lunes, enero 17, 2011

¿defecto o virtud?


Hace unos meses, un alumno mío al tener que escribir una reseña personal para presentarse a la universidad, indicaba que tenía "poca tolerancia al fracaso". De hecho, su entrevistador le tomó ese punto y estuvo, de alguna forma, sugiriendo diferentes situaciones límites para calcular cuál podría ser su reacción.

Al margen de ello, yo me quedé pensando en lo humano que encerraba el hecho de que este chico aceptara que era picón (un poco más, un poco menos) y que no le gustaba que las cosas no le salieran bien. Esto me hizo reflexionar sobre qué ser humano normal y silvestre que anda por la calle, se pone feliz cuando las cosas no le salen como quiere; por el contrario, lo que hace es reventar, entristecerse, frustrarse y luego de un proceso -que depende de su capacidad de procesar la vida- analiza lo ocurrido y toma decisiones.

Creo que nadie puede afirmar que tiene una GRAN tolerancia al fracaso, en realidad... esos, en todo caso, serían los menos. Puesto de lo contrario estaríamos viviendo en una sociedad atrasada y mediocre. En ella, no hubieran surgido los grandes inventos, los descubrimientos médicos y millones de cosas buenas que la ciencia nos ha entregado. No tendríamos grandes artistas, escritores, músicos y directores de cine. No hubiéramos sido testigos de la grandeza de corazón de una Teresa de Calcuta ni de un Mahatma Ghandi, porque estos de hecho, tenían poca tolerancia a fracasar: la tengo clarita.

Aquello que mi alumno clasificó como una suerte de defecto, puede ser una gran virtud: cuestión de saber canalizarlo.

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