martes, junio 04, 2013

La ridícula idea de no dejar de leerlo


Al recibir mi regalo del Día de la Madre miré con ilusión y sentimientos encontrados el ipad. ¡Modernidad en pleno! Tentando al diablo, lo primero que hice fue entrar en i-books para ver qué libros podrían ayudarme en este rito de iniciación que me convirtieran en la traidora de mis propios principios.

Tomé una decisión acertadísima. En ese momento, al saber que en Lima todavía no se vendía la última novela de Rosa Montero, una de mis escritoras a la que soy fiel devota, aproveché el manjar que los dioses tenían servido para mí: “La ridícula idea de no volver a verte”. La novela, como la misma autora ha explicado surgió del enlace personal entre el personaje central Madame Curie y ella misma: sufren de una pérdida terrible, el hombre al que amaron profundamente. La viudez, la herida abierta, la herida que demora en cerrar y en algunos casos no cierra nunca.

A través del recorrido de la vida de la gran científica, Montero abre su alma y comparte de forma catártica el duelo que la afecta. ¡Qué texto! Valiente, sensible, duro puesto que en el origen de la creatividad está el sufrimiento, el propio y el ajeno. El verdadero dolor es inefable, nos deja sordos y mudos, está más allá de toda descripción  y todo consuelo (p. 33) Es elegante y discreta para transmitir el dolor profundo de perder a SU ser amado y de contarnos con una sensibilidad exquisita la pérdida de científica polaca.

Mismas palabras que pueden aplicarse al amor puesto que también es el origen de la creatividad, inefable… Amor y dolor van de la mano, el uno no va sin el otro, porque el amor cuando no  hiere  mata, porque amores que matan nunca mueren (Sabina).

No volver a ver a la persona amada que además te ha amado hasta su final es una idea ridícula que no se nos pasa por la cabeza, no es una posibilidad contemplada. Tememos hablar del tema, es convocar al diablo, es salar el presente. Sin embargo, bien destaca Rosa Montero que la Muerte juega con nosotros al escondite inglés, ese juego en el que un niño cuenta de cara a la pared y a los otros intentan llegar a tocar el muro sin que les vea mientras se mueven. Pues bien, con la Muerte es lo mismo. Entramos, salimos, amamos, odiamos, trabajos, dormimos; o sea, nos pasamos la vida (…) sin pensar en que nuestra existencia tiene un fin.

Texto delicioso, lleno de reflexiones en lo que como lectora iba saboreando esta casi arrogante idea: esta mujer piensa como yo… aunque claro, para estar a la altura de tremenda narradora, la frase debería haber sido: yo comparto las ideas de ella. Verdades que seguramente son casi universales y la mayoría vinculadas al mundo femenino.

No vayan a perderse este libro. Si están en el territorio peligrosamente atractivo del Kindle o del I-books búsquenlo ya. De lo contrario, vayan cuando puedan a alguna librería porque me acabo de enterar que ya está por nuestros barrios.

1 comentario:

fernando dijo...

Claudia,
¿Qué tal la experiencia con la lectura en la tablet?