Antes de empezar a leer este
post, advierto lo que encuentren aquí será pura crudeza, incluso irreverencia. Hoy hablaré de la muerte, mil disculpas adelantadas si aun así lo leen y
se sienten afectados: les advertí, educadamente y con cariño. So sorry!
1.
El culto a la muerte siempre me
ha parecido extra dimensionado. Pero somos mortales y como seres humanos desde
tiempos ancestrales tenemos la tendencia a rendirle culto al cuerpo que queda,
cuando la vida ya no está.
2.
Así como hay “wedding planner” en
algunos velorios me he percatado de que también hay “funeral planner”. Un
caballero elegantísimo y educado que te va guiando durante el trance, se
encarga de todo. Incluso te indica dónde debes sentarte a la hora del responso
religioso (léase católico). No es un maestro de ceremonias pero permite que
pongas toda la organización en sus manos. Tú
solo sufre… yo me encargo del resto.
3.
Hace unas décadas atrás, en casa
de un amigo, vi un álbum de fotos en el que estaban las del velorio de su padre. Me
pareció terriblemente escalofriante. Recuerdo que me dio ataque de risa, entre
nervios, miedo, burla y pena. Sin embargo, debo reconocer que fue un adelantado
a los tiempos que corren. Hace poquísimo he visto cómo una familia se tomaba
una foto al lado de un columbario para colgar a imagen en Facebook… sobran
comentarios: la gente está loca.
4.
“No hay muerto malo”. Sería
genial escuchar esas elegías que a veces se hacen en los velorios una realista.
A mí me hubiera encantado hacer una real, especialmente cuando escuché frases halagüeñas
que eran de espanto.
5.
No creo en el culto a los
muertos. Creo que en la memoria, creo que lo que llevo en el corazón, nada más.
Mis muertos seguramente siempre extrañarán mi visita, pero como no creo en sus
cuerpos no me hago problema. Pienso en ellos, los convoco en mi mente y con eso
me basta.
6.
Creo que todos, internamente,
tenemos una idea clara de qué queremos que hagan con nuestro cuerpo cuando nos
vayamos de este mundo. Usamos ese verbo “ir”. Por tanto, estamos conscientes de
que nos vamos NO nos quedamos. Algunos se lo contamos a nuestros parientes
cercanos, sin llegar a saber si respetarán nuestra voluntad. Es solo una “wish
list”, como la lista navideña.
7.
El muerto no tiene voluntad. Al
final harán con él lo que los sobrevivientes quieran. El padre de un gran amigo
que era médico, quiso que su cadáver fuera donado a la Facultad de San Fernando
para que lo utilizaran los estudiantes. No le recibieron el cuerpo; las
autoridades universitarias lo consideraron una falta de respeto. ¡No se pasen!
8
Dicho lo anterior, cuando me vaya de este mundo quiero que me
cremen pero mis hijos ya saben que no echarán las cenizas al mar, porque estar
rodeada de agua me crea angustia. Sin embargo, qué importa, nunca me voy a
enterar. Sin embargo, por historias vividas y porque no quiero que se queden
físicamente conmigo de ninguna manera, espero que saliendo del crematorio y en
su camino hacia sus casas, abran la ventana y rieguen ese cuerpo que me
perteneció por los aires….
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