jueves, febrero 28, 2013

De vuelta al inicio del año

Los sentimientos encontrados vienen de todos lados. Muchos de nosotros ya estamos esperando con ansia, entusiasmo, ilusión empezar un nuevo año escolar. Es como un lienzo en blanco -con los mismos pinceles y colores- pero en blanco al fin y al cabo. Otros colegas, espero pocos, resignados al sino de la docencia dan inicio y vuelta al "cassete" para volver a hacer lo mismo que en años anteriores... y dale que dale.
 
Los chicos... se acaban las vacaciones, no se acuerdan nada del año anterior, y tienen que dejar por lo menos, por algunas horas  (eternas) el Facebook, el whatsapp, o lo que sea que los mantiene comunicados con el mundo. Ahora estarán comunicados con sus pares ocho horas al día... pero no es suficiente. Nunca es suficiente cuando de pasarla bien se trata. A pesar, de que a sabiendas perciben cierta conciencia de haber caído en el tontódromo de la vida veraniega. Playa/casa/ tono. Discúlpenme las minorías por abandonarlos.
 
Los padres, muchos de ellos, pondrán nuevamente su fe en que el colegio hará lo que ellos no pueden. Mantener al chico en zona segura, bajo control y recibiendo algunas lecciones de vida. Sin darse cuenta que esa actitud -que los chicos notan- ya es una lección per se.
 
Esta es la complejidad del inicio de clases. El maestro en el siglo XXI ya no tiene solo como desafío en enseñar. El verbo ha crecido en contenido. Hoy hay que luchar, involucrar, moldear, hacerlos creer, producir, motivar, convencer, actuar, enamorar, entusiasmar, contagiar, corregir, atacar, defender, ironizar, cobijar, corregir, corregir, corregir, escuchar, aconsejar, aguantar, tolerar, mirar, observar, arriesgar, AMAR, AMAR, AMAR.
 
No es fácil, a pesar que alguna vez una madre de familia me dijo: es que cuando no puedes aspirar a otra cosa... eres profesor...
 
Tuvo razón: no puedo ser otra cosa porque no me hallo en otra cosa. El ser profesor te tiene que correr por las venas.

Bienvenido!

martes, febrero 19, 2013

Toque de Queda





Pertenezco a una generación que vivió época convulsionadas por la inestabilidad política. Mis hijos no saben lo que es eso. Ellos, han disfrutado de una niñez tranquila, y una adolescencia privilegiada, ahora que son adultos jóvenes ni qué se diga. A pesar de la delincuencia permanente y pandémica, pueden moverse con facilidad y nosotros como padres, tener la tranquilidad que existe el celular para salvar las distancias y sobre todo, las angustias.

No hay vivido jamás lo que era un Toque de Queda. En los gobiernos militares se utilizó como medio para evitar protestas y desmanes con el fin de controlar a la población durante el sistema de facto, mientras que luego se utilizó como medida de seguridad frente a los avances de Sendero Luminoso. En ambos casos, teníamos que permanecer “guardados” en dos versiones según el ambiente: de diez de la noche a cinco de la mañana, o de una a cinco de la mañana.

Las reuniones empezaban temprano, pero se cortaba la diversión puesto que había que tomar las precauciones necesarias para volver a casa sano y salvo. No obstante, se iniciaron las fiestas que eran de “toque a toque” y había que rogar para que a una le dieran permiso.

Las quedadas a dormir en casa de los amigos se hizo necesaria, más aún si uno era estudiante universitario y “se hacía tarde preparando un trabajo”. Las excusas eran varias desde luego, con tal de quedarse en un lugar seguro y que tus padres lo supieran era suficiente.

Hoy los chicos tienen su propio Toque de Queda, desaparecen a las 11 pm y no se les ve ni el pelo hasta las 5 am. El celular suele “descargarse” a esa hora y de hecho, los padres confían en que están en un lugar seguro.

No obstante, pienso que ahora –por lo que escucho de mis alumnos- jugaría con esas tres palabras: toque, de, queda….. Ahora sería: TOCAN y no QUEDA.

martes, febrero 12, 2013

Haciendo espacio


Aprovechar lo que es la vida en su total dimensión, supone descargar de vez en cuando la mochila que arrastramos. Cuando me digo mochila, hago referencia a la cantidad de trabas emocionales que a veces nos impiden avanzar, los gringos dirían “move on”.

