lunes, marzo 31, 2008

Los puentes

Volví a ver hace poco Los puentes de Madison protagonizada por Merryl Streep y Clint Eastwood. Después tuve la suerte de que me prestaran la novela (Robert J. Walter), un texto breve que cuenta tan solo una historia que ocurrió hace algunas décadas atrás. Una historia que vivieron Francesca Johnson y Robert Kincaid, y que cosecharon los hijos de ella sobre la base de los diarios que encontraron, a la muerte de su madre.
Termina siendo quizás lógico que yo me pare en mi orilla femenina para analizar el tema, y que además, me resulte complicado identificarme con Kincaid; no se me puede ocurrir qué le estaba pasando por la cabeza y el corazón cuando Francesca se convirtió en la mujer de su vida, una mujer a la que solo tuvo un período minúsculo de tiempo, y sin embargo…
Me quedó con unas palabras que rondan la mente de esta mujer: “Me equivoqué Robert, me equivoqué al quedarme,,, pero no puedo irme… Déjame decírtelo otra vez… por qué no puedo marcharme… Dime otra vez por qué debería irme”. Y oyó la voz de él que regresaba por la carretera. “En un universo de ambigüedad, esta clase de certeza viene sólo una vez, y nunca más, por muchas vidas que uno viva”.
La novela, para mí, es en su esencia el testimonio de un gran amor. Pero no sólo me estoy refiriendo al amor entre los dos protagonistas que vivieron una historia, una deliciosa fantasía, un sueño hecho realidad. Es también el testimonio del amor inmenso de una mujer por su familia pues Francesca sabía que tener una familia representaba una gran ventaja: yo por lo menos tenía una familia, una vida con otros. Robert estaba solo. No era justo, y yo lo sabía. Es el testimonio del amor que Francesca le tenía a su marido, pues lo amaba a su manera y sabemos que hay millones de maneras de amar. Es el testimonio del amor más inmenso de unos hijos que lograron ver en su madre justamente lo que somos las madres: seres humanos.
No fue miedo lo que hizo que Francesca no huyera con Robert, tal vez fue sensatez, tal vez fue la razón sobre el corazón, tal vez fue un cúmulo de pensamientos que la obligaron a controlar sus ganas de salir corriendo aunque supusiera sufrir. Pero por encima de todo, fue amor.
Esta historia es también una gran metáfora, pues termina representando a todas aquellas encrucijadas que se presentan en la vida, y que a veces con el corazón estrujado se tiene que hacer lo correcto y no lo que deseamos, lo motivante o lo excitante.
Son los puentes los que nos llevan a otro lugar, pero son también los puentes los que nos vuelven a casa.

viernes, marzo 28, 2008

Save the planet! Save the LIMBUS!

A Cecilia, por la idea y a Luli, por el conocimiento

Como verán por el tema, me ha dado un poco fuerte darle vueltas a ciertos asuntos teológicos… ¡pucha! y realmente me tiene preocupada. No obstante, esta duda, pregunta, curiosidad o como quieran llamarle me tiene un tanto inquieta puesto que tiene que ver con el destino de varias, miles, millones de almas que literalmente hace algún tiempo atrás se han quedado sin cobijo, gracias al bienamado, grandísimo, excelso, excelentísimo Papa Benedicto XVI. –Yo particularmente, me acabo de enterar hace poco-. Resulta que, hasta donde mi conocimiento teológico llegaba, el Limbo existía. Debemos partir en primer lugar de la definición de esta palabra. Consultando a mi gran amigo, el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) me quedo con las dos primeras definiciones: 1. Lugar o seno (¿dijo seno?), según la Biblia, estaban detenidas las almas de los santos y patriarcas antiguos esperando la redención del género humano./ 2. Lugar adónde, según la doctrina cristiana, van las almas de los que, antes del uso de la razón mueren sin el bautizo.
Bueno pues, como ustedes tal vez sabrán desde octubre del año 2006 el Papa decidió terminar, cerrar, clausurar este sacro santo lugar (porque ES un lugar, como habrán visto) y a todos aquellos que hayan recibido educación católica les enseñaron que era un lugar, ¿no?. El lugar ha dejado de existir….. Entonces, mi inquietud se basa en lo siguiente: a dónde michi se fueron todas esas almitas que tan alegre y pacíficamente vivían, (o sea moraban… porque decir vivían en realidad no es correcto) ahí. ¡Socorro! ¿A dónde han ido a parar esos miles de millones?

a) Al Cielo: imposible, no califican… no están bautizados. b) Al Purgatorio: tampoco, no han pecado ni de juego. c) Al Infierno: menos, ésos no tuvieron tiempo ni de enterarse cuáles eran los Diez Mandamientos que yo incumplo a cada rato….

