Hay ciertos autores, que se disfrutan más en la relectura, sobre todo si a uno le gustó desde un principio. Ribeyro, para mí, es uno de ellos. El texto cayó en mis manos de casualidad hace un par de semanas, y lo primero que pensé fue: tengo que compartirlo... Es tan vigente... y ahora que se escribe tanto, aún más.
Menos presentaciones, vamos al grano, de Prosas apátridas
¡Cuántos libros, Dios y que poco tiempo y a veces qué pocas ganas de leerlos! Mi propia biblioteca dando antes cada libro que ingresaba era previamente leído y digerido, se va plagando de libros parásitos, que llegan allí muchas veces no se sabe cómo y que por un fenómeno de imantación y de aglutinación contribuyen cimentar la montaña de lo ilegible y entre estos libros, perdidos, los que yo he escrito. No digo en cien aros, en diez, en veinte ¡qué quedará de todo esto!
Quizás solo los autores que vienen de muy atrás, la docena de clásicos que atraviesan los siglos a menudo sin ser muy e idos, pero airosos y robustos, por una especie de impulso elemental o de derecho adquirido. Los libros de Camus, de Gide, que hace apenas dos decenios se leían con tanta pasión ¿qué interés tienen ahora, a pesar de que fueron escritos con tanto amor y tanta pena? ¿Por qué dentro de cien años se seguirá leyendo a Quevedo y no a Jean Paul Sartre? ¿Por qué a Francois Villon y no a Carlos Fuentes? ¿Qué cosa hay que poner en una obra para durar? Diríase que la gloria literaria es una lotería y la perduración artística un enigma. Y a pesar de ello se sigue escribiendo, publicando, leyendo, glosando.
Entrar a una librería es pavoroso y paralizante para cualquier escritor, es como la antesala del olvido: en sus nichos de madera, ya los libros se aprestan a dormir su sueño definitivo, muchas veces antes de haber vivido. ¿Qué emperador chino fue el que destruyó el alfabeto y todas las huellas de la escritura? ¿No fue Eróstrato el que incendió la biblioteca de Alejandría?
Quizás lo que pueda devolvernos el gusto por la lectura sería la destrucción de todolo escrito y el hecho de partir inocente, alegremente de cero.
1 comentario:
totalmente de acuerdo, yo tambien tengo nichos de madera...
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