miércoles, diciembre 25, 2013

Cerrando el año...


Queda una semana para acabe el año y no pensaba escribir ningún post en estos días para tomar unas mini vacaciones del Blog. Pero tengo mucho que agradecer y aprovecho esta tribuna para hacerlo.

Empiezo por celebrar el éxito del libro “Palabra Viva”. El maridaje entre la selección de mis textos y las extraordinarias fotos de Anamaria McCarthy no se hace todos los días. Nos ha ido muy bien, rebasando inclusive, nuestras propias expectativas. Lo mejor: seguimos mirando el futuro en esta coautoría, coeditoría y diálogo fluido y natural. Como dije esa cálida noche de agosto: un sueño que se hace realidad se realiza cuando no bajamos los brazos, cuando hay cariño, cuando le ponemos pasión a lo que hacemos.

Por otro lado, el proyecto que empezó en el 2012 de fomento de lectura junto con la Municipalidad de Miraflores –Fotolecturas- se cerró este diciembre. Vi trabajos maravillosos de colegios diversos. Me quedé asombrada y encantada de ver cómo después de haber manejado este proyecto con mis alumnos del Cambridge durante quince años, pude replicar la propuesta con chicos de otros entornos. El entusiasmo, la participación, las ganas de recorrer la ciudad con un libro en la mano no tiene precio. Confirmo, se puede seguir motivando la lectura en los adolescentes. Nuevamente, sin bajar los brazos y seguir con entusiasmo.

Mi trabajo me motiva en el día a día.  Los chicos me contagian su alegría, su “creatividad”, me inyectan juventud, humor. Son originales como cualquiera lo es a esa edad, pero también tienen un miedo enorme de crecer. Se aferran a ser niños para no perder protección pero piden a gritos libertad. Algunos piden a gritos atención, algunos piden a gritos… cariño. ¿Cómo no agradecer sus iniciativas, sus bromas, sus flojeras…? ¿Cómo no agradecer que me aguantan y todavía ríen conmigo? Y aunque sigo luchando para que lean, y son unos devotos de Wikipedia… algo les quedará de sus clases de Literatura.

Como todo en la vida, saltan piedras en el camino. Y aprendí que las piedras están para esquivarlas. Aprendí que no iba a cargar las piedras ajenas porque no eran parte de mí. Los problemas que tienen los demás, las frustraciones, la pérdida de pasión, las carencias, las envidias, las máscaras… le pertenecen a quien las lleva consigo.

A mi edad, palabras ajenas y muy sabias, tengo los amigos que quiero tener. Aquellos que me conocen bien, que me dicen las cosas a la cara, los directos, honestos, valientes, amorosos, generosos, rústicos, entrañables. A ellos mi eterna gratitud por todo lo que han hecho por mí en estos últimos tiempos. No se pueden imaginar cuánto… tanto, que ni se imaginan.

Cierro un año con: 50 años encima bien vividos. 25 años viviendo al lado de un hombre humano, íntegro, incorruptible, transparente y amoroso que me contagia su fortaleza cada día. 23 años de ser madre de una mujer valiente y ejemplar,  20 de  un hombre arriesgado y comprometido con su futuro. Un libro publicado, un proyecto celebrado, un trabajo lleno de retos y un corazón plenamente satisfecho. Sigo sin bajar los brazos: ahí está el truco. Amo todo lo que hago: ahí el segundo truco y el fundamental.
 
2013, te vas dejándome una valla bien alta, y ya estoy tomando viada para alcanzar todas las que se presenten en el 2014.

martes, diciembre 17, 2013

Las mejores perlas del año


Siempre pienso que debería tener un archivo especial para todos los comentarios maravillosos que sueltan mis alumnos de vez en cuando. He escuchado de todo en esta vida, sacando cuentas pronto cumpliré treinta años desde que Luis Jaime Cisneros me dio el primer empujón para pararme frente a un aula: marzo del 84. ¡Cómo pasa el tiempo! Los años de docencia universitaria, luego en la inolvidable academia Trener y ahora en el colegio me van dejando huellas simplemente geniales.

Inolvidable y ya un clásico, cuando un alumno –analizando “El túnel”- me dijo que Juan Pablo Castel se creía un “ya no ya”…. O cuando otro me preguntó si la Edad Media era antes de Cristo o después de Cristo. Algunas se me diluyen en la memoria y me mata la pena porque a estas alturas de mi vida son irrecuperables.

No obstante, antes de que caigan en algún lugar recóndito de mi memoria tengo que dejarles algunas que he coleccionado este año.

1.    Ante la pregunta: ¿cuáles eran los nombres de los tres mosqueteros? La respuesta inmediata acompañada de una sonrisa que iluminaba el rosto de NN fue: Gaspar, Baltazar y Melchor.  

¡HERMOSO!

2.    Mientras se realizaba la lectura silenciosa de un cuento. A boca de jarro surge una pregunta: No entiendo…. ¿cómo le robaron? Yo, en ese momento, no recordaba para nada que hubiera habido un hurto en el argumento, sabía que el protagonista se había emborrachado pero nada más… pero la confusión del estudiante era de tamaña intensidad que dudaba de mi misma.

Otra alumna salió a mi auxilio…no- dijo- seguro que se ha confundido. No le roban. Lo que pasa es que aquí dice “lo asaltaron los escrúpulos”:…

3.    Esta última va más allá del conocimiento académico, es inocencia pura. Conociendo a la criatura, estoy totalmente convencida que no hubo dolo ni mala intención en su pregunta. Ello, eleva la anécdota a la genialidad.

-Miss, hoy día ¿es tu cumpleaños?

-Sí, NN, hoy cumplo cincuenta!

- ¡Ala miss! y ¿a los cincuenta, las mujeres todavía celebran?

