martes, marzo 27, 2012

Educar hoy es diferente

Recuerdo que hace unos diez años atrás, cuando estaba haciendo una maestría en Asesoramiento Educativo, uno de los primeros libros que leí se llamaba: “Educar hoy es diferente”. Hablaba de los cambios sustanciales habían ocurrido en la sociedad y que de hecho, se reflejaban en el ambiente familiar, en donde: educar, era diferente. Obviamente, para aquellos que tenemos de cuarenta para arriba resultaba importante darnos cuenta que el modo en el que nosotros habíamos sido educados distaba mucho de las estrategias que debían usarse al dar inicio al siglo xxi.



No hace mucho, el futuro se presentaba medianamente manejable. Todos los niños se enfrentaban a lo mismo, los adolescentes venían con sus propias historias y cargas emocionales (los unos más que los otros) y los muchachos universitarios iban alcanzado una libertad con la que medianamente terminaban saliendo airosos para llegar mal o que bien “sensatamente” a la madurez.


Sin embargo, hoy me planteo demasiadas preguntas que comparto con ustedes, siendo mis hijos casi adultos estas se dirigen más a mis alumnos… y me aterro pensando en lo que será el mundo de mis potenciales nietos:






  • ¿hacia dónde debe ir la educación de nuestros hijos?




  • ¿hasta dónde debo dirigir a mis hijos?




  • ¿qué tipo de futuro los espera?




  • ¿cada cuánto tiempo la predictibilidad de ese futuro se destroza frene a mis propios ojos?




  • ¿cada cuánto tiempo la tecnología de ese futuro revoluciona y aparece “algo” para simplificarnos (o complicarnos la vida)?




  • ¿cambia ello la escala de valores que debo inculcarle?




  • ¿conozco realmente el tipo de sociedad en la que están viviendo?




  • ¿conocen ellos el futuro más que yo?


Reflexiono solo sobre una que es la que me inquieta… ¿de qué me sirve inculcarles tanto conocimiento del pasado, si el futuro me funciona a mí como un embudo? No termino de sorprenderme con lo que voy viendo a mi alrededor: mis alumnos manejan más y mejor la tecnología. Muchos(as) manejan un tipo de vida que no muestran tras sus ojitos vivaces, sus dulces palabras y sus gestos de cariño. Por el contrario, hay una ligera sombra de soberbia que te dice entre líneas: a ti te falta calle, tú no tienes ni la menor idea de lo que pasa afuera. Efectivamente: NO SE nada y mi deber es inculcarles conocimiento y algo más si me lo permiten … Muchos padres tampoco NO SABEN NADA, y también deberían inculcarles sobre todo: valores.


Educar hoy NO es diferente. Educar hoy es el reto más complicado que se nos plantea. Caminamos en un campo minado, y lo que antes eran casos excepcionales, está plagado ahora de de situaciones explosivas.




Tenemos que tener fe en las estrategias que estemos utilizando si pensamos en criar/educar seres independientes pero PENSANTES, capaces de resolver situaciones en las que sus padres ni maestros se las resuelvan.




Tengamos un compromiso frente a situaciones en las que sus padres no apañen ni justifiquen sus comportamientos. Situaciones en las que sus padres no vivan junto a ellos una adolescencia tardía. Situaciones en las que sus padres no le cuenten al mundo que su hijo es perfecto, puro, diáfano y cuasi beatificado cuando en realidad, en el siguiente parpadeo tiene una vida totalmente opuesta de la que se ufana. Como padres es duro, como profesores hay que tener la valentía de acompañar a esos padres...



Este post no pretende ser pesimista ni apocalíptico, solo busca reflexionar en estar como el perro del Hades: tener tres cabezas para pensar y los ojos BIEN abierto para mirar.

1 comentario:

Cecilia Arrospide dijo...

Tienes razón Claudia. Yo también creo que los valores son esenciales. Una pregunta en la misma linea, ¿Cuantos padres reflexionan sobre todo esto?