I
Uno de los cuentos infantiles que siempre me fascinó es el de La cucarachita Martina. Es el cuento que más me hace recordar a mi madre, creo que también era su preferido. Para los que nunca lo hayan escuchado se resume así: Martina es una linda cucarachita (¿??) que se encuentra una moneda y piensa por horas en lo que se va a comprar. Concluye que lo mejor será comprarse un lazo rosado para colocarse en la cabeza y ponerse en la ventana de su casa para ver qué galán caerá rendido ante su innata coquetería y belleza. Pasó un gallo y cuando le ofreció matrimonio ella (inteligentísima) le preguntó: ¿Qué haces de noche?. El gallo orondo le dijo: Kikirikí. Ella rápidamente se excusó porque no iba a poder dormir. Luego pasó el sapo y econ el mismo diálogo el sapo confesaba que hacía: Croac, croac. El último en pasar esa tarde fue famoso Ratón Pérez con el que decide casarse puesto que su respuesta a la pregunta fue: Dormir y callar. El cuento debería terminar ahí: tenemos un final feliz. ¿No? Es lo que todos los niños esperamos.
II
Pero, claro… la historia no termina aquí. Al día siguiente, Martina tenía que irse al mercado y dejó la sopa en la olla hirviendo indicándole al ratón que se acercara a la cocina. (¡qué ilusa!) En su ausencia, el ratón se acercó a la olla, vio una gran cebolla flotando y decidió comérsela como aperitivo. En su afán de agarrarla cayó dentro del recipiente y cuando la cucarachita regresó se lo encontró tieso flotando en la sopa. Tremenda tragedia, traumática para cualquier criatura sensata que escucha el cuento.
III
Pensarán que estoy más loca de lo que intuían por tener gustos tan raros con los cuentos infantiles. Pero es que en realidad, como la memoria es selectiva y en la medida en que uno va avanzando en el camino de la vida decide de lo que quiere acordarse y de lo que no… Yo decidí quedarme siempre con la primera parte del cuento. La ilusión de encontrar una moneda y ponerme a pensar por horas en lo que podría comprarme con ella. Hoy seguramente diríamos: invertir. Hoy seguramente no sería un lazo rosado para vernos más lindas o lindos. Podría ser una cirugía plástica, un carro nuevo, pagar la tarjeta de crédito o alguna deuda: liberar el alma de alguna carga económica. Todo nos haría igual de bellos ante nosotros mismos.
Post data:
La lección de la segunda parte es algo así, qué te importa que tu pareja haga un poco de ruido, la cosa es que no sea tan estúpido como el Ratón Pérz que a pesar de la clara advertencia de su mujer: murió por idiota…
Uno de los cuentos infantiles que siempre me fascinó es el de La cucarachita Martina. Es el cuento que más me hace recordar a mi madre, creo que también era su preferido. Para los que nunca lo hayan escuchado se resume así: Martina es una linda cucarachita (¿??) que se encuentra una moneda y piensa por horas en lo que se va a comprar. Concluye que lo mejor será comprarse un lazo rosado para colocarse en la cabeza y ponerse en la ventana de su casa para ver qué galán caerá rendido ante su innata coquetería y belleza. Pasó un gallo y cuando le ofreció matrimonio ella (inteligentísima) le preguntó: ¿Qué haces de noche?. El gallo orondo le dijo: Kikirikí. Ella rápidamente se excusó porque no iba a poder dormir. Luego pasó el sapo y econ el mismo diálogo el sapo confesaba que hacía: Croac, croac. El último en pasar esa tarde fue famoso Ratón Pérez con el que decide casarse puesto que su respuesta a la pregunta fue: Dormir y callar. El cuento debería terminar ahí: tenemos un final feliz. ¿No? Es lo que todos los niños esperamos.
II
Pero, claro… la historia no termina aquí. Al día siguiente, Martina tenía que irse al mercado y dejó la sopa en la olla hirviendo indicándole al ratón que se acercara a la cocina. (¡qué ilusa!) En su ausencia, el ratón se acercó a la olla, vio una gran cebolla flotando y decidió comérsela como aperitivo. En su afán de agarrarla cayó dentro del recipiente y cuando la cucarachita regresó se lo encontró tieso flotando en la sopa. Tremenda tragedia, traumática