Creo que he hecho alguna reflexión parecida en el pasado (ya
la conjugación verbal y la idea resultan redundantes). Pero así es el lenguaje.
Estoy leyendo, en el momento en el que escribo este post Dime quién eres de Julia Navarro. Hace
días me la había comprado y entre las correcciones, el cierre del año, y todo
lo que a una se le junta, no tenía tiempo para –como se dice- meterle diente.
No quiero comentar la novela, solo les adelanto que son 1079
páginas muy envolventes, entretenidas y llevaderas.
Mi reflexión se vincula a la confirmación de un sentimiento:
leer te lleva a otra sintonía. Por motivos personales necesitaba una aireada
cerebral, buscar que los pensamientos se diluyeran, se fueran, liberar la
tensión acumulada y en vez de sentarme frente a la “caja boba” a ver una
película que dura un par de horas… prefería (gran decisión) sucumbir en los
brazos de una novela.
He pasado al menos cuatro horas leyendo, descansando el
cerebro de la vorágine diaria. He disfrutado cada palabra, y lo sigo haciendo,
puesto que ando por la página 300. Estoy feliz, relajada, cultivada.
En verdad, a riesgo de parecer idiota, no puedo entenderme
cuando desperdicio tiempo dando vueltas inútiles a acciones o pensamientos que
no llevan a ninguna parte. Revisar el Facebook, hacer zapping en la tele, entre
otras que matan el tiempo tontamente. A riesgo de parecer arrogante, no puedo
entender a la gente que no disfruta leyendo.
Un buen deseo para el 2013, engánchense con una buena novela
y buenos vientos acompañen la aventura!!!
SALUD!!!
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