martes, noviembre 13, 2012

Eros en la literatura o ¿negocio asegurado?



Leer un libro a escondidas ha sido un placer ancestral, es delicioso, es maravilloso. Se establece entre el lector y el texto una suerte de complicidad difícil de comparar con otra. Más difícil es describirla.

Hace poco me prestaron la novela (best seller, de hecho) Fifthy shades of grey. Considerada por la crítica como una obra imperdible, fogosa, determinante. Se escucha por esquinas y rincones que la novela motiva, que despierta sensaciones impredecibles y los niveles porcentuales del trabajo hormonal sube a mil. En fin, cada uno con lo suyo y con su propia imaginación, que para eso es la literatura.

No obstante, esta lectura (guardando distancias) me hizo recordar a otros títulos ya revisados que tal vez en los finales de la adolescencia y dando los primeros pasos a mi adultez fueron leídos casi a escondidas.

Más allá de la medianoche de Sidney Sheldon (publicado alrededor del 78). En nuestras manos arrancando el 80. Fue tremendo éxito. Después de estar en colegio religioso, donde te salían pelos en la mano por cualquier razón y todo era pecado… caer en las redes de esa novela era ruborizarse de antemano (por decir lo menos). Mi amiga M (y aquí guardo el nombre) tuvo este libro forrado varios meses: en su casa no podían saber que lo estaba leyendo… opresión lectora, que le llaman. No sé si darles la “etiqueta” de novela erótica. No me gusta jugar a ser crítica literaria. Creo que la cosa es muy simple: era una novela para adultos.. Eso era suficiente.

Seguramente, con ese mismo tenor se publicaron varias novelas más, yo en lo particular recuerdo otra Escrúpulos de Judith Krantz, que además nos hacía ingresar a un mundo aristocrático de la moda. Ojo, hay que recordar que no había cable, ni Kardashians, ni ropa de marca, ni nada por el estilo. A lo más, la que tenía su jean “Jordache” era lo máximo. Sexo explícito, cuando para nosotros era tabú... ahí estaba el imán.

Por ello, las mujeres de estas novelas, que eran “de carne y hueso”, dentro de un escenario exitoso, “caliente”, con hombres dispuestos a todo… y ellas rendidas por su inexperiencia sexual, caían redonditas…. Qué maravilla! Soñar a través de un texto, vivir historia ajena, desear ser ella… qué mejor para una novela que seguramente hoy sería “caldito de pollo para el alma”.

Por eso, la lectura de Fifthy shades of grey que anda en boca de varios. Funciona igual que lo hicieron los éxitos (y excitaciones) de Sheldon y Kratz. En papel, vende, interesa, satisface, lo que quieran. Hollywood ya tiene un negocio aseguradísimo.

Ahora, si me preguntan por su calidad... mmm. La novela me parece simple, tontona, muchos lugares comunes, la chica inocente y el caballero recorrido. La chica ingenua y el caballero, todo un conocedor. La chica ignota y el caballero, un Colón; la chica con baja autoestima y el caballero, deseoso de ella. La chica sumisa y el caballero, controlador... ¿Es entretenida? Creo que sí... pero confieso que me he saltado algunas páginas.

Leo de todo, de lo contrario... ¿cómo se puede comparar?

No hay comentarios: