martes, diciembre 11, 2012

Treinta años después

Habia escrito todo un post para el día de hoy pero lo borré. No encontraba la palabra justa, la oración adecuada, la brújula para organizar mis ideas.

Pero mejor comparto un poema de amor y lo dedico a aquel hombre que me ha acompañado (hoy) hace treinta años. Al hombre que ha soportado mis locuras, mis silencios, mis angustias, mis alegrías, mi inseguridad, mis desbalances y que me da el aliento necesario para la jornada. El fan de mis proyectos, mi promotor, mi empuje. Hace treinta años nos embarcamos en este complicado asunto de enamorarnos, y seguimos embarcados en el mismo asunto complicado.

Disculpará la audiencia: tengo que hacer este homenaje. JC se lo merece, con creces. Varias de las canas que luce hoy, son mías.


Si no fuera porque tus ojos tienen color de luna,
de día con arcilla, con trabajo, con fuego,
y aprisionada tienes la agilidad del aire,
si no fuera porque eres una semana de ámbar,
si no fuera porque eres el momento amarillo
en que el otoño sube por las enredaderas
y eres aún el pan que la luna fragante
elabora paseando su harina por el cielo,
¡oh, bienamado, yo no te amaría!
En tu abrazo yo abrazo lo que existe,
la arena, el tiempo, el árbol de la lluvia,
y todo vive para que yo viva:
sin ir tan lejos puedo verlo todo:
veo en tu vida todo lo viviente.



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