¿Cómo no va a ser un placer trabajar con estos chicos?

martes, diciembre 10, 2013

Última clase

Cuando acaba el año escolar suelo tener una última clase especial con mis chicos y en  especial con los de 3ero de media. Escojo esa promoción porque los de 5to tienen otro chip –además de haberse ido antes- y los de 4to ya están pensando que falta poco para acabar el colegio.
Para mí, 3ero es un grado especial. Recibo a un grupo nuevo y busco encaramelarlos con el bichito de la lectura. A veces lo logro. Trabajo cada día por hacerles entender cuán importante es leer. Cada año es más duro. Ello, por mil y un razones que sobran analizar. Hoy, cerrando el año les puse en pantalla (Smart Board) una lista de los que yo consideraba los Top Ten clásicos de la literatura universal y que habíamos revisado de una u otra manera durante el año.
Sin embargo, mientras que mi discurso iba planeado a  decirles que en algún momento de sus vidas leyeran esas obras, me di cuenta que el mundo que cada uno de mis alumnos vivía estaba reflejado en la pantalla. Mi hoja de ruta cambió. Aquí va la idea general de lo que les dije.
A los quince años uno sabe que falta mucho por vivir, pero cree que lo ha vivido todo. Solemos decir que los adolescentes no saben lo que es la vida, pero a veces no somos capaces de recordar que a esa edad un problema puede ser una tragedia griega. La vulnerabilidad y la sensibilidad están a flor de piel, y al igual que en “La divina comedia” alguno de mis alumnos puede pasar del Infierno al Purgatorio y de ahí al Paraíso.
Otro de mis chiquillos puede sentir tanta culpa como Ralkolnikov en “Crimen y castigo” o ser tan malévolos como Yago en “Otelo”. Puede haber sufrido enormemente por la separación de sus padres léase Karenin y Anna. Un adolescente puede tener grandes sueños como Don Quijote o ser tan campechanos como Sancho.
Más de uno vivirá su miseria cada vez que está sentado en un salón de clase o soñará con salir adelante emocionalmente a pesar de todo lo que lo rodee, como Jean Valjean.  Más de uno tendrá una madre intransigente, más de uno y querrá patear el tablero de lo correcto como en las obras de García Lorca.
 Y la gran mayoría, seguramente, subirá a su movilidad y se tragará todo el tráfico limeño deseando una sola cosa: llegar a casa, como Ulises.
Eso le hice ver a los chicos: el año que hemos recorrido en la literatura es un espejo de lo mismo que ellos han vivido durante treintaiséis semanas. Emociones que se encuentran en esas obras. En la última hora de clase tenían que entender en la literatura está nuestra esencia, nuestra humanidad. En ella sentimos, nos observamos y nos reconocemos una y otra vez.

martes, diciembre 03, 2013

Carta a Papá Noel

Querido Papá Noel:
Sé que te sorprenderá que te escriba dado que no soy una fanática de la Navidad… pero así son las cosas. Han pasado muchas lunas desde que era una niña y te pedí una muñeca que nunca me trajiste y por esa razón decidí no hacerlo más.
Sin embargo, al llegar a los cincuenta años me di cuenta que podría hacerte unos pequeños pedidos no muy complicados de cumplir y mejor hacerlo ya, porque  la Navidad (mi celebración desfavorita) está a la vuelta del mes.
Por lo tanto, ahí vamos:
1.    Poner “coma temporal” a Los Toribianitos, estos niños infames que me taladran el cerebro doquier. Huelgan motivos de mi explicación y fíjate que no estoy siendo cruel porque los puedes despertar cuando consideres necesario para no perturbar la paz mundial.
2.    Consígueme un Panetón y una mantequilla que pueda ingerir ilimitadamente sin temor a que se instalen en mi cadera para siempre. Ha llegado un rollo que por nada del mundo quiere irse y la verdad es que veo que es angurriento y quiere “más, más y más”.
3.    Explícales a los encargados de las estrategias comerciales que el espíritu navideño arranca a finales de noviembre, porque este año han exagerado: le han quitado al Señor de los Milagros la exclusividad de octubre: no es justo! Esto tener que elegir entre el morado y el rojo/verde es un problema.
4.    Recuérdale a los padres que los niños se conforman con regalos sencillos, que no pueden darle todo y peor aún, lo que ellos nunca recibieron (o les gustaría haber recibido). Una pelota, una muñeca y UN LIBRO –objeto en desuso, por cierto- bastan para una Navidad feliz. Los niños engreídos de hoy son los adolescentes soberbios de mañana...
5.    Dile a mi mamá que, en honor a ella, les sigo entregando a mis hijos sus regalos en las bolsas de tela que ella cosió con tanto afán cuando eran niños y que siempre incluyo la clásica pijama o su toalla de playa: “un must”
6.    Este pedido muestra mi generosidad. Déjales a todos los congresistas  un “Neuronalímetro” para que soplen y de acuerdo a su nivel  no circulen por favor. Concordarás conmigo que es una idea inteligente. Tolerancia CERO, te lo imploro.
Papa Noel, sé que me he portado lo mejor posible en este año. Soy consciente que hay habido cosas buenas y otras, no tanto. No obstante, la vida es así. Me quedo con lo bueno, con lo súper bueno y enormemente agradecida por este 2013 que vino con todo, como quien dice.
Aunque no lo creas, prometo recibirte con árbol nuevo y aunque San José se quedó manquito en la mudanza (o con su sierra de carpintero) el nacimiento que acompañó mi infancia y la de mis hijos estará en una mesa de mi hogar. Recuerda que la Navidad pasada la vida nos llevó a un continente diferente, y si pasaste… éramos no habidos. Acuérdate también que nos hemos mudado, estamos en un sexto piso por lo que puedes, desde el trineo, tirar al aire los encargos. Si te quieres adelantar, estaré viendo como todos los años “Love actually ” con Micaela y ahora también una película que me acaban de regalar mis amigos Beatriz y Jorge: “The Grinch stole Christmas”.

