viernes, noviembre 27, 2009

Dos mujeres en el camino de la vida


para M.G. y R.M.
Entre la inmensa gama de mujeres que conozco, hay dos que especialmente admiro sobre todo en los últimos tiempos -aclaro que esta vez no destacaré en ellas ningún aspecto altruista ni ningún logro profesional- . Simplemente las admiro por la forma de encarar su presente, las admiro porque aprendo de ellas a encarar el mío.

De una, tomo su optimismo. Cuando la oigo siento que esa risa transparente es lo suficientemente grande para alegrar mi día y confirmo que en la vida hay que reírse más y que con ello el alma se ejercita sabiamente. Para mí, ella es un ejemplo de saber combinar un cerebro pensante con un espíritu que canta con alegría y que toma con cautela lo cotidiano de la vida. Ella goza de la vida y eso no tiene nada que ver con los bienes materiales, no tiene que ver con los problemas pequeños o enormes con los que tenga que lidiar. Su optimismo y creatividad van más allá, pero van con ella. A mí lo que me gusta es que su energia positiva literalmente contagia, enriquece al otro. Por eso, la admiro.

De la otra, tomo su valentía y entereza. Ha recorrido el camino de la vida con mil y un historias que contar. Le ha sacado el jugo en todo sentido y en su paso siempre ha sabido dejar algún detalle para guardar en la memoria. Hoy se enfrenta a un enemigo: una terrible enfermedad. No obstante, sacando fuerza, ánimo y sobre todo valentía, no va a dejarse vencer. Con toda la fuerza de su corazón, con la sonrisa en los labios, sin dramatismos, con entereza le hará la guerra cada hora, cada minuto, cada segundo que tenga cada día. Lucharla es un deber. Por eso, la admiro.

Seguramente, cada lector tendrá una gama de seres "admirables" de los que recoger una cualidad, en este caso estas dos mujeres de carne y hueso me dan diferentes tipos de lección. No son únicas, no son especialmente extraordinarias, pero para mí ese plus es lo suficientemente valioso para escribir de ellas hoy.

lunes, noviembre 23, 2009

Soy el instinto gastronómico de Juan



En los tiempos arcaicos Juan salía a cazar para poder comer, descubrió el fuego y en su gran capacidad de poder hacer solo una cosa a la vez, me descubrió a mí. Soy el instinto gastronómico de Juan. Le adelanto: María me sufre.

Desde tiempos inmemoriables, Juan lleva en su ser una condición propia y meritoria: disfruta comiendo. Se conoce todos los sitios habidos y por haber, se pide los platos más originales y disfruta todo. Es el Gurú de los amigos; el Colón de la culinaria, puesto que se lanza a tierras ignotas, a veces pensando que llegará a la India, y efectivamente puede descubrir la América. Juan goza conmigo. Su pasión por la comida es obvia, porque mientras que su hijo se jacta de tener un sixpack abdominal producto del ejercicio diario y devoto, Juan se jacta, no menos, de tener el barril de chopp en el mismo lugar.

No obstante, no solo le gusta comer, disfruta leyendo recetas de cocina e imaginar en su cabeza esa alquimia maravillosa que se esconde detrás de los más ricos potajes que pueda llevarse a la boca. YO le ayudo a alimentar la fantasía y el estómago de todo aquello que deguste o sueñe con degustar. María me sufre, pero no puede ocultar que su felicidad también se basa en la felicidad de su compañero y a veces le fomenta que se deje llevar por mí.

Un buen día, Juan -hombre perseverante- se da cuenta que es posible dedicar cierto momento de su vida a abandonar el estrés laboral y dar rienda suelta a su creatividad. Decide darle un tiempo para entrar a la cocina, frente al fogón. Le cuenta a María que quiere preparar una receta y YO percibo una mirada reprobatoria, escéptica… que oculta una clara desconfianza y hasta desprecio por la aventura que Juan y yo emprenderemos. ¡Mujer de poca fe!

