Mi amiga CS es psicóloga, trabajamos juntas y es amante de la buena lectura. Algunos años atrás decidí regalarle un libro pero quería buscarle uno especial, un texto que se alguna manera pudiera unir su labor con su gusto literario. Busque asesoría en "El Virrey" y uno de los señores que atiende tan amablemente (tengo que aprenderme su nombre) me dijo: este nos acaba de llegar, si es psicóloga y le gusta leer será de su agrado..." y puso en mis manos Un año con Schopenhauer de un tal Irvin Yalon. Título y autor totalmente desconocidos para mí y la contratapa confieso que ni leí -por esa fe que a veces le surgen a uno de la nada sobre algo que te dicen-. Cuando le di el regalo, le hice prometer que me lo daría después de su lectura para compartir en algo ese libro que yo daba y que no sabía de qué michi trataba (bien arriesgada yo si quería msotrarle mi afecto, porque ahora pienso que en verdad me pudo salir el tiro por la culata).El año pasado me prestó la novela, convertido en un boomerang que lancé y me llegó de improviso... Comparto con ustedes fragmentos que llamaron mi atención:
" Si hay algo que honrar y bendecir es el preciado don de la mera existencia. Vivir desesperado porque la vida tiene fin, o porque carece de un propósito superior es una grosea ingratitud"
" En la juventud, la vida se nos presenta como un futuro ilimitado; en la ancianidad, como un pasado muy breve. A medida que nos adentramos en el mar, los objetos de la costa se vuelven cada vez más pequeños y difíciles de reconocer y distinguir, lo mismo nos ocurre con los años del pasado, sus contecimientos y sus actividades..."
"El secreto es pensar las críticas como un obsequio, pero primero hay que decidir si hay algo en ellas de verdad. ¿Me suena cierto lo que dicen, aunque sea muy poco, aunque un cinco por ciento? Trato de pensar si alguna vez alguien me dijo lo mismo. Pienso también en otra gente con la cual puedo verificarlo. Me pregunto si no me están señalando uno de mis puntos ciegos, algo que los otros no ven pero yo no..."
1 comentario:
Qué bonito. Me pregunto si es posible agradecer la propia existencia sin la conciencia de la propia finitud y pequeñez, amparándose no solo en la inmortalidad propia de la juventud sino en la inmortalidad propia de la trascendencia. Dejo una cita (muy dura, aunque en el fondo no pesimista) de Nietzsche, que tanto admiró a Schopenhauer en sus comienzos:
"En algún apartado rincón del universo,
desperdigado de innumerables y
centelleantes sistemas solares, hubo
una vez un astro en el que animales astutos
inventaron el conocer. Fue el minuto más
soberbio y más falaz de la Historia
Universal, pero, a fin de cuentas, sólo un
minuto. Tras un par de respiraciones de la
naturaleza, el astro se entumeció y los
animales astutos tuvieron que perecer.
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