¡Pobrecitos! Han sufrido un desalojo brutal sin más ni más. Sin compasión alguna han sido eliminados de la faz de la… nada… y ahora deben estar buscando lugar para su nueva morada. La cosa se les ha venido complicada, seguramente estas almitas ya hace más de año y medio dan vueltas como pollo a la brasa sin saber dónde establecerse. ¿Les parece justo?
¿Qué daño le causaba a nuestro bienamado, grandísimo, excelso, excelentísimo Papa Benedicto XVI dejarlos ahí tranquilitos no más? Ahora pues, nos enfrentamos a otro problema más de vivienda e hiperpoblación, sin resolver…

PD. El DRAE tendrá que sufrir ciertas modificaciones porque ahora esa palabra no hace referencia a nada.

martes, marzo 25, 2008

Superhéroes: ¿quién era qué?

Estaba revisando mentalmente la galería de Superhéroes que conocí de niña a través de los comics y de la televisión. Aquellos seres que tenían doble vida y para salvar al mundo sacaban a la luz su verdadera esencia y acometían grandes hazañas.
Me arriesgué a recordar que la mayoría tenía un trabajo común y corriente. “Vivían” en el mundo real interrelacionándose con los vulgares mortales y porqué no, enredándose con ellos.
Superman era Clark Kent, un periodista tímido, cuatrojos, enamorado de Luisa Lane. El Hombre Araña era Peter Parker, también era periodista gráfico -debe haber algo con esta profesión-. La Mujer Maravilla era secretaria (creo) y trabajaba para el gobierno norteamericano –de la bandera se había hecho su traje-. Batman era Bruno Díaz pero ahora que recuerdo bien, debió haber vivido de sus rentas porque nunca vi en qué trabajaba, vivía en un caserón, tenía un mayordomo –Alfred- y su baticueva era el sótano de su mansión. Su compañero, Robin, más conocido como Ricardo Tapia era un “comechado” pues vivía a expensas de Díaz, quien lo rebautizó como el chico maravilla… sería por algo. Otro caso de aquél que vivía sin trabajar era El Zorro, Antonio de la Vega, un hacendado que había heredado las tierras de su padre.
No obstante hay uno que recuerdo y que es anónimo por completo, nómade, etéreo, misterioso y como bien su nombre lo indica, solo. El llanero solitario…enmascarado, vestido de blanco como su caballo. Iba acompañado de Toro (tan solo no estaba) un indio (una suerte de Sancho Panza sioux) que le decía Kimosabi y la verdad es que nunca supe qué significaban esas palabras –a lo mejor le decía su vida y milagros y todos tranquilos-. Este héroe me daba pena, no tenía vida, trabajaba full time las 24 horas al día. Cabalgaba por las llanuras gringas, bajo el sol castigador y no se le caía ni el sombrero, camisa fashion pegada al cuerpo, manga larga. Era obvio que él se lavaba la ropa, reconociendo que era un ‘master of the universe” puesto que para poder mantener la camisa sin arrugas a pesar de las peleas y revolcones en la tierra tenía que tener varias horas de vuelo sobre una tabla de planchar. O sea, un hombre moderno, independiente, metrosexual, adelantado a su tiempo.
A él, mi homenaje por encima de todos los superhéroes de mi infancia ¡Arre Plata!

sábado, marzo 22, 2008

Uy! qué nervios!

Advertencia: el contenido de este artículo puede causar náuseas… tómense un Gravol o aplicar a la vena (de frente y sin miramientos)

