jueves, junio 17, 2010

El buen amor...


Como suele ocurrir una cosa lleva a la otra, y la semana pasada hablando sobre el Libro del Buen Amor –época medieval- estuve conversando con mis alumnos sobre la diferencia que planteaba el autor entre el Amor Divino (así con mayúsculas) y el amor mundano (así con minúsculas). Me detuve, especialmente cuando caímos en el punto de que el mundano era totalmente condicionado interesado. Seguramente esto puede ser muy polémico pero paso a explicar el porqué de esta conclusión.

Por cuestiones sociales, por afectos, por sobrevivencia solemos ir seleccionando a las personas que nos rodean, el circulo de los más allegados se va estrechando en la medida en que los otros son capaces de cubrir nuestra expectativas, llegar a la valla que colocamos (sin querer queriendo). Decimos que la gente nos acepta como es y nosotros también aceptamos a la gente del mismo modo. No obstante, no es así. Aceptamos sobre la base de ciertas premisas, alejamos en la medida de que no las cumplan; acercamos en la medida de que sí cubra las expectativas que tenemos.

Es cierto, que del mismo modo no tratamos a todas las personas igual. Hay un corte por ejemplo entre los lazos familiares y los lazos amicales. A la familia, por convención social, HAY QUE aceptarla, hay que “quererla”; a los amigos… los seleccionamos, los vamos descartando de acuerdo a cómo se adaptan a lo que cada uno define como amistad: es verdad. Si encontramos un alma gemela, un amigo entrañable de esos que curan toda la vida, de esos que son capaces de decirte tus verdades a la cara y no pasa nada… es que sus vallas coinciden con las tuyas.

¿Cómo es en el amor? Mucho más complicado, porque la vallas suben y bajan de acuerdo a diferentes circunstancias, porque nos planteamos que el “compromiso de amar” supone una incondicionalidad automática de la que se abusa en el diario vivir. “Si me quiere, que me quiera como soy y que aguante”. ¿Qué aguante? Curiosa premisa, porque a veces los dos aguantan y la cuerda se tensa tanto que viven eternamente en sobre una situación estresante tan espantosa que todo revienta en sus propias manos.

Condicionamos, exigimos, presionamos, así de lejos estamos de la incondicionalidad…

1 comentario:

M. dijo...

me gusta, me gusta :)