martes, diciembre 10, 2013

Última clase

Cuando acaba el año escolar suelo tener una última clase especial con mis chicos y en  especial con los de 3ero de media. Escojo esa promoción porque los de 5to tienen otro chip –además de haberse ido antes- y los de 4to ya están pensando que falta poco para acabar el colegio.
Para mí, 3ero es un grado especial. Recibo a un grupo nuevo y busco encaramelarlos con el bichito de la lectura. A veces lo logro. Trabajo cada día por hacerles entender cuán importante es leer. Cada año es más duro. Ello, por mil y un razones que sobran analizar. Hoy, cerrando el año les puse en pantalla (Smart Board) una lista de los que yo consideraba los Top Ten clásicos de la literatura universal y que habíamos revisado de una u otra manera durante el año.
Sin embargo, mientras que mi discurso iba planeado a  decirles que en algún momento de sus vidas leyeran esas obras, me di cuenta que el mundo que cada uno de mis alumnos vivía estaba reflejado en la pantalla. Mi hoja de ruta cambió. Aquí va la idea general de lo que les dije.
A los quince años uno sabe que falta mucho por vivir, pero cree que lo ha vivido todo. Solemos decir que los adolescentes no saben lo que es la vida, pero a veces no somos capaces de recordar que a esa edad un problema puede ser una tragedia griega. La vulnerabilidad y la sensibilidad están a flor de piel, y al igual que en “La divina comedia” alguno de mis alumnos puede pasar del Infierno al Purgatorio y de ahí al Paraíso.
Otro de mis chiquillos puede sentir tanta culpa como Ralkolnikov en “Crimen y castigo” o ser tan malévolos como Yago en “Otelo”. Puede haber sufrido enormemente por la separación de sus padres léase Karenin y Anna. Un adolescente puede tener grandes sueños como Don Quijote o ser tan campechanos como Sancho.
Más de uno vivirá su miseria cada vez que está sentado en un salón de clase o soñará con salir adelante emocionalmente a pesar de todo lo que lo rodee, como Jean Valjean.  Más de uno tendrá una madre intransigente, más de uno y querrá patear el tablero de lo correcto como en las obras de García Lorca.
 Y la gran mayoría, seguramente, subirá a su movilidad y se tragará todo el tráfico limeño deseando una sola cosa: llegar a casa, como Ulises.
Eso le hice ver a los chicos: el año que hemos recorrido en la literatura es un espejo de lo mismo que ellos han vivido durante treintaiséis semanas. Emociones que se encuentran en esas obras. En la última hora de clase tenían que entender en la literatura está nuestra esencia, nuestra humanidad. En ella sentimos, nos observamos y nos reconocemos una y otra vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy linda clase miss... Pero faltó mencionar las perlas del año! ;)