He ido preguntando a mis amigos qué es lo que les produce temor, repulsión o asco, en lo cotidiano o en sus fantasías y de hecho me he dado con respuestas bastantes particulares. Muchos de ellos han confiado plenamente en mí sin saber qué iba a ser con ese dato, pero de hecho sospechaban que iban a ayudarme a escribir un artículo en el Blog.
Hay temores compartidos, por ejemplo a las ratas o cualquier pariente, pero parece que la rata produce una ensalada de sentimientos espantosos que van desde el asco hasta el terror. Uno de los orígenes puede estar cuando los niños de mi generación se espantaron con la rata de la película de Disney La dama y el vagabundo: este ser nauseabundo que entra en la casa con la intención de meterse a la cuna del bebé recién nacido. En conclusión, están jodidos porque éste es el año chino de la Rata….!
Las cucarachas van por el mismo camino, la historia de mi amiga C es espantosa: cuando era niña en la casa de la abuela –una propiedad muy antigua- entró al baño de noche y cuando prendió la luz vio como un mar de cucarachas habían cubierto todo el piso volviéndolo marrón, por efecto del reflejo luminoso escaparon por un ducto que estaban reparando. Así cualquiera…Yo que no sentía asco por estos bichos…. me acabo de unir a la causa.
Las hormigas, arañas, los gusanos, las babosas, las polillas y otros bichos más caen en ese lugar común de ser uno de los géneros más odiados del planeta, como dice mi amiga G, con sólo hablar de ello me pica todo el cuerpo, es más hasta se enroncha. Advierto que alguno de estos cohabitantes del planeta se comerá nuestro cuerpito o sea que a los enemigos: crémense….
Otro temor que cada vez veo que es más común es a los pájaros o algún componente de ellos como las plumas. Es curioso, tengo una amiga que ni siquiera puede distinguir entre la cuculí que se para cagando en las bancas de mi jardín (las odio!) y el pollo a la brasa que de vez en cuando se empuja su marido. Simplemente por principio no puede con los bichos alados. Pobre víctima de Hitchcock … éste la tenía clara cuando hizo la película Los pájaros.
Mi marido (me ha permitido citarlo) le tiene fobia a las esponjas, cuando tiene que tocar una –o algo hecho de ese material- casi casi entra en una contorsión digna de Linda Blair en El exorcista…. peor aún, sólo al escuchar la palabra esponja se escarapela….Tortura científicamente comprobada. Nosotros concluimos que de niño al bañarlo le sacaban la mugre como sartén vieja con una esponja áspera y de ahí el trauma…..
Comunes: el miedo a volar, los espacios muy abiertos, el miedo escénico, a los truenos (me aúno), al abismo…
De los misteriosos y casi inexplicables: el miedo al fuego, llegar al límite de ni siquiera prender un fósforo... al término del día -se cierra un ciclo y produce angustia-, a los balcones o ventanas altas, a fantasear con quedarse atrapado en algún lugar oscuro por donde pasa una acequia. Despertar y no poder moverte y realmente sentirlo….
Yo les comparto dos temores míos concretos: Cuando vi por primera vez el Huascarán y de ahí en adelante cualquier glaciar imponente me da una angustia realmente horrible. La misma sensación que cuando estoy sin piso en el agua (aunque sé nadar). A ambas angustias les he encontrado una explicación en la famosa teoría de la reencarnación (pues hay que buscar cuál es la causa de los temores personales, al menos por curiosidad). En mis otras vidas fui: primero, la Dama de Ampato –léase la Momia Juanita- sacrificada en la majestuosidad de los Andes y luego, me morí en el Titanic.

