Me parece que fue Tolstoi quien dijo que cada familia infeliz es infeliz a su manera, y si la memoria no me juega malas pasadas lo dijo en Anna Karenina (me ronda en la cabeza hace meses escribir un post sobre ella y Emma Bovary). Hace unas semanas, después de conversar largo rato con una pareja de grandes amigos, confirmé que -dándole la vuelta a Leon- cada pareja es feliz a su manera.
Hay todos los colores, caserita, vienen en toda talla, tipo, dinámica y configuración. A veces uno los ve y comenta en su fuero interior: aquí hay algo que no corresponde. Sin embargo, volvemos a la premisa inicial, la infelicidad o felicidad que cada individuo haya encontrado con su pareja (y la mantenga) es un placer/displacer que solamente la persona involucrada puede entender, o lo más probable: no entender.
No hay nada más misterioso que los caminos del amor, tal vez sea un ruta tranquila que se recorre con un(a) buen(a) compañero(a), con algunos baches, piedrecillas, y sobresaltos totalmente llevaderos. Otras, se puede volver en el laberinto del fauno...
1 comentario:
Bueno, primera vez que escribo a este blog, acaso por la última entrada.
Al leerlo, evoqué lo que Woody Allan dijo en "Annie Hall", al final de la película que recomiendo infinitamente.
Que las relaciones entre parejas son como esta convversación:
paciente: doctor, mi hermano se cree gallina
doctor: ps intérnelo
paciente: no puedo, porque necesito los huevos...
al final, reflexionaba: tal vez todas las relaciones son irracionales, locas y absurdas, pero, al fin y al cabo, necesitamos los huevos.
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