Después de leer, calcular, planear, comprar los ingredientes acompaño a Juan en una escena maravillosa. Al llegar de una reunión y antes de irse de nuevo a otra, Juan se saca el saco, y con camisa blanca, corbata London Tie puesta se coloca encima con el respeto que tal investidura supone: el mandil rojo de lunares blancos que le da cierto look de Doña Pepa, ante el cual María no puede disimular la carcajada. María es mala… no nos comprende. Juan valiente, esforzado no se amilana y prepara una salmuera en donde dormirá algunas horas lo que luego se convertirá en su obra maestra: un jamón del país.

Juan es feliz, tirios y troyanos celebran el resultado. El y yo –su instinto gastronómico- le sonreímos a María con una mirada que transmite un solo mensaje: … y tú que no creías ….

viernes, noviembre 20, 2009

Respuesta a una amiga



El contenido de este post está inspirado en la respuesta a un correo que me mando una amiga...





En los tiempos que vivimos las que cruzamos la base 4, solemos adjudicar ciertos comportamientos a la menopausia, y creo que a veces la sobreestimamos o la vemos como un cajón de sastre y sirve para explicarlo todo. Aunque los cambios hormonales le llegan a cada mujer de manera diferente, encontramos varias cosas comunes. Me pongo a pensar que más que hormonal es generacional.

Las mujeres de nuestra generación (y considero que los cambios son tan rápidos que cada diez años marca una generación/ grupo distinto) se han movido y crecido en tiempo muy cambiantes. La mayoría tuvo por madres a mujeres conservadoras, religiosas, dedicadas a su hogar, a sus hijos, a sus maridos y algunas poco dedicadas a ellas mismas, puesto que su "realización personal" era la felicidad ajena. Muchas mujeres nacidas en los 60's queriendo ir contracorriente buscaron alejarse de ese modelo maternal y construyeron hogares con individuos que no habia que cuidar tanto y criamos hijos más independientes (a veces en demasía); otras, optaron por quedarse solas, otras por no tener hijos. De hecho, los métodos anticonceptivos empezaron a estar más a la mano y ello ayudó a manejar la sexualidad de manera más sana abandonando estereotipos caducos que funcionaron de yugo por siglos.

Mujeres profesionales, que salieron a la calle a trabajar, que decidieron educarse más, que fueron más ambiciosas en la vida, y no necesariamente por parar la olla. Era una necesidad más fuerte, tengo que ser yo, no necesito a nadie, no dependo de nadie, alcanzo mis metas solas... como una suerte de demostracion personal, como una suerte de deber consigo mismas.

En este panorama, somos conscientes de que la vida trae cosas espantosas e injustas, por lo tanto: tratamos de ser más fuertes que la vida y disfrutar de nuestra inherente, innata y sumamente especial femeneidad... Y se toma como una suerte de valor agregado, de regalo que te permite ser más libre, más tú.

No todo es la "meno", eres tú que como ser humano evoluciona y ves las cosas de diferente manera. Te das tiempo para pensarlas y como podemos hacer varias cosas a la vez, podemos ver nuestra serie favorita, contestar el teléfono y pensar en nuestra condición de mujer. Para los hombres es complicado, puesto que viven y vivirán evitando mostrar cuán sensibles son -los hay, pero son pocos-. En primer lugar, no es dable. En segundo lugar, no se toman un "café terapéutico" y en tercer lugar: no tienen tiempo.

En fin querida, aquí te dejo: sé feliz y disfruta los regalos de la vida.

martes, noviembre 17, 2009

Arengas


Hoy desperté recordando esas viejas arengas que hacíamos en las barras colegiales para alentar a nuestro equipo. Debe haber sido el frío actual y las ganas de quedarme en la cama lo que hicieron que mi memoria viajara a los lejanos años de primaria en donde apoyando a mi salón gritábamos con efervescencia: ¡a la bim/ a la bam/ a la bim bom bam/ X ganará!

Luego, en los partidos de Básquet –los de ADECORE los recuerdo como si fuera ayer- con otros colegios, estas eran mucho más planificadas. Gritábamos al unísono para hacernos sentir y seguramente los contendores no dejaban de hacer su parte. No sé si para bien o para mal (del elemento masculino) nunca vi “cheerleaders” que con pompones y uniformes especiales dirigieran a esta masa de escolares desbocados que vociferaba: ¡Salgan de la cancha/ que estamos entrenando!