¡Suerte! y no le hagas caso a los niños pedigüeños y llorones. Mantente firme con los que no han cumplido sus promesas porque si no, los vas a malcriar.
Jo jo jo!
Claudia, la pequeña grinch...

martes, noviembre 26, 2013

Juego familiar

El ajedrez es un juego atractivo. Curiosamente se vincula con los eruditos, los matemáticos, entre algunos tipos de personalidad que suelen salir de lo común. Inclusive pareciera que es casi una actividad exclusiva de los varones.
En la literatura, el juego ha inspirado muchísimas novelas. Una de ellas me gustó mucho: La tabla de Flandes de Arturo Pérez Reverté. Más allá de la trama de la que no voy a hablar, las explicaciones que nos da el narrador sobre las reglas del ajedrez son didácticas, cautivantes e interesantes. Mafalda en varias de las tiras cómicas se devana los sesos tratando de enseñarles a sus amigos la dinámica para que pudieran compartir con ella la afición. Las reacciones van de acuerdo a sus personalidades: el humor destaca por encima de todo.
Mi padre me enseñó a jugar ajedrez. En las tardes del domingo cuando se metía a la cama cayendo la tarde me sentaba con él y pasábamos un buen rato jugando una partida. Evidentemente me solía ganar en casi todas. Me pasaba sus libros de partidas famosas “Capablanca” una de ellas. Recuerdo el encuentro de Fisher y Spasky como si fuera ayer (en plena Guerra Fría fue un hito histórico). Se esforzó especialmente en indicarme que finalmente el juego dependía de una pieza: la reina. Su capacidad de movimiento la volvía la pieza más importante de todas. El Rey, al que había que "matar" era un tonto inútil que lo único que hacía era esconderse. ¡Qué metáfora, por Dios!
Cuando viajaba a USA por algún congreso no dejaba de traer al menos un Pocket Chess. Un estuche del tamaño de una calculadora científica que se abría como una libreta con las fichas imantadas. Una maravilla tecnológica para mí. A principios de los 70s además, todo lo que venía del norte… lo era!
Me ha vuelto a la memoria una chispa hecha imagen, verme detrás de su asiento en su Citröen D Palas 65 color plata yendo en un largo paseo y aprovechando el trecho para jugar ajedrez. Se preguntarán ¿cómo? Pues haciendo un ejercicio mental (más del suyo desde luego). Yo con el tablero magnético en mano y él con el timón. Yo indicándole cuáles eran las jugadas y él, construyendo el juego en su mente, formando el mismo tablero que de vez en cuando pedía pasarle solo para darle una mirada. Mi voz infantil entonaba: d4 y él seguía. Esas partidas nunca se terminaban, solo eran un ejercicio mental en la que solo los dos teníamos cabida.
No he vuelto a jugar ajedrez. Con el tiempo dejamos de jugar, con el tiempo dejamos mucho en el tintero. Pero como con el tiempo los hijos nos ayudan a recuperar aquello perdido. Alejandro, en su momento, pasó largas tardes con su abuelo jugando ajedrez. Algunas fotos del álbum familiar conservan aún esos instantes en donde frente a un tablero un niño y un adulto juntaban estratégicamente  sus mentes para conquistar al rey del otro.

martes, noviembre 19, 2013

Una recomendación de lectura


Estoy leyendo Alice Monroe, la escritora canadiense ganadora del Premio Nobel de Literatura 2013. He encontrado en la lectura un estilo discreto, simple, directo y sobre todo: humano. Me ha realmente enganchado.

La vida de las mujeres es una novela con frases que describen de manera directa la naturaleza humana. No quiero seguir haciendo una suerte de crítica puesto que no es mi fuerte. Simplemente soy lectora que le gusta recomendar libros a mis amigos con los que comparto la afición.
Aquí los dejo con algunos ejemplos:

·         A menudo me tomaba por frívola y estúpida, pero no me importaba demasiado; había en su juicio algo grande e impersonal que me hacía libre. Él mismo no se sentía dolido ni menos cavado en ningún sentido por mi deficiencia, aunque la señalara. Esa era la gran diferencia entre decepcionarlo a él y decepcionar a alguien como a mi madre o incluso a mis tías. El egocentrismo masculino hacía que me sintiera relajada en su compañía.
 

·         Una línea muy nítida separaba el trabajo de los hombres del de las mujeres, y cualquier amago de atravesar esa línea lo recibían con una risa alegre, asombra y, a su pesar, desdeñosa.
 

·         En su casa (…) las conversaciones tendían muchos niveles, no podía decirse nada de forma directa, todas las bromas podía ser una puñalada por la espalda. La desaprobación de mi madre era abierta e inconfundible, como el mal tiempo; la de ellas llegaba como si de pequeños cortes de navaja se tratase, de un modo desconcertante, en medio de la amabilidad. Tenían el don de la burla devastadora adornada de deferencia.

martes, noviembre 12, 2013

¡A la cama!

