lunes, septiembre 10, 2012

El primero de la aventura (escrito el 5/09)


Versa el dicho: “Dios los crea y ellos se juntan” pero  en nuestro caso, podríamos tomar la licencia de decir “Dios nos creó, yo crié y con ella me junté”. El cuento es que ahora que mi hija se ha ido por seis meses a vivir a la Madre Patria que nos parió, estoy considerando hacerle un altarcillo a Steve Jacobs en conjunto con Bill Gates, y muy a pesar mío a Movistar, con su Blackberry incluido. También cuentan con un espacioso lugar en el altar todas las personas (Sandra, Ricardo, Maka, Diego F,) e instituciones (por ahora Renfe) que se han alineado para que hasta el momento la aventura que ya tiene diez días en curso vaya resultando exitosa. Faltan 163 días, chesu!.
 
Por ahora andamos medio frustradas porque resulta que en su barrio se ha caído el Internet. Seguro que fue en su barrio donde empezó la caída del euro o sea que hay que tener cuidado si demora mucho en restablecerse la conexión.
La cosa es que el día que la pequeña llegó a la gran ciudad de Barcelona, no tenía mapa de la ciudad. Detalle que no calculó porque cómo haríamos para ubicarnos en una ciudad enorme si no sabemos dónde estamos paradas (uso el plural porque por razones obvias, lo que sienta ella lo voy a sentir yo). Seguramente estaba confiadaza en que en Google Maps encontraría la solución a su desubicación… pero se jorobó por el problema anteriormente explicado.
Barajando opciones, me iba contando por el bbm (Blackberry Messenger, para los no usuarios) cómo era su “piso”, me mandó foto de su cuarto tamaño huevito de codorniz y todo lo que se pueden imaginar. Serían las seis de la tarde de allá cuando le pregunté si había almorzado…

Madre: No empieces a descuidar tu alimentación, y anda a buscar algo de comer.
Hija: Es que no sé dónde puede haber un Carrefour
Madre: No tienes Mapa?
Hija: Noooooooooooooo
Madre: tarada! ¿Y ahora?
Hija: ¿puedes buscarme en internet cuál tengo cerca?
Madre: ¿cómo se llamaba tu calle?
Computadora/ Bberry y dosis de angustia encima lograron que a 500 mil kms de distancia cumpliéramos con el objetivo. Cómo he valorado la tecnología. Además, descubrí que no solo podía encontrar donde ir sino que además podía pasar del google map al google satellite y “caminar” por la calle con una flechita que me iba diciendo en dónde andaba. Entró al Metro, salió donde debía y antes de llegar a un Carrefour encontró un Opencor, que era más pitucón y donde confirmó que el costo de vida es recaro en el viejo continente. En fin: cenamos fideos con aceite de oliva! Al día siguiente almorzamos lo mismo, por siacaso.
Vamos cinco días sin internet, aunque ya se metió a un Starbucks con wifi y eso ha permitido enviar señales de humo más extensas que un chat. Nos comunicamos como cuatro veces al día y nos sentimos cerca. Espero tener pronto en el Skype y poder ver su carita, pero por ahora me conformo con que ella esté tranquila y bien alimentada.
Claro que en mi real imaginario me hubiera encantado que la pequeña tuviera un chip de ubicación incrustado en su cuero cabelludo para ir monitoreando cada uno de su movimientos… pero too much, no?

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