Sin embargo, las hay simples: ¡Perú, Perú!; infantiles: ¡Araña, araña/ “B” no se baña!; agresivas: ¡llora, llora cagón! –por citar una suave y medianamente presentable en el blog-.

Alentamos a nuestros amigos, a nuestro equipo (aunque hace 28 años no vayamos a ningún mundial), insultamos al contrario. Alentamos a nuestros hijos aunque jueguen con los pies amarrados o sea un “master” en la cancha. Forma parte de nuestras vidas.

El camino está lleno de arengas, de palabras que nos motivan a continuar en la lucha y seguir adelante. Las palabras de aliento o aquellas en las que se destroza a quien nos ha hecho daño o están por hacernos algún punto en contra (es verdad, seamos honestos): ¡tú vas a poder con eso!; ¡te apuesto que ahora se está retorciendo por lo que te hizo!

Los seres humanos necesitan una barra que lo observe y lo aliente, pues es la mejor vitamina para la autoestima. Necesitan unas palabras de aliento aunque ese día las cosas no estén saliendo bien, aunque parezca que los astros y el mundo entero se hubieran conjugado para conducirnos al fracaso.

viernes, noviembre 13, 2009

Una llave, muchas penas


Cuando era niña y oi por primera vez una referencia de la Segunda Guerra Mundial, no entendía muy bien lo que había pasado, seguramente en mi ignorancia e inmadurez me imaginaba a todos los países del planeta peleando entre sí...De hecho estamos hablando que era una niñez no muy lejana de las bombas de Hiroshima y Nagasaki (yo nací en el '63). Recuerdo haber visto libros, historias como la de Anna Frank y eso me ayudo a tener más piezas para empezar a ver el lado humano de una guerra, igualmente lejana, pero también a percibir cuánta maldad podía haber en el mundo. Ya en la secundaria el curso de Historia Universal, nos hacía estudiar este "hecho histórico" en el orden típico: Antecedentes, Causas, Hechos y Consecuencias. Tal vez alguno de mis amigos de tiempos escolares recordará que toda la historia la estudiamos así. Como si el pasar de la humanidad se pudiera reducir a un esquema.

He conocido y conozco a personas inmensamente sufridas y generosas de compartir sus historias familiares que tuvieron que salir de Europa en esos tiempos siendo aun niños, con la fe de encontrar una vida digna en un lejano país llamado Perú, sin conocer el idioma, dejando todo atrás. Tengo una amiga muy muy querida cuya familia de origen polaco sufrío directamente la insanía nazi en un campo de concentración.

Hoy terminé de leer un libro que me dejó triste. La historia de una niña judía y una llave. No sé cuál fue el motivo, solamente que en esas páginas el estilo, el argumento, y seguramente los simplísimos recursos narrativos me atraparon en una telaraña de sentimientos dolorosos en los que se mezclaba el miedo, la tristeza, el desgarro, la separación, la culpa... Detalles que ella no entendía: la violencia, las palabras, la estrella amarilla.

"La llave de Sarah" mueve muchos sentimientos y por esas razones coyunturales, me los movió a mí. Me encontré pues, con una novela que quería seguir leyendo, que no quería que se acabara y a la vez deseaba saber cuál iba a ser el desenlace. Una lectura rara, porque a la vez no podía evitar considerar que la novela en algunas partes llegaba a ser hasta cursi.

La columna vertebral de este texto es inevitablemente humano, duro, mueve una de esas heridas y deudas que la humanidad no va a cerrar jamás. Vuelve a cuestionar lo ocurrido asumiento aquellos que fueron activos y aquellos que peor aún, fueron pasivos...

Hoy cerré una novela que me dejó triste y no era porque noviembre nos sorprendió con un día gris, húmedo y frío.

martes, noviembre 10, 2009

Mi pavo predilecto


Ustedes ya saben que tengo esta anormal fascinación por el Pavo Real de Triple Pechuga. Si no saben de quién hablo basta con saber quién tiene las riendas de este país.