Es cierto que la memoria de los seres humanos puede ser tan frágil como traicionera. Frágil en la medida que perdemos millones de datos, detalles, situaciones, vivencias en la acumulación de las horas de vuelo en la medida que el tiempo avanza. Cercana a cumplir cincuenta años, trato siempre de mirar hacia atrás y recordar con lujo de detalles imágenes de mi infancia, adolescencia, adultez temprana y repaso una y otra vez lo más cercano para tratar de conservar los recuerdos vívidos, acercándolos lo más posible.

En ese ejercicio, la memoria también es traicionera. Somos capaces de recordar momentos maravillosos y de recordar los dolorosos: es más, muchos de ellos con la misma sensación de rabia, vacío, resentimiento, decepción, o cualquiera que haya sido el sentimiento vinculado. Brota inclusive, me decía una amiga, agazapado y oxidado una frustración de haber cargado con ese recuerdo y no haberlo cicatrizado de una manera sana.

¿Cómo ser capaces de escoger qué debemos cargar en la mochila y qué dejar fuera de ella? ¿Podemos olvidar, realmente, aquello que nos causó daño, o abandonar un sentimiento negativo hacia una persona que nos hirió?

Como en muchas situaciones, tal vez lo correcto debería ser poner en una balanza qué es lo que vale la pena cargar. Llevar con nosotros. Metafóricamente es como hacer una mudanza. Hay que hacer un proceso de selección. No hacerlo supondrá que estamos dispuestos conscientemente a seguir perturbados cargando un elemento negativo que no nos deja progresar. Es como llevar a un nuevo hogar una caja con comida a punto de expirar. En la medida que pase el tiempo, irá oliendo mal… y cada vez peor, por más escondida que la conservemos. Hasta que un día, abramos ESA caja….

Olvidar lo que nos causó dolor: no llevar las cajas inservibles, no meter lo negativo a la mochila, trae como consecuencia una ventaja enorme: tener un mayor espacio para lo positivo, para vivencias nuevas. Supone mirar la vida con otra perspectiva, “ligero de equipaje” como diría Machado.

martes, febrero 05, 2013

Histórica pasión





Amo la historia. Amor LA Historia. Muchas veces pienso que si no hubiera estudiado Literatura, me habría matriculado en la Especialidad de Historia. Aunque claro, están sumamente relacionadas.


En el colegio tuve un profesor motivador, que fomentaba la discusión en clase. Era marxista. Hubo ocasiones en las que de “castigo” nos mandó a leer textos sumamente interesantes que hoy agradezco. Con pena, la Reforma Educativa haría lo suyo y recuerdo que en 3ero, 4to y 5to solo estudié la Revolución de Túpac Amaru. Detalle que le comenté más de una vez. Andaba atado de pies y manos el pobre.

Cuando me preparaba para entrar a la Universidad, Marcos Cueto –gran historiador- fue mi profesor: maravilloso!!! Sus clases eran espectaculares y aprendí de Historia Universal lo que la Reforma me había quitado. Bajo el brazo cargaba mi Secco Ellauri que era –en ese entonces- el libro de cabecera para aprenderte todo lo que había pasado en el mundo.

Dentro de la literatura, y me refiero a lo producido, he logrado encontrar textos en los que se conjuguen ambas vertientes humanísticas. Así, he confirmado que me encantan las novelas históricas (que tienen mucho de histérico) pues de alguna manera te cuentan cómo es la época en la que se ubican y de paso el autor sazona un poco la vida de los personajes escogidos. Un poco de verdad, un poco de ficción… y si ésta está bien contada: qué mejor.

Por ejemplo, siempre le recomiendo a mis alumnos la saga de Los Reyes Malditos, en este momento no recuerdo el nombre del autor, pero trata de la historia (son siete tomos) de Felipe IV de Francia (en plena Edad Media) y de su descendencia. Eran malditos porque les cayó una maldición.

La historia enriquece, enseña, produce análisis, reflexión, nos ayuda a contemplar la vida de otra manera, a conocer el pasado y temer del futuro. La literatura recrea el mundo, convierte la ilusión en realidad, destruye o enaltece a los involucrados. 

De estas hay novelas para todos los gustos, no precisamente son muy profundas ni nada parecido, ni tampoco llegan a ser biografías  sistematizadas que podrían resultar aburridas y llenas de datos. Como bien dije, “novela histórica”. Vale la pena darles una miradita.