martes, marzo 18, 2008

Los DIEZ mandamientos

He estado pensando mucho en esta historia de los 10 mandamientos, ¿será que ahora que está cerca la Semana Santa me vino la onda teológica….?
Estos consejillos, que nos acercan o nos llevan directo al Reino de los Cielos, si los cumplimos a rajatabla, me obsesionan un poquito, más en estos tiempo modernos en donde algunos de ellos me parecen bastante cuestionables o complicados de cumplir.
(Advierto que voy a usar los del Catecismo Católico que discrepan en orden con otros más ortodoxos):
I. Amar a Dios por encima de todas las cosas. Ese es relativamente fácil si es que tienes fe, si eres creyente por tus cuatro costados (o en todas curvas). Digo que es fácil si de cosas se trata; porque si me dicen que ame a Dios por encima de… por ejemplo mis hijos….
Padre, confieso que he pecado – ¿quién no?-.
II. No tomarás el Nombre de Dios en vano. Bastará que yo diga una frase para que éste se vaya al cacho: Hermanito, te juro por Diosito que mañana te pago… tengo un conocido que me debe hace cinco años que se van para seis. El pobre (chesu!) vive en pecado y ni cuenta se debe haber dado (espero que le dé una leidita a este artículo a ver qué pasa.....).
III. Santificarás las fiestas. La santificada de Navidad es la mejor, se gasta un huevo de plata en regalos y se come como condenado. Y todos felices celebrando el nacimiento del buen Jesucito. En Octubre, que viva el trague de Turrón de Doña Pepa al lado de las sangrientas corridas de toros junto con nuestro venerado Señor de los Milagros. ¿Qué es realmente santificar? ¿Ir a misa cuando es feriado religioso? ¿That’s it?
Padre, confieso que he pecado.
IV. Honrarás a tu padre y a tu madre. Ésta puede ser un poquito más fácil. Sin embargo, me imagino que en algún momento de nuestras vidas los hemos odiado a morir. O bien que algunos lectores le deben laaaaargas sesiones de terapia a sus papis y a sus mamis -porque la verdad es que hay cada ejemplar-…. Complejo de Edipo, Complejo de Electra... Mmm, creo que no era tan fácil la cosa ésta.
V. No matarás. Si se refiere físicamente vale! Más de uno la hizo. Pero cuántas veces queremos deshacernos de alguien…….
Padre, confieso que he pecado.
VI. No cometerás actos impuros. Éste me lo cambiaron porque antes era NO FORNICARÁS: no way! De paso me hace acordar a los curas de mi colegio que le decían a los chicos que si se masturbaban les iban crecer pelos en la mano!!!!!!
VII. No robarás. Pucha, aquí me huele que el porcentaje es muchísimo más alto de lo que creemos, pero muchísimo más: los pomitos de shampoo del hotel, un vaso, unos fosforitos, un chicle, un llavero, un lapicero, la colchita del avión, la almohadita, una caramelito…..
Padre, confieso que he pecado.
VIII. No darás falso testimonio ni mentirás. Hay tantas mentiras universales que merecerían otra publicación, Dios…. éste sí que lo pusiste recomplicado…. Además si disfrazamos la mentira con la de mentirablanca o piadosa, somos recontrapiadosos… estamos salvados.
Padre, confieso que piadosamente he pecado.
IX. No consentirás pensamientos ni deseos impuros. Uyyuyuyy… ahí lo dejo.
X. No codiciarás los bienes ajenos. En su forma antigua es mejor…No desearás la casa de tu prójimo. No desearás la mujer de tu prójimo, su sirviente, su sirvienta, su buey, su burro, ni nada que le pertenezca a tu prójimo. Y ¿se salvan las que desean al hombre de su prójima o algo de lo que la prójima tiene? O ¿aquél que envidia al prójimo cuando algo le sale bien?

Qué les parece si vamos haciendo una colecta para el aire acondicionado.... ahí abajo lo vamos a necesitar.

sábado, marzo 15, 2008

Trabajo, familia y culpabilidad

Estoy convencida de que deben haber miles de artículos y libros que hablen del tema especialmente si del género femenino se trata. En tiempos actuales, un alto porcentaje de mujeres combina trabajo con crianza de hijos, administración del hogar entre otras tareas más que le impone la vida (cuando digo impone no lo hago como si se tratara de un yunque).
Pertenecemos a una generación educada para tener una profesión que nos permita ser independientes, hacer lo que nos gusta, lograr satisfacciones personales en el sentido amplio de la frase pero además, muchas veces la economía familiar obliga a tener varios trabajos a la vez, o cumplir con un horario que nos mantiene fuera del hogar hasta entrada la noche.
Tanto papá como mamá terminan pasando mucho tiempo fuera y al volver suele verse dos grandes tipos de escena. Hay otras más, estoy tomando una muestra, por si acaso.
a) La tensión ocasionada por el día laboral, convierte el ambiente hogareño en un área intolerante, sin lugar al descanso, irrespirable.
b) Se cede en todo para evitar un problema en el ambiente familiar.
Me interesa este último.
Aquí salta la culpa, y generalmente es más grave en las mujeres. Al ser dotadas por la naturaleza de la tarea maravillosa de ser madres, una se ve en la obligación de hacer milagros para establecer un balance, entre el trabajo y la crianza de los hijos. (ver publicación de Los platos chinos) Sin contar con ser esposa, amiga, amante, y mujer. Pero el tiempo no alcanza, y a veces hay que optar. Hay otras mujeres que deciden dejar de lado trabajar (su condición económica se los permite -además de su psique-) y se dedican por entero al cuidado de su hogar. Pero ello tampoco es una garantía de lograr el equilibrio del que estamos hablando.
La famosa leyenda urbana de calidad de tiempo vs cantidad de tiempo no es del todo una premisa convincente puesto que por un lado, a veces la calidad está llena de culpa y por lo tanto damos rienda suelta a crear/ criar un (varios) dictador(es) que está acostumbrado a recibir, en la mayoría de los casos, un agotado SI como respuesta a sus requerimientos. Por otro lado, la cantidad se enreda en sí misma y está llena de desaciertos.
Recuerdo una antigua película que presentaba una relación entre abuela (ama de casa), madre (ejecutiva) e hija (universitaria). Entre las tres se había creado una dinámica de ataques, culpas, venganzas, rencores y demás. En un momento la madre le dice a su hija cuando ésta última le reclama sus ausencias: No hay ninguna garantía en la crianza. Yo tuve una madre 24 horas al día, NO por eso soy menos neurótica que tú...
Hay que buscar el balance, y en la búsqueda equivocarnos y corregir. Creo que en la crianza de nuestros hijos también vale la pena recordar ese viejo dicho de: ni tan lejos que se enfríe, ni tan cerca que se queme.