La búsqueda de un nuevo colchón no es cosa fácil. Es una compra que contempla varias aristas, puesto que en la variedad uno se marea. Al menos yo. Si de espuma, si de resortes, si medida europea o americana, si anti-stress, si anti-alérgico…. si… si… si…. Es demasiado.
Me embarqué en esta delicada empresa hace unas pocas semanas. Mi colchón (sin entrar en suspicacias por favor) tenía varios años de uso, y la verdad es que el pobre había cumplido su función. Más que dolores de cabeza nos empezó a producir sendos dolores de espalda y de cuello. Conclusión: a cambiar de colchón.
El cuento es que llegué a la tienda X de colchones porque sabía que además, si iba a Ripley o Saga sería peor… encontraría miles de marcas y me iba a marear. En mi cabeza rondaba además esa antigua publicidad de la cabrita comiendo la paja de un colchón bamba que decía: meeeee gusssssta….. quééééééé rrrrrriiiiccooooo!
El caballero solícito que me atendió me dio las quinientas explicaciones sobre las ventajas de cada uno de los productos. Pero yo quería uno que fuera BBB. Ubicado el susodicho vino la situación interesante: Señora, pruebe el colchón…por favor. Es decir: Señora, échese en la cama. Y digo cama porque el vendedor me invitaba a probar la muestra que se encontraba en la vitrina (léase daba a plena avenida) y tenía un edredón, el cual retiró para que yo hiciera la requerida prueba.
¿Cómo les explico? A ver… ¿cómo pruebas un colchón? ¿Te sientas y ya? ¿Lo tocas? ¿Lo muerdes…. meeeee gusssssta….. quééééééé rrrrrriiiiccooooo!? ¿Saltas?  ¡No jodan! No lo voy a decir…. pero podría probarse de mil maneras. Además, en plena vitrina..
El vendedor insistía: Señora, échese para que lo pruebe….
Cómo me voy a echar “relajadita” para probar un colchón. Con cartera en la mano, llaves del carro en la otra, zapatos puestos, abrigo, casi en rigor mortis y mortis por la vergüenza, acostarme en la cama de la tienda, los carros pasando al otro lado de la ventana…. ¡Por favor! ¡Denme un aire!
Conclusión: me senté, toqué, presioné y no hice nada más. Con la compra, quedaba hipotecada mi salud corporal y la de JC desde luego. Sin embargo, mi historia quedaría ahí si no fuera por un detallito que no contemplé. En el párrafo anterior indicaba que me había sentado en la cama con los zapatos puesto e indicaré en este punto al lector, que yo no bajo de los tacos de siete centímetros jamás. Eso implicó que a la mañana siguiente de haber dormido bien, mis piernas colgaban como cuando la Alicia se hizo pequeñita pequeñita después de haber comido la galleta equivocada... Mi cama era baja, yo era baja y el colchón era alto, alto... Ahora no queda más que resbalarme hacia el piso hasta llegar al piso... En fin, gajes del oficio de ser pequeña.

 

martes, noviembre 05, 2013

Tan simple...


¡Estoy demasiado feliz, mi papá me pagó mi disfraz de Halloween!
Cuando uno tiene diecisiete años la felicidad se expresa así. No me atrevo a decir que se reduce a esta frase porque sería injusta y hasta arrogante, al enjuiciar cómo este estado emocional cabe en esas palabras.
Cuando tenía diecisiete años seguramente podría haber compartido el mismo sentimiento… claro que mi mamá no me hubiera comprado nada para Halloween porque sacaría de sus cajas misteriosas algo que me sirviera. Sin embargo, me vino a la cabeza cuando – por darle la contra a mi mamá- mi papá me compró en la zapatería “Paola” unas botas de cuero con taco que eran el sueño de mi vida: estaba demasiado feliz.
Los adultos nos complicamos más en sentir la felicidad, esa esquiva criatura que se esconde a veces en mínimos detalles y justamente por ello, no la notamos. ¿Cuándo estamos demasiados felices? Un instante puro y espontáneo.
Un par de ejemplos para no caer de nuevo en uno listado, tómenlo como una metáfora o tómenlo literalmente, con toda libertad: un ataque de risa imprevisto, un vaso de agua cuando tenemos realmente sed.
Disfrutemos también de ser demasiado felices, del disfraz de Halloween, de las boas con taco, de reír. Esta chica me dio una lección, es fácil ser feliz cuando se tiene diecisiete años y cuando se tienen más, también.

martes, octubre 29, 2013

Otra escapada literaria

Pedro Salinas fue un poeta de la llamada Generación del ´27, muchos lo consideraron el "poeta del amor" por el contenido temático de su obra. Sus obras destacadas: La voz a ti debida,  Razón de Amor y Largo lamento, transmitieron las diferentes etapas por las que pasa el amor: inicio, plenitud y final.
 
Aquí les dejo una muestra, porque a la poesía siempre hay que volver.
 
 
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».

martes, octubre 22, 2013

Orgullo de hijos


Los padres solemos sentirnos orgullosos de nuestros hijos, es casi un deber. También, si somos honestos, también pasamos -alguna vez- por la vergüenza que solemos callar.
Conversando de esto con un grupo de maravillosos adolescentes, les decía que los padres éramos como que los orgullosos por naturaleza. Si no había un gran motivo para hacerlo, igual buscábamos algún motivo para hacerlos. No se sacará buenas notas, pero es un extraordinario deportista, a veces no se porta bien pero es muy noble, Somos padres que hemos aprendido a alimentar la autoestima de nuestros hijos y con buenas intenciones. Creo que muchos de nosotros pertenecemos a una generación que se caracterizó por tener padres que no expresaban mucho que estaban orgullosos de nosotros, puesto que cuando hacíamos algo destacable era lo que se esperaba y no implicaba ningún mérito extra. Y así se los hice saber.
Justamente, por esa razón les comenté que generalmente los padres sabemos que los hijos se avergüenzan de nosotros, es más: ponen una cara clásica de “pucha, qué hice para merecer esto!” Pero ¿cuándo se sienten orgullosos?
Me quedé sorprendida y emocionada con las respuestas, por cuestiones de privacidad no voy a compartir las que son evidentemente más íntimas. Sin embargo, destaco por igual las que generosamente me regalaron.
·         Por haber trabajado desde chico y sin tener carrera universitaria llegar a donde ha llegado.
·         Por preocuparse siempre porque todos estemos bien.
·         Por mantenerse unidos como pareja a pesar de todo.
·         Porque por fin se aceptan bien aunque ya no estén juntos.
·         Por oírme siempre, aunque yo diga tonterías.
·         Por alcanzar sus metas y demostrarme que sí se puede sin importar los obstáculos.
·         Porque se muestra como es: con sus virtudes y defectos.
Elocuente. Los chicos no viven como si la vida siguiera de frente (aunque a veces lo parece). Son sensibles, son conscientes, se dan cuenta, sienten orgullo aunque no lo digan pero aproveché para sugerírselos. Los papás también necesitamos un “espaldarazo” de vez en cuando, saber que estamos haciendo bien las cosas.

jueves, octubre 17, 2013

Hay misterios en octubre

El mes de octubre tiene cierto contenido simbólico en los calendarios. En octubre el Perú se viste de morado para rendirle culto al Señor de los Milagros, en octubre por ende: turrón de doña Pepa, escapulario, color morado. La revolución rusa fue en octubre, en Alemania se celebra el Oktoberfest. En octubre nació Gandhi y en la otra mano se fundó el Opus Dei (contradicciones de la vida)
 
Octubre mes que termina con el Día de la Canción Criolla para algunos y el alienado Halloween para otros. Empiezan las amadas y odiadas corridas de toros. Octubre que promete todavía ser primavera y sigue aferrado a un húmedo y gris invierno.
 
