lunes, octubre 07, 2013

El subrayado es nuestro

Muchas personas cuando leen un libro tienen la costumbre (que no juzgaré de buena o mala) de subrayar o señalar alguna frase o pasaje que le llame la atención. En varios casos puede resultar producto de una coyuntura especial, de un estado de ánimo determinado, de una coincidencia, y la lista es larga. Si alguien nos presta una novela, por ejemplo, y nos encontramos con esas señales, podemos sentir una extraña sensación. Por un lado, entramos en la intimidad del dueño del texto que ha marcado en las páginas aquello que también lo ha marcado en el corazón, en la memoria o que tal vez haya pasado a un cuaderno donde coloca las citas especiales. Conozco a más de uno que hace eso y los envidio enormemente. Pero más allá de ello, si a quien les prestamos el libro nos conoce bien, puede ser capaz de interpretar en nuestras señas algo más que una frase. Es como un “mapa del tesoro”.
 
Cuando hace poco le presté a mi hija la novela “Elena sabe” cuyo personaje principal sufre de Parkinson –enfermedad que como algunos de ustedes saben padeció mi madre- avanzó la lectura descubriendo mi propia psique. Había realizado algunas marcas al texto en frases que para mí, hace seis años habían resultado fundamentales puesto que veía en la novela un espejo de mis propias vivencias en ese momento. Micaela me decía, que mientras avanzaba su lectura se le subía un nudo a la garganta recordando los momentos dolorosos en los que habíamos vivido con su abuela y el maldito señor Parkinson (ver post de enero, 2008 y publicado en “Palabra Viva”).
 
Ahora, mi marido lee “Un comunista en calzoncillos”, previa novela leída por mí y con un problema mayor.. como está en el ipad los subrayados no son puntos al margen hechos con lápiz. Aquí se trata de frases o párrafos resaltados en amarillo. Me comentaba que era curioso ver mi subrayado, puesto que no podía dejar de reconocerme en ellos. Conclusión: los subrayados son nuestros, lo son tanto como las lecturas, son nuestras llaves personales de lo leído, son nuestro espejo, nuestra sorpresa, nuestro sentires, nuestros dolores. Lo son como nuestra risa, nuestra emoción, nuestra sensación que estamos en las palabras, que nos encontramos en ellas.

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