miércoles, marzo 12, 2008

El difícil arte del maridaje

Dícese de la palabra maridaje: Es la unión, colaboración o correspondencia
ETIMOLOGÍA: De maridar (casar).


Últimamente escucho mucho la palabra maridaje para referirse a las uniones ideales a la hora de comer. Por ejemplo, saber combinar un vino con un determinado ingrediente. De eso se habla mucho (aquellos conocedores o los ridículos que pretenden pasar como tales) y se escribe aún más.
Sin embargo, me apego a la definición cuasi etimológica y reviso la gama de maridajes que encontramos en el mundo real, es decir, los millonésimos tipos de maridos y su correspondiente esposa que podemos hallar en este maravilloso planeta llamado Tierra.
¿No les parece que hay maridajes que, como diría mi amiga Lorena, "no corresponden"? Me refiero a ciertas combinaciones entre marido y mujer que cuando los ves como que no te cuadran en la cabeza. Un ejemplo, el marido menudo, escuálido con la esposa categoría chapana (frase prestada)... y sin embargo, combinan.
Justamente ésa es la magia, ésa es la química extraña del maridaje que al igual que en la comida es un principio totalmente subjetivo. De ahí provienen los comentarios propios y ajenos de este tipo: ¡cómo pueden seguir juntos!, ¿serán felices?, ¿serán infelices?, ¿cómo se aguantan sin son tan diferentes?, ¿cómo se aguantan si son tan parecidos?, ¡si parecían tan felices...! ¡si son como perro y gato...! etc. etc. etc. Parafraseando con humildad a Tolstoi: las parejas felices y las infelices lo son a su manera...
Sin embargo, en el maridaje puede ocurrir de todo. Por ejemplo que después del primer bocado (y seguramente otros más) desaparezca la magia inicial y la combinación ya no sea tan sabrosa como lo era en un inicio. O que, los ingredientes vayan modificando su textura con el paso de los años y pierdan su esencia. O que, el hambre haya sido tal que el maridaje terminara combinando cualquier cosa... algo así como mango con frejol (y en algunos casos funcione). O que, en el camino de la vida uno(a) vaya probando más de un maridaje a ver cuál termina siendo la combinación que no se compare con ninguna otra. O, como ocurre con algunos vinos, que el tiempo y la edad, (o un buen ajuste de tuercas)contribuyan a una sustancial mejora usando los mismos ingredientes...