Para mí, octubre tiene un sentido especial. Se me detuvo el tiempo y encontré un quehacer que me permitiera comunicarme conmigo misma. El 17 de octubre hice mi primera publicación en este blog. Seis años después, con un proyecto hecho realidad como ha sido "Palabra Viva", enpuntomuerto sigue bien vivo.
 
Sigue siendo un misterio este vínculo personal. He querido dejar de publicar una y mil veces. Pero ya está encarnado. No puedo evitarlo. Sé que hay alguien que lee lo que escribo, alguien del otro lado de la pantalla, alguien que tiene la potestad de irse en un segundo, o de tomarse un par de minutos para leer lo que se me ocurrió escribir.
 
También me leo y me releo. Es un ejercicio a veces masoquista, a veces que me ha llevado a ver ese rincón de mi memoria con dolor o con alegría. Es decir: verme de nuevo. Verme a lo bestia, humana, defectuosa, imperfecta, pero en esencia: Claudia tal cual.
 
Seis años.
 
¡Salud!


lunes, octubre 07, 2013

El subrayado es nuestro

Muchas personas cuando leen un libro tienen la costumbre (que no juzgaré de buena o mala) de subrayar o señalar alguna frase o pasaje que le llame la atención. En varios casos puede resultar producto de una coyuntura especial, de un estado de ánimo determinado, de una coincidencia, y la lista es larga. Si alguien nos presta una novela, por ejemplo, y nos encontramos con esas señales, podemos sentir una extraña sensación. Por un lado, entramos en la intimidad del dueño del texto que ha marcado en las páginas aquello que también lo ha marcado en el corazón, en la memoria o que tal vez haya pasado a un cuaderno donde coloca las citas especiales. Conozco a más de uno que hace eso y los envidio enormemente. Pero más allá de ello, si a quien les prestamos el libro nos conoce bien, puede ser capaz de interpretar en nuestras señas algo más que una frase. Es como un “mapa del tesoro”.
 
Cuando hace poco le presté a mi hija la novela “Elena sabe” cuyo personaje principal sufre de Parkinson –enfermedad que como algunos de ustedes saben padeció mi madre- avanzó la lectura descubriendo mi propia psique. Había realizado algunas marcas al texto en frases que para mí, hace seis años habían resultado fundamentales puesto que veía en la novela un espejo de mis propias vivencias en ese momento. Micaela me decía, que mientras avanzaba su lectura se le subía un nudo a la garganta recordando los momentos dolorosos en los que habíamos vivido con su abuela y el maldito señor Parkinson (ver post de enero, 2008 y publicado en “Palabra Viva”).
 
Ahora, mi marido lee “Un comunista en calzoncillos”, previa novela leída por mí y con un problema mayor.. como está en el ipad los subrayados no son puntos al margen hechos con lápiz. Aquí se trata de frases o párrafos resaltados en amarillo. Me comentaba que era curioso ver mi subrayado, puesto que no podía dejar de reconocerme en ellos. Conclusión: los subrayados son nuestros, lo son tanto como las lecturas, son nuestras llaves personales de lo leído, son nuestro espejo, nuestra sorpresa, nuestro sentires, nuestros dolores. Lo son como nuestra risa, nuestra emoción, nuestra sensación que estamos en las palabras, que nos encontramos en ellas.

lunes, septiembre 30, 2013

"Descansa" de Sergio Martínez

Les dejo este texto que encontré buscando algo de literatura para  disfrutar un poco:

Ennio descansa su mirada dejándola caer en las pupilas de Vesta. Encuentra en ellas un mundo incorruptible, donde puede permitirse el privilegio de ser el mismo, de forjar un hogar en los albores de esos ojos grisáceos. Ella sin embargo, prefiere la sonrisa de Ennio. Una sonrisa tímida, sincera, capaz de desenmascarar su rostro y olvidar la tristeza sembrada en sus ojos, pero cómo definir una sonrisa cuando desde que uno nace hasta que muere, siempre nos visita en los mejores momentos y no podemos permitirnos el privilegio de abrazarla para agradecérselo.

Sus pensamientos quedan sumidos bajo una tormenta de ideas, no importa que el sol presuma de rayos vistiendo Agosto. La pareja pasea inmersa en el tacto de sus manos, una prolongación de ambos cuerpos que si se separa, muere el juego de caricias traviesas, dando paso al nacimiento de la vida solitaria del que sólo se divierte con el aire. Viven donde muere la eternidad de un amor efímero. Meses después, los nervios de invierno apuñalan la ternura del verano.


