martes, mayo 29, 2012

Políticamente correcto...

Yo creo que el lenguaje es lo que es: un reflejo del tiempo, un reflejor de quiénes somos, un reflejo de nuestra educación, de nuestros miedos, de nuestro tabú, de nuestro sentido liberal o nuestro sentido conservador. Es decir: hay que respetar nuestras formas de hablar. Yo respeto mucho a la gente que tiene una maravillosa precisión léxica, como también a mis alumnitos que todo lo terminan en ón... ¿por qué no? Finalmente, usamos espanglish, una cantidad de diminutivos exagerada, una lista interminable de peruanismos, una jerga que ya confunde lo formal con lo cotidiano, y todos nos comunicamos exitosamente.
Si bien es cierto, muchos se sorprenden que una persona que haya estudiado Lingüística y Literatura hable como yo.... y más que una señora pronta a tener Sincuenta diga tantas lisuras... y en verdad: me vale madre, como dirían los españoles (que tampoco son los dueños de la pelota). Amo el lenguaje, amo la riqueza metafórica y sonora de ciertas palabras como mierda, carajo, tamare, chesu, y huevón... qué les puedo decir.
No obstante, quiero compartir con ustedes estos consejillos que encontré y la verdad es que no sé si los dio Martha Hildebrandt. Yo la verdad, opto por las segundas versiones...

INTENTE DECIR    'Es completamente seguro y certero lo que me dices?'
EN VEZ DE              'Me estas hueveando?' 


INTENTE DECIR    'Estoy absolutamente seguro de que ello no es factible'
EN VEZ DE              'Ni cagando!' 

INTENTE DECIR      'Yo no estuve a cargo de ese proyecto'
EN VEZ DE                'Esa huevada no es mi problema'. 

INTENTE DECIR     'No estoy seguro de que esto pueda ser implementado'
EN VEZ DE               'Esa cojudez no sale ni cagando'

INTENTE DECIR    'Voy a ver cómo puedo programar eso en mi agenda'
EN VEZ DE              '¿Por qué chucha no hablaste antes?'.

INTENTE DECIR    'El no está familiarizado con el tema'
EN VEZ DE              'Ese Won no sabe ni mierda'

INTENTE DECIR: 'Algo salió mal"
EN VEZ DE DECIR: 'Puta maaaaaaaaaaaaadre

INTENTE DECIR    'Estoy con sobrecarga de trabajo en estos momentos'
EN VEZ DE              'Tengo un culo de chamba'

INTENTE DECIR      '¿Puedes, por favor, buscar otra persona que te ayude?'
EN VEZ DE                'No me jodas, búscate otro cojudo'

INTENTE DECIR    'Creo que esto no le va a gustar al jefe'
EN VEZ DE              'Ya la cagaste won' 

INTENTE DECIR      'La verdad es que no te creo'
EN VEZ DE                'Fuiiira mierda' 

INTENTE DECIR    'Mejor me retiro a descansar porque no me siento nada bien'
EN VEZ DE              'Me quito porque estoy hasta las huevas' 

INTENTE DECIR    'Me parece que tomaste una mala decisión' 
EN VEZ DE              'Ya fuiste won'

INTENTE DECIR    'No veo la razón por la cual deba seguir tu recomendación'
EN VEZ DE              'Quién chucha te crees'


martes, mayo 22, 2012

Las huellas que me dejan a mí

Hay relaciones que uno establece en la vida que empiezan en un punto y acaban en otro que jamás se pensó. Existen lapsos de tiempo en los cuales uno convive laboralmente con tiempos que son finitos, y sin embargo… la vida nos va devolviendo ciertos lazos que nacieron tiempo atrás y que uno hubiera pensado que se habían terminado en ese momento.
Conozco a muchas personas, que hoy tienen no más de 36 años y al menos por dos o tres años estuvimos dentro de un salón de clase durante cinco horas a la semana, durante 36 semanas al año…Nos vimos todos los días, nos saludamos todos los días, algunos hasta con beso volado todas las mañanas cuando llegaban a clase. Fui testigo de sus desazones, de sus dudas, de algunas decisiones equivocadas, de sus miedos, de sus carcajadas y a veces, de sus llantos. Sin ser dramática, entendí y sigo entiendo que hay química y a veces no la hay, que hay confianza y a veces no la hay… Si la hay, pueden darse relaciones maravillosas.
Me place tanto confirmar que de mi labor docente conservo esas relaciones que se alimentan no solo de recuerdos, si no de reflexiones, de cariño, de amistad. Personas de carne y hueso que no solo son un recuerdo, sino justamente eso: seres humanos que no llevo acartonados y perdidos en un Anuario, y cuya foto podría revisar cuando quisiera.  Personas que vienen y se van… sí las hay, pero tengo tantos que trascienden, que se quedan conmigo…Hombres y mujeres que son padres, que son madres, que saltan a la aventura matrimonial, al negocio propio, a los proyectos que no se acaban. Adultos que se cuestionan que caótica es la adolescencia hoy en día… adultos que se asustan del futuro de sus hijos… adultos que recuerdan cuando tenían 15 años y el mundo ni les importaba y todo parecía tan fácil y complicado a la vez.
Y el cariño y la química… no se la tragó la distancia, ni los años, ni el pasar de la vida.

domingo, mayo 13, 2012

En nuestro día...


Hoy, me puse a pensar desde la orilla que corresponde: ¿qué siento como madre, más allá de la huachafería y clichés comerciales? Voy a poner mi corazón y mente sobre la mesa.
Evidentemente orgullo de sus logros, a veces cayendo en la vanidad. Otras, frustración por sus fracasos, me da una tristeza enorme cuando veo que “algo no les liga”. En ocasiones, vergüenza de sus errores… siento que son los míos, y a veces me pregunto: ¿en qué me equivoqué?

