen que ver con el campo de la economía.

¿Dónde quedó el interés por alguien? Perdido entre tantos conceptos materialistas del gran diccionario, en el uso cotidiano de los reportes de los bancos, en la economía callejera de la que todos somos maestros. ¿El interés por el otro, el que mi ánimo se incline con especial devoción hacia un amigo, hacia los hijos, hacia la pareja, se mueve también por un deseo inconsciente de recibir un porcentaje de cariño a cambio?


A veces considero que cada vez se va reduciendo el número de personas que tiene interés por las otras, el guardarlo es señal de los tiempos que vivimos. Tenemos que ahorrar, no podemos gastar mucho…


Ahora, como los seres humanos somos por naturaleza contradictorios, justamente lo que sentimos por los demás es, como debería, un afecto desinteresado, léase: DES-interesado que no busca ganancias. Y en ese mismo concepto funciona una gran contradicción porque mi interés por el otro debe ser desinteresado. Y en este juego de palabras si soy desinteresada no siento interés por nada…


Resuelvan el misterio y muestren interés real, humano… es el mejor capital que tenemos.

lunes, mayo 17, 2010

Violación de domicilio


He estado unos días de vacaciones; en ellos, como siempre mi mayor placer es quedarme en mi casa. Leer, ordenar, leer, ver tv, leer, escuchar música, webear, entre otros ocios maravillosos de la vida. Sin embargo, como muchos de ustedes saben soy una víctima más del crecimiento urbano limeño y la construcción que tengo al lado tomó una fuerza y rapidez porque YA quieren acabar.


Mi dormitorio -atalaya y refugio- tiene una terraza que colinda con una de las paredes laterales de dicho proyecto. Ahora, que ya pasaron el segundo piso, los obreros están instalados sobre mi vida. Ello me ha obligado a que durante estos últimos días esté con todas las ventanas y cortinas cerradas -casi pegadas con masking tape a las paredes-. En estos soleados días de otoño, no he podido disfrutar del sol, ni el excepcional cielo celeste en Lima. Detrás de las cortinas he estado disfrutando de mi refugio en el total color beige del tapasol.


El ruido de los martillos, desde las 7:15 am no han logrado realmente molestarme. El silbato del refrigerio entre 12 y 1 de la tarde hasta me acompaña. Los pum pum, pom, bam, y todas las onomatopeyas que se les puede cruzar por la cabeza no son definitivamente ruidos que puedan llegar a alterar mi equilibrio emocional. Son justamente ruidos, producidos por objetos inanimados que producen ciertas cadencias sonoras rutinarias, entendibles, casi como zonzontes acompasados.


No obstante, hoy me di cuenta que hay un detalle que realmente me "saca del cuadro", me hace sentir vulnerable, invadida, y por qué no... hasta desprotegida. Escuchar las voces de los obreros, sus conversaciones dentro de mi casa, me producen una sensación de malestar que no puedo describir. Quizás les parezca una tontería, quizás una suerte de delirio de persecución, pero las voces son el testimonio real de la presencia de unos extraños que están trabajando, que están ahí. Unos extraños que sin querer me hacer copartícipe de sus diálogos que van más allá de "pásame un ladrillo" ...


Sin querer yo invado su privacidad al oírlos, pero ellos invaden la mía, la presencia de sus voces invaden mi domicilio todos los días...al menos, el tiempo que dure este proyecto.

jueves, mayo 13, 2010

Huelgan comentarios


Algunos días atrás les hablé de una novela de Héctor Abad, este párrafo en especial –sin malograrles la lectura de la obra- se me quedó dando vueltas en la cabeza. No sé… para los humanos que nos reconocemos imperfectos…

“Todos tenemos en nuestras vidas algunas zonas de sombra. No necesariamente son zonas vergonzosas; hasta es posible que sean las partes de nuestra historia que más nos enorgullezcan, las que al cabo del tiempo nos hacen pensar que, a pesar de los pesares, se justificó nuestro paso por la tierra, pero que como forman parte de nuestra intimidad más íntima, no queremos compartirlas con nadie. También puede ser zonas ocultas porque nos resultan vergonzosas, o al menos porque sabemos que la sociedad que nos rodea en ese momento las rechazaría como odiosas o monstruosas o sucias, aunque para nosotros no lo sean. O pueden estar a la sombra esas zonas porque de verdad, e independientemente de cualquier tiempo o cultura, son hechos reprobables, detestables, que la moral humana de cualquiera no podría aceptar.”

domingo, mayo 09, 2010

Una cortita para hoy


Como muchos sabrán las fechas especiales que el shoppingcalendario imponen me causan urticaria, cada día más tormentosa por cierto. Día de todo.... pero no dejará de llamar mi atención la publicidad tan creativa que nos acosa desayuno, almuerzo y comida durante esas fechas -que por cierto, cada día lo hacen con mayor antelación, meses antes-.

La creatividad, la manipulación, lo "nada que ver" inundan las pantallas, los encartes, las revistas, los radios, los periódicos... todo con el solo objetivo de vender y embutirnos por todos los orificios de nuestros cuerpos que X producto es mejor que otro; que tal oferta es más ventajosa que aquella, etcétera, etcétera, etcétera.

Me joroban especialmente los combos que traen dos o tres aparatos eléctricos, que hasta el día de hoy siguen queriéndole "enyucar" para que el trabajo del hogar sea más placentero. Aparatos que al final usa toda la familia, en beneficio de toda la familia, pero que a la madre/ama de casa debería "hacerla muy feliz"... cuando seguramente muy feliz la haría si los hijos hicieran sus camas, el papá cocinara de vez en cuando y todos ayudaran a planchar su ropa...

No obstante, hay una que me tiene encandilada y se llama "Corazón de mamá", es una publicidad radial de un restaurante. Este es el nombre de una oferta especial, CORAZÓN de mamá, no es pues una metáfora a la prodigalidad, bondad, tolerancia y cariño que caracteriza a las madres en general. ¡Nooooooooooooooooooooooooo! Esta oferta ofrece, nada más y nada menos que tres palos de anticucho (brochetas) de puro CORAZÓN de vaca, con su papa y con su choclo, amén! ¿No les parece maravilloso? Es que vivo emocionada cada vez que la escucho: en su día regálale a mamá la oferta de corazón.... (de vaca). ¿Qué tal?... Inspirador.

Feliz día a las mamacitas que leen el Blog, desde mi corazón (humano) les mando mi solidaridad en esta chamba que no se acaba nunca.

lunes, mayo 03, 2010

Una ocurrencia genial...


Muchos dicen que el libro, con el tiempo, irá muriendo. La tecnología pareciera que ha canalizado todas sus baterías para que el objeto llamado libro vaya desapareciendo poco a poco de nuestras vidas. Además si a ella agregamos que el cuidado del medio ambiente nos condiciona a ahorrar en árboles y por lo tanto la producción de papel debe decrecer vamos caminando hacia el final.

No voy a repetir nuevamente el placer que es leer un libro, abrirlo, olerlo, en pocas palabras disfrutarlo. Por ello, quiero compartir con ustedes este lynk que me enviaron. Habla por sí solo, enjoy it!

http://www.youtube.com/watch?v=iwPj0qgvfIs

Después comentaremos.