Ennio no sonríe, su mirada ya no descansa en los ojos de Vesta. Ella ya no prefiere la sonrisa de Ennio sino sus ojos. Echó raíces en un terreno árido y la flor del amor nunca floreció. Diciembre desviste flores, pétalo por pétalo, dejándolas en manos del aire. El aire que sólo se divierte con la vida solitaria, del que descansa.

martes, septiembre 24, 2013

Entre el amor y el odio

Nuestra memoria suele ser traicionera, tendemos a recordar las vivencias de manera contradictoria. La pasión, el odio, el amor echan sus pinceladas a las escenas de nuestro pasado con un tinte de menosprecio o sobrestimación.
Ya he comentado en reflexiones anteriores que, por ejemplo, cuando recuerdo “El gran Chaparral” idealizo a los Cartwrigth… pero cuando lo veo hoy zappeando en algún canal es un refrito cualquier y hasta me parece ridículo… ¡Memoria infiel y altanera!.
Me ha pasado lo mismo con el Quáker. Sí, efectivamente la avena, que para efectos de mi generación es Quáker y no avena… (como frigidaire y no, refrigeradora).
Si alguien me preguntara si me gusta el quáker diría: ajjjj! Puesto que esta preparación de leche y avena con cara de engrudo/papel marché… me mata. La imagen es realmente apocalíptica y “malaspectosa”. Me transporta a la infancia en donde frente un plato hondo podía alargar el tiempo del desayuno mientras este se enfriaba… y yo, pequeña, más pequeña que nunca tenía que acabar cuchara por cuchara todo lo que me habían servido.
Pero la vida tiene unos giros tramposos….
El otro día mi hijo me había pedido que por favor le preparara Avena. Obviamente, ante tremendo pedido humilde que además, implicaba que se alimentara sanamente cedía  los deseos sabiendo que me iba a enfrentar a un quasi trauma infantil. Bolsa de Avena con logo incambiable a través de los años: hombrecito pelucón con sombrero. Armada con una olla, cuchara de palo,  leche, azúcar y algo de canela, empecé a mirar mi pasado.
Momento determinante cuando la mezcla estaba tomando punto: el olor empezaba a hacer de las suyas y venía la prueba, probar el gusto y el punto.
EN TIEMPO PRESENTE: el sabor de la avena me traslada inmediatamente a la antigua cocina de la que fuera mi casa por más de cuarenta años. Losetas lacres como ladrillos, mesa redonda de comedor de diario. Frente a mí el  plato hondo de porcelana rosada (J&G Meakin del juego de vajilla que le regalaron a mi madre cuando se casó, iniciados los 50`s) que está repleto de esta mezcla recién preparada por mi recordada Teresa Huanjares quien alimentó mi infancia. Al lado de ese plato enorme, una taza llena de leche y además, dos panes franceses con mantequilla: placer…
¡Un ratito! ¿Qué pasó con el trauma infantil? ¿Qué ocurrió con mi traicionera memoria? ¿realizó una de sus travesuras poniéndome la trampa de un mal recuerdo invertido en donde el quáker me llevaba a una infancia idílica, golosa, calurosa de cariño y despreocupada..?
Así es y seguramente, esa sensación la repetiré una y otra vez cuando Alejandro me pida que le prepare Avena para estar bien alimentado.

 

martes, septiembre 10, 2013

Publicidad de hoy


“Mamá lo sabe, Mentolatum alivia” es un slogan que nos ha acompañado por décadas. Seguramente más de uno de los lectores estará recordando esa vaselina mentolada que recomendaban poner en el pecho y espalda en caso de tos, bronquitis o cualquier afección que involucrara a los bronquios y/o pulmones. Cabe destacar que también existía el slogan: “Con Mentolatum,  alivio inmediato(um)”. Como puede resultar evidente la imagen que aparecía tanto en la televisión como en los medios impresos correspondía a una mujer frotando dicho ungüento en el cuerpo de la niña o niño enfermo.

Hace unos días me llamó la atención ver de nuevo una propaganda de dicho producto. No escuché lo que decía, solo vi la imagen que llamó enormemente mi atención: un padre curaba a su hija; madre: no habida.
Simplemente me encantó. Me pareció que por fin dejaban de estereotipar el concepto de quién cuida, quién cura, quién da soporte. En este caso la agencia publicitaria dio en el blanco, la vida real.
Puede que me equivoque, pero creo que fuera de casa también debería darse inicio a la ruptura de ese estereotipo. ¿Qué ocurre si un papá soltero está con su hija de tres años comiendo un helado y la niña quiere ir al baño? Pues no tiene salida. Corríjanme si me equivoco, pero nunca he visto un lugar  de diversión/ comida/ club que tenga esa opción.
Recuerdo que alguna vez un amigo divorciado nos comentó que en verano se le complicaba mucho llevar a sus hijas pequeñas a un club de playa porque no había forma de ayudarlas si se querían cambiar antes de volver a casa. Tenía que hacer malabares con las toallas como biombos para hacerlo.
Entonces, “Papá lo sabe, Mentolatum alivia”. ¡Que viva el ungüento mentolado actualizado!

martes, septiembre 03, 2013

Palabra van, palabras vienen

Gracias a la generosidad (y eficiencia científica) de mi querido amigo Joel Jones, los dejo con las palabras más utilizadas en este blog. Sobran comentarios.



miércoles, agosto 21, 2013

Mariposas en el estómago

El viernes fue una noche completa. Abrigada por el calor de los buenos afectos lanzamos al mundo un maravilloso proyecto. Aquí, les dejo las palabras que debí leer esa noche.... y solo sirvieron de guía para todo lo que dije. La emoción me embargó...


La sensación de sentir mariposas en el estómago aparece en un momento de emoción profunda. Cuando el chico que te gusta te mira; cuando escuchas una canción especial, cuando alguien te espera. Cuando recibes la llamada tan deseada, cuando nace tu primer nieto, cuando vas a viajar al lugar soñado. La gran mayoría de personas contestaría que la ha sentido cuando se ha enamorado. Por ejemplo, una noche como esta hace exactamente veinticinco años sentía mariposas en el estómago porque me estaba casando.  Hoy, las mariposas regresan  con la misma intensidad.

Poco más de cinco años atrás empecé a publicar en el Blog: enpuntomuerto. Una suerte de cuaderno de bitácora en el que iba colocando reflexiones sobre diferentes aspectos de la vida. Confirmé lo que muchos saben: escribir es terapéutico. Todo aquello que me daba vueltas en la mente buscaba encontrar su propio espacio, y ese lugar virtual me dio cabida para poner expresarme como hasta ahora lo sigo haciendo. Por eso, cuando Anamaría me propuso este proyecto comprendí que los espacios de expresión siguen siendo innumerables y creativos.

