Doña Flor nació fuera de este
mundo. Desde que la conocí parecía que vivía en otra dimensión, una dimensión
desconocida para mí. Su sensibilidad, su practicidad admirable y su forma
directa de ser parecían a veces hasta agresivas.
Doña Flor tuvo un marido, un
hombre que caminó a su lado por décadas fundamentales en su vida. Un hombre con
el que tuvo dos hijos, un hombre con el que conoció el placer, la risa, la
complicidad, el juego. Un marido con el que recorrió el mundo, un hombre con el
que devoró el mejor de los manjares en mesas elegantes y las comidas más
humildes en un pueblito olvidado por la tecnología. Tuvo un marido que un
día, por culpa de esos juegos crudos en
que los dioses deciden burlarse de los humanos, dejó de serlo.
Doña Flor, ha ido por el mundo
como una persona que no se adecuaba fácilmente a lo que la sociedad quería
imponerle. Libre en su estilo de vida, original en su forma de ser, sensible, respetuosa,
adelantada e intimista en su faceta artística.
Doña Flor ama el Amor, y cuando
el marido dejo de serlo, recuperó un viejo amigo que paso a ser un cuasi
marido. Recatado y minimalista, con sus propios errores y heridas de guerra. La
ama, la admira, la desea y de vez en cuando la luce. Sí, la luce porque ella es
lucible, llega a una habitación y la llena completamente.
Todos los días Doña Flor, habla
con el marido que dejó de serlo. Dos veces por semana almuerza con el marido
que dejó de serlo. Casi todas las noches se entrega al sueño en los brazos del
cuasi marido y al día siguiente le consulta todas sus finanzas al marido que
dejó de serlo. Se abandona al amor del cuasi marido y confiesa sus dudas
existenciales con el que dejó de serlo.
Doña Flor acoge al que dejó de
serlo, da alimento y consejo al que dejó de serlo, la puerta de la casa que
compartieron siempre está abierta al que dejó de serlo. Aunque ya no tenga la
llave.
Doña Flor es compañera incansable
del cuasi marido, da vueltas al mundo con el cuasi marido, ama intensamente al
cuasi marido. Cree en él.
Doña Flor obviamente tiene dos
maridos. Lo hace posible. Es generosa y vive en otra dimensión.
1 comentario:
Doña Flor, en mi humilde concepto, es una mujer sabia que ha sabido manejar bien sus amores, sus vínculos y por supuesto ... sus compañeros!
¡Falta la foto!
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