Lo vi el otro día en una maravillosa escena: él en su terno azul – o es el único, o los hace por docena- sudoroso, engominado, cachetes un tanto desmondongados y hasta un poco desangelado para su magnificencia presidencial, estaba al lado de Rafael Correa firmando unos acuerdos. Este último, con su look étnico y sobre todo fashion mostraba un glamour más especial, porque en la comparación… ya sabemos quién resultaba ganador. Y claro, inmediatamente vista la imagen pensé: éste ha subido más de peso. ¡DE TODAS MANERAS! Claro estaba: al pasar el peligro de la gripe AH1N1 dejó de cuidarse y se ha desbocado más todavía. Agrego a mi suposición que el reloj electoral ya empezó a jugarle en contra, por lo que la ansiedad por comer debe tenerla a mil por hora.

Lo vi también en alguna ceremonia de celebración por el 160 aniversario de la inmigración china en Perú, y por supuesto que mi bienamado Alan estuvo en todos los festejos ponderando los aportes de esta importantísima cultura a nuestro gran país. De hecho, creo que todos tendremos la humildad de aceptar que el Triple Pechuga(TP) tiene toda la razón puesto que es innegable la influencia de esta milenaria cultura oriental en todo lo que nos rodea. Entonces, vino otra escena: Alan feliz parado al lado de un Gong con baquetón en mano, junto a él un chino metroimedio vestido con un traje típico. TP feliz, con una sonrisa que ya se le perdía en los cachetes (porque con pena los dientes no engordan para que vayan en proporción) y entonces, elevó el baquetón y en ese segundo yo dudé: ¿a dónde va dirigida su mano? ¿a su panza? ¿al Gong? ¡qué duda, qué duda, por Dios! Temblé, cerré los ojos, y en eso… el sonido maravilloso y monofónico del milenario instrumento musical me dio la paz que necesita.

Creo que voy a hacerle un upgrade al Pavo Real: Cuadripechuga…. o estará engordando para Navidad.

viernes, noviembre 06, 2009

Uno central y varios cables a tierra


El otro día se me ocurrió que la vida es como una carpa, una “tienda de campaña”. Vamos armándola de a pocos. Primero ponemos las estacas, tienen que ser de un número adecuado. Luego, estiramos la lona, tomamos perspectiva. Paso siguiente, empezar a unir la carpa a las estacas con los cables indicado y echando raíces profundas de manera que si un vendaval viene de sorpresa no nos levante en vilo.


Es importante reconocer cuál es la capacidad de la carpa, cuánto pueda caber en ella y tener las prioridades claras de qué meter y qué no. Debe tener un parante central, fuerte, bien plantado, que sostenga todo el armatoste y luego templar bien los cables a tierra. Para mí, ese parante debe ser la persona central en tu vida, aquella que escoges con sumo cuidado para acompañarte en la jornada, no necesariamente tiene que ser pareja, simplemente es la persona más especial que esté siempre a tu alcance.
Los cables a tierra, los mástiles menores que ayudan a templar la vida, tienen que ser adecuadamente seleccionados: personas trasparentes y pacientes, que sientan tal cariño por ti que sean capaces de hacerte notar cuándo estás perdiendo la perspectiva y no ser simplemente una suerte de “chicheñó” que erróneamente alaban por igual tus aciertos y tus cagadas: esos no sirven. Conocerte tanto que puedan entender tus movimientos, tus pasos erráticos y tengan el valor de decirte que te estás equivocando. Tener la suficiente claridad mental, que a veces uno pierde, y analizarte aunque te duela, te piques, creas que están equivocados… pero siguen ahí: manteniendo tu equilibrio y evitando que la carpa de tu vida se vaya a la mierda. Cables a tierra, fortalecidos por sus propias heridas, por sus propias experiencias…. Esos son imprescindibles en la vida.
En el campamento del vivir, empezamos con las pilas puestas, queremos poner bien la carpa, mantenerla limpia, mientras va pasando el tiempo vamos viendo sus debilidades, a pesar de que la barremos todos los días nunca se conserva inmaculada. Ciertos cables se van debilitando y de hecho si nos interesa hay que volver a fijarlos bien o tener la honestidad de cambiarlos. Al final del campamento viene lo pesado, ya estamos cansados, hay que dejar la carpa limpia, bien doblada, no dejar ningún cabo que pueda perderse… y a la hora de volver de donde vinimos tener la certeza de que la carpa fue un buen lugar que nos cobijo: especialmente por el parante central y los cables a tierra que la mantuvieron de pie.