Publicar un libro como este tiene un valor no solo personal sino familiar: me ha hecho regresar a mis orígenes. Algunos de ustedes recordarán que mis hermanas y yo crecimos con un padre devoto de la fotografía. Mi memoria lo eterniza con una cámara colgada al cuello o pasando sus tardes libres viendo sus slides, organizando sus fotos con la misma vocación con la que se dedicaba a la cirugía. Yo, una niña eternamente curiosa y asombrada,  no dejaba de preguntarme cómo se podía capturar una imagen y luego reproducirla como si fuera un acto de magia.

PALABRA VIVA ha resultado ser un acto de magia y de aprendizaje  El proceso de escoger textos y buscar la foto adecuada fue placentero y  a la vez laborioso. Tuve la suerte de tener a mi lado a una gran maestra. Con Anamaría he aprendido a ver de otra manera. A sentir la imagen, percibir texturas, apreciar la  luz y el color… entre mil y un detalles que me han ayudado  a ingresar de lleno a este mundo que observaba con asombro desde niña. La maga: Anamaría.

Escribir y tomar fotos pertenecen a esos procesos que en esencia se realizan en solitario. Pero cobran un valor cuando se comparte con el otro. Este es un libro donde ambas compartimos nuestros afectos, nuestro asombro y como buenas mujeres, nuestra curiosidad. Una conversación entre foto y texto que ha partido de las propias vivencias: como hijas, como madres,  como esposas, como profesionales, como amigas, como mujeres. Una conversación que recoge los detalles, los recuerdos, el pasado y  el presente. Así, lo vivido no se pierde, no se olvida. ¿Dónde quedaría nuestra historia sin textos, sin imágenes?

No puedo terminar sin agradecer a todas aquellas personas que estuvieron a mi lado en  esta aventura. A Anamaría, generosa y directa. A Viva, amiga, consejera, confidente,  que por esos azares de la vida ha sido siempre el vínculo más importante entre su madre y yo.  A Juan Carlos por estar a mi lado y ser el primero en apoyar cada uno de mis sueños, a Micaela y Alejandro por ser mi leit motiv. A ustedes por acompañarnos con su calor en una fría noche de agosto.

viernes, agosto 16, 2013

1988-2013

 
Veinte y cinco años, mil trescientas semanas, nueve mil cien días, siempre me gustaron los números. Cuéntalo como quieras, fue ayer, es hoy, qué importa....

Fuiste un chico que se quedó solo, que se forjó solo, y en esa soledad te confieso que no ha sido fácil ser tu compañera. Porque a eso me invitaste muchos años atrás, a acompañarte en la soledad de este mundo.

 En estos años me he hecho mil preguntas y he encontrado menos respuestas. ¿Por qué me escogiste? ¿Por qué no hemos roto la promesa del "para siempre"? ¿Qué sortilegio ha jugado a nuestro favor? ¿Qué dioses se han confabulado para evitar que abandonemos este duro compartir?

No hay sido fácil, ser tu amiga, ser tu mujer, ser tu cómplice... seguir siéndolo. Porque en ese ir y venir, yo también me he caído, yo también he dudado, yo también me he alejado, yo también "no he pensado" "no TE he pensado".

Con todo, para todo, a pesar de todo, y ahora con más amor sobre todo, soy feliz. Aunque sea un minuto, un instante, un día, unas horas, no es mesurable. Solo soy.

Y robo con atrevimiento palabras ajenas, porque hoy emocionada... no sé qué decirte.
 
La gente nada sabe del amor
si no se reconoce en nuestros pasos.
Y al lado de la cama –más bien al pie–
espero a que esta aurora te despierte.   

Todo empieza y todo acaba en ti.  

Y no te asustes, mi amor,   
si mi voz suena algo seria y definitiva.
La vida es una y una es la respuesta.
Mi piel se quema sin tu suave sombra.    

Si vivo fue porque siempre esperé
para entregarte mi pecho desnudo.
El futuro me ha nombrado con tu voz.
En ti todo encuentra una razón.

Todo comienza en ti:
el resto de mi vida y la razón
de abrir cada ventana, la canción
que resuelve mis dudas,
mi delirio y mi cura.   

Y todo acaba en ti,
los besos, cada fiesta y la raíz
que bebe mis dolores, mi febril
costumbre de buscarte, mis días y este hambre de ti.   

Que envidien mi locura, corazón,
tú eres mi hogar y afuera me muero de frío.
Elijo regalarte mi canción
porque apareces en todos mis planes.
Me alumbraste y renacida creo en mí.
   

Soy feliz doctor Cortés, feliz de caminar de tu mano durante todos estos años. Huachafa, pública y orgullosamente feliz... y sé  que esta felicidad no es efímera. Porque eres mi puerto, seguro y verdadero .

Y hoy, precisamente HOY.. es un día para celebrar!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
 
 

martes, agosto 06, 2013

Alcanzando el sueño


Publicar un libro es una tarea deliciosa. Es una tarea ardua.
 
Uno se mete de lleno en un proyecto y si es en compañía se disfruta más todavía.
 
Anamaria McCarthy y esta bloggera que los acompaña hace años, llegamos hasta aquí y entre la cantidad de correos electrónicos, tazas de café, litros de agua de piña, mensajes por Bberry, llamadas por teléfono, horas en Skype... el sueño tomó cuerpo.
 
Confiamos la una en la otra y estamos sumamente orgullosas de lo logrado.
 
Pruebas, código de barras, plotter, colores, selección, maridaje, mujeres, título, prólogo, horas, trabajo, corrección, números, blog, palabra, cuentas, papeles, gramaje, post, derechos, editoras, autoras, presentación, día, fechas, horarios, textos, fotos, imágenes, personal, licencia, mujer...
 
¿Cuántas veces hemos repetido esas palabras a lo largo de estos meses?
 