sábado, marzo 08, 2008

En nuestro día

Supongo que alguno de mis lectores esperará que en un día como hoy escriba un texto alusivo al Día Internacional de la Mujer…. Sí pero no. La verdad es que este día me jode. Me jode tanto como el Día de la Madre, del Padre y del Niño (esta vez no me voy a meter con las celebraciones religiosas).
Me jode tanto como hablar de Literatura Femenina, Revistas para la Mujer, programas para las Mujeres, etc, etc. etc. En todo ello me queda un sabor de “premio consuelo” y eso es lo que me jode. Una suerte de “vamos a darles un poco de atención a las portadoras de uteros”.
Muchos dirán que hablo como una renegada de mi condición. Pues no, simplemente hablo como un ser humano, que tiene en su configuración química los cromosomas XX. Tú tienes el XY, tengo el XX. Tú tienes pene, yo tengo vulva, tú tienes ojos negros, yo los tengo pardos, tú eres alto, yo soy rechata, tú eres policía, yo soy profesora, tú eres soltero, yo soy casada. Simples diferencias buenas y enriquecedoras que experimentamos a diario.
Sin embargo, en algún momento de la historia, en algún maldito momento de la evolución de nuestra contradictoriamente llamada civilización, las diferencias se volvieron abismos y como siempre le digo a mis alumnos: la soga se rompe por el lado más delgado. El hecho de ser XX nos convirtió en seres de una contextura más delicada (lo admito con realismo pues no se puede tapar el sol con un dedo) y ahí está la madre del cordero. Tomaron nuestros destinos y empezaron por siglos, a decidir por nosotras.
Gran problema que se sigue arrastrando hasta nuestros días, gran problema cuando a veces hay que fingir sumisión para ser aceptada, o pertenecer a una cultura que ni siquiera te da la opción de pensar en una mediana libertad de pensamiento, porque no todas podemos decir lo que sentimos o queremos.
Las trampas de la sociedad hacen que la valentía se confunda con histeria, que el uso de un lenguaje fuerte se confunda con vulgaridad, la fuerza con falta de femineidad, la independencia con “nadie la aguanta”, el preocuparse por sí misma con egoísmo, la inteligencia con señal de amenaza, las hormonas revueltas con dramatismo y la lista sigue y sigue. Estoy orgullosa de ser mujer, pero confieso que me indigno enormemente cuando somos nosotras mismas las que nos ponemos las zancadillas para que nos sigan tratando como tontas e inferiores.
Los dejo con este poema de Mario Benedetti:
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría lejana
en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida,
imposible, prodigiosa blasfemia.

miércoles, marzo 05, 2008

A propósito de Miguel Bosé y "... por vos muero" -una cosa lleva a la otra-

Garcilaso de la Vega (1501-1536)
Soneto V

Escrito está en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo
vos sola lo escribisteis; yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero


Hace unos días he vuelto a escuchar la producción de Miguel Bosé “... por vos muero”, título que el cantautor cosecha del poeta español renacentista Garcilaso de la Vega (1501-1531). Inclusive, se arriesga a combinar una melodía de Beethoven con parte del soneto V que da nombre al Cd. Los arreglos sinfónicos complementan el trabajo de manera exitosa. Sin embargo, la siguiente reflexión no descansa en la calidad artística del gran cantante español que en su madurez ha abandonado de manera muy inteligente la imagen de “amante bandido”.
“… por vos muero” esta vez me dejó pensando, en lo que los académicos han estudiado por años: la idealización de la mujer. Mejor lugar que Europa Occidental, ninguno. Mejor momento que la salida de la Edad Media y el siglo XVI, menos. No faltaba una mujer que hiciera suspirar a un escritor y que lo llevara hasta el paraíso sin que ella llegara a enterarse si quiera. Es la época del bien llamado Amor Cortés (sin alusiones familiares).
Como lectora común y silvestre, me hago la pregunta válida: ¿cuán alejados estaban estos modelos ideales de la realidad? Y yo misma me contesto: la distancia era abismal, pues basta con conocer un poco de historia y darse cuenta que encontrar en la multitud una mujer como Beatriz –la de Dante-, como Laura –la de Petrarca-, como Elisa (o Galatea) –la de Garcilaso era casi imposible. Esas mujeres que fueron reales pero inmortalizadas por la literatura tenían tantas virtudes en el papel que sería utópico creer que las tuvieran en la vida real.
¿Qué empujaba al hombre a idealizar a la mujer? La moda, el pensamiento filosófico de la época, la religión o tal vez el no estar contento con lo que tenía a su alrededor y por lo tanto, iba más allá.
Una mujer extraterrenal, alejada de la cotidiana realidad, con pinceladas de pureza y maternidad, o quizás por otro lado con cierto aire de no tener misericordia frente a este hombre que era capaz de morir por ella. Los extremos, siempre los extremos.
Por siglos la civilización ha insistido en clasificar a la mujer en tres grandes grupos: la pura (y tonta), la pecadora (y mala) y la madre (intocable). Esos son los arquetipos de fémina que irrumpen desde la Edad Media y llegan hasta hoy disfrazados de otra manera. De hecho podemos encontrar otras etiquetas, pero cuando de poesía amorosa se trata la idealización es la mejor manera de presentar a la dama en cuestión, aquella a la que un hombre es capaz de decirle: por vos muero...