martes, noviembre 03, 2009

Un encuentro cercano

Me había preguntado alguna vez en qué pasaría si por un azar del destino alguien pudiera encontrarse “face to face” con uno de sus tantos ídolos del mundo artístico, aquel que las puede hacer cantar, bailar y divertirse hasta el amanecer. No sé… Juan Luis Guerra, Bacilos, Fanny Lu, Yandel, Jandy Feliz… pensando en aquellos más modernos. A mí me pasó con Jerry Rivera. Yo soy de esas fans de obvio perfil bajo, discretas, de esas que se saben sus canciones, y que cuando suena alguna se las bailas todas, todas pero nunca me he alocado por ir a un concierto, soy una fan a la distancia… Esta es la historia de mi encuentro cercano solo de primer tipo con Jerry… y va dedicada a dos amigas mías que sé comparten la pasión: Micaela Alemán y Natalia Succar.
I
Viajé a Chiclayo acompañando a JC a un congreso, al llegar al hotel vimos cierto movimiento en la puerta delantera y le pregunté al personal de recepción a qué se debía: Es que Jerry Rivera está aquí porque en la noche dará un concierto. Acto seguido, le clavé las uñas en el brazo a mi pobre marido y le dije ¡Me puedo morir! Jerry está AQUÍ!—dicho sea de paso, a JC también le gusta cómo canta...
II
Le pedí al de Recepción que me consiguiera un autógrafo que dijera para Micaela (mi hija)… qué roche pedírselo para mí…. El que estaba barriendo la entrada al notar mi emoción, se me acercó a decirme: Señora, Jerry está en el piso 5… Casi me muero… qué insinuaba…. Y yo le contesté: Qué pretendes que me meta a su cuarto!!!! No te pases!!!! Todo, por supuesto, entre carcajadas generales de nuestro grupo.
III
Por la noche al llegar al hotel lo vi pasar, una camisa anaranjada andante que se dirigía al ascensor y yo llenándome de valor empecé a seguirlo para pedir personalmente el autógrafo… Yo andaba a paso rápido, que claro con mis piececitos que calzan 35 no son ni la cuarta parte de un paso normal. El ascensor cerraba sus puertas con la imagen de Jerry al centro y yo, con voz apagada y tímida decía: ¡señor Rivera, señor Rivera…! Imagen muy bizarra por cierto, triste, quasi patética…
IV
De mañana, tomando desayuno con una pareja amiga, mientras que mi marido se había ido a una de las conferencias, vemos pasar a Jerry. Me pasa la voz el que barría (el mismo individuo). Acto seguido le pregunto a mi amigo Fernando: ¿tengo los dientes limpios? Pregunta lógica y humana, te imaginas que te vas a pedir un autógrafo y tienes un pedazo de huevo revuelto entre los dientes!!!!!!!! De espanto!!!!! Ante su respuesta cauta y tranquila de NO..., como buen caballero va a acompañarme (en ausencia de mi husband) pensando seguramente que después de tanta expectativa podría perder los estribos.
V
Jerry contestaba a una entrevista, y en eso una señora con cámara en mano lo interrumpe y le dice: ¿Me puedo tomar una foto con usted? El con seriedad casi casi colindando con la antipatía le dijo: Bueno… Inmediatamente después le tiré la cámara a mi compañero de dicha aventura rauda repetí la misma pregunta y mi gran amigo me tomó la foto con el susodicho cantante salsero: JERRY RIVERA!!! Después del click, Fernando me dijo: ahora me tomas una foto a mí!!!! Favor que cumplí a cabalidad, desde luego.