Aquí estamos....

jueves, agosto 01, 2013

Rayando con "Rayuela"


Rayuela es uno de los libros que he tenido una y mil veces en mis manos. De esos que te son esquivos y que a la vez te atraen con brazos largos y envolventes…
En mi juventud universitaria iba y venía en mi maletín, leía por ratos, saltaba de acuerdo al número que me indicaba, jugaba el juego de Cortázar y por ratos, dejaba a Maga tranquila mientras que devanaba los sesos tratando en encontrar una lógica  a lo ilógico del texto.
Cortázar me sedujo con sus cuentos, aunque sigo sintiéndome una ignorante dentro de su obra. Nunca he terminado de conocerlo, ¿se terminará de conocerlo? O es un continuo bienvenido al laberinto eterno…como diría “Tiro de gracia”. En realidad después de los cuarenta años la verdadera cara la tenemos en la nuca,  mirando desesperadamente para atrás.
Pero Rayuela cumplió 50 años y me sentí en comprometida a celebrarlos porque yo también cumplo la misma edad: La Maga cumplía medio siglo, y el Club de la Serpiente también… será una metáfora que la vida me daba. Paso obligado entonces de llegar a la adultez de la juventud con Oliveira de compañero.  No obstante, ahora yo he puesto las reglas de juego. En todo caso, entro al juego que plantea el autor: lee el libro como te dé la gana… Finalmente, ofrece tres maneras de hacerlo. La experiencia trae orden y he decidido hacerlo empezando por el 1, seguir con el 2 y así sucesivamente.
De entrada, me sorprende una frase maravillosa: Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos y ¡pucha! Sí que me alteró… qué cierta, qué categórica, qué bien encaja y seguramente le pasa el 99% de los lectores. He leído Rayuela volviéndome loca, confirmando una creatividad que tiraba cachetadas cada cierto tramo del libro. ¡Dios literario que estás leyendo allá arriba! ¡Qué le pasó por la cabeza a don Julio, ¡qué maravilla de locura! ¡qué anonadada me ha dejado!  ¡boquiabierta!  ¡exhausta!
Solo en sueños, en la poesía, en el juego –encender una vela, andar con ella por el corredor-nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos.

martes, julio 23, 2013

Dos décadas

Qué fácil me resulta ver que alguien cumple veinte años. Pero no lo es tanto cuando quien lo hace es una de la personas que adoro en la vida: parido por mí. Un 23 de julio a las 13:05 nació Alejandro. La valentía y el riesgo vinieron con él. Se abrió paso por la vida desde que estuvo en mi barriga y luchamos porque llegara entero a este mundo. Varias semanas de reposo, madurándole los pulmones a puro punche permitieron que con siete meses y medio de embarazo llegara sano pesando solo dos kgs.
 
Hoy es un hombre que cumple veinte años y siempre ha creído tener más de los que ha vivido.
 
Se ha caído y levantado varias veces, se ha hecho y rehecho otras tantas, se ha equivocado y se sigue equivocando -como todos- en su camino por alcanzar una mediana sensatez que da cierta edad. Pero hoy lo veo con el peso de veinte años encima. El cambio de década tiene cierto peso específico  cuando  llega y a veces obliga a tomar decisiones duras pero tal vez más sabias.
 
Va aprendiendo, va desgastando cerebro, va madurando el corazón, va dejando al adolescente que ha demorado en dejarlo para dar paso a un adulto que hace tiempo cortó el cordón umbilical y argumenta sus decisiones con mil y un fundamentos. Aunque no estemos de acuerdo a veces.  Adulto que se sigue cuestionando varios por qués de la vida, adulto que sigue protestando por las injusticias, adulto que rechaza la rutina del sistema y lo discute y se pelea con este.
 
Estás en mi corazón hijo, porque ya eres "hijo de la vida". Hace tiempo crucé la frontera y renuncié a la "mamitis". He aprendido de tu independencia, de tu forma tan particular de bromear, de tu forma tan particular de quererme. Vivir contigo es un aprendizaje que no termina.
 
¡Feliz cumpleaños!

martes, julio 16, 2013

El terapista y la literatura


He tenido que empezar unas sesiones de Rehabilitación debido a una contractura severa en la zona cervical. En la primera cita me atendió un muchacho muy educado. Para romper el hielo y como suele ocurrir, siempre surge la pregunta de:¿a qué se dedica? Y yo no sé por qué la gente se sorprende tanto cuando digo que dicto literatura a adolescentes.
“Hay que tener valentía” me dijo “para estudiar una carrera como esa”. Mmmmm, pensé yo, este jovencillo es de mi equipo.
Luego realizó un par de observaciones interesantes pero muy generales sobre libros típicos que se leen en los colegios; sin embargo, la complejidad de la conversación iba en crescendo  y sus comentarios se volvieron destacablemente más llamativos(ojo que lo que  va en cursivas son sus palabras):
1. ¿Cuál fue la primera obra que realmente le impactó?
2. ¿Usted por qué cree las mejores obras de los autores se producen en su juventud?
3. ¿Qué opina de Paolo Coehlo? ¿Por qué cree que tienen tanta llegada? Yo no pude seguir leyendo después del primer libro.
Mientras que estaba conectada a los electrodos que  en vez de relajarme el pata me tomaba examen oral.
4. Volviendo a lo anterior sobre la juventud, habría que ver que en el caso de Saramago su mejor obra fue en la adultez y gracias a ella ganó el Nobel...
5. Mi novela preferida es “Los Miserables” y por eso me negué a ver la película.
6. La gente lee demasiada literatura light porque ahora cualquiera publica…
Yo estaba MUDA! Pero sobre todo, guardaba silencio porque cuando tengo mucho trabajo (sobre todo de corrección) suelo escoger libros de fácil digestión, de esos que si paso la página no pasa nada… Temí, que si le contaba que estaba leyendo Inferno de Don Brown, iba a morir con el cuello chamusqueado.
Voy a tener cuidado, recién he tenido la primera sesión y faltan varias por delante.