Mi amiga Verónica, recordará nuestras largas conversaciones sobre esa lista mental que cada una tenía sobre las cosas que nuestras madres "habían hecho con nosotras" y que nosotras, sabiamente no repetiríamos cuando tuviéramos hijos.... En ese entonces, con menos de 20 años el mundo se nos presentaba como un sketch book blanco y limpio, y en realidad... no habíamos vivido NADA.

¿Qué tenía mi lista? Límites en las horas de llegada, obligaciones sociales, dependencias al yugo materno, falta de autonomía para tomar decisiones, jamás decirles "te lo dije", jamás decirles "¿ves,? suponía que eso iba a pasar" ni "te lo digo porque es así y punto!" ni "ya no me quieres, ya no conversas conmigo"; imposición de mil cosas, inculcarme un sentimiento de culpa por todo, desconfianza extrema, preocupación por el "qué dirán", ser una "niña bien", tener una profesión rentable... o sea, abogada.

Algunos aspectos, en la medida de haber sido racional y recordar la lista,  fueron relativamente posibles de evitar. Mi madre me tuvo a los 43 años, yo arranqué a los 27. Eramos de otra generación, fui una madre marcada por los toques de queda, el terrorismo, la carestía, el uso de pañales de tela, las restricciones de luz;  fui una madre que salía a trabajar todos los días (hasta hoy)... y claro tuve unos hijos cuya madera fue especial, como todos lo son para sus progenitoras.

Hoy, mi hija con quien estrené mi maternidad y me hizo sacar el Diplomado de Aguante cuando no me dejé vencer con sus pataletas infantiles,   comparte conmigo cosas que soñé mientras crecía. En el presente confirmo que lleva mucho de mí y millón de su padre, que somos iguales en planear el futuro, tenemos gustos similares, nos reímos mucho de lo compartido, confiamos la una en la otra, somos cómplices y sabemos qué nos jode  aunque igual nos jodemos. Se molesta, y con justicia, cuando soy madre y me entrometo, y corrijo, y repito las cosas… Y le digo:  "¿ves,? suponía que eso iba a pasar" o  "ya no me quieres, ya no conversas conmigo... ahh... y va a ser abogada.

Hoy, mi hijo, con quien hice el Ph.D de Aguante por ser tan arriesgado.  Gozaba gota a gota de cada travesura realizada (y en vida, la abuela se las celebraba todas). Sin embargo, veo en mi pasado alguna escena con monólogo repetido  "te lo digo porque es así y punto!". Aunque mi versión vino más acorde a los tiempos: Hay cosas que son como son, no puedo explicarlas, no puedo racionalizarlas, no ameritan discusiones, SON y punto. Que como diría Silvio Rodríguez, no es lo mismo pero es igual...  Mi hijo me recuerda que el cerebro de los hombres es diferente al de las mujeres, que no tengo que tomarme en serio todo lo que me dice con gesto adusto, que tiene la misma mordacidad de su padre, su carácter, sus silencios, y una mezcla de genios impredecible.  Me dice sin decirme que confía en mi criterio, busca mi consejo sin hacerlo evidente, y sabe que su mamá lo adora. Y seguramente con él no me entrometo tanto, ni corrijo tanto, ni le repito las cosas tanto… Y sin decírselo pienso: te lo dije","¿ves,? suponía que eso iba a pasar" ni "ya no me quieres, ya no conversas conmigo".

Les di independencia, y claro... con la llegada de la democracia en los 80´s también les enseñé lo que era ese concepto. Creo que ahí... exageré, pero en verdad no me arrepiento.

Lo que no puedo manejar… lo que está más allá de mí es la angustia diaria. Cuando se van a la universidad, cuando manejan, cuando tonean, cuando no sé de ellos por horas, o sea siempre es monstruo oscuro del miedo me posee. Vivo controlando ese miedito de que les vaya a pasar algo y mi propio yo me consuela diciendo que -sea lo que sea-  todas las mamás somos iguales.

AMEN.

lunes, mayo 07, 2012

Amor es gran laberinto...

para más de alguno




Para cualquiera que le tiene estima a un amigo/a sabe que es doloroso verlo sufrir cuando su relación de pareja termina. Algunos buscan culpables, otros analizan la incompatibilidad de caracteres, los comunes suelen abrazar la causa de uno de los involucrados dando por hecho que el mejor consejo es decirle que “el otro/la otra” son unos desgraciados que no la/lo valoran. Todos creemos dar el soporte correcto, adecuado, y en realidad muchas veces somos un receptáculo de lágrimas, culpas, heridas, dolores que se resolverán (o deberían) con tiempo, disociación, distancia y mucha sabiduría.


Joaquín Sabina en su sapiencia dice “amor es solo un juego donde un par de ciegos juegan a hacerse daño”. Hay casos, pues, en los que no deja de tener razón. Puesto que si una relación empieza a girar sobre quién tira más de la cuerda, ambos quedarán extenuados de tanto amor, agotados de peleas inútiles, de atrincheramientos, en donde para los ojos de los demás: uno cede y el otro jode, o viceversa. Tal vez, ni siquiera los involucrados adoloridos y sufrientes tengan la valentía real de tomar distancia, y a pesar del amor enorme que puede existir: romper el vínculo que los intoxica y que puede llevarlos a un puerto aún más grande de sufrimiento. Un puerto del que es mejor alejarse antes de ahogarse en un mar tenebroso del que tal vez se enreden con la furia, la ira, la intransigencia y la falta de respeto.



El amor es pues un laberinto, donde tal vez dentro exista un Minotauro que no sabe qué hacer más de devorar a sus víctimas, o una Ariadna que nos dé el cabo de una madeja para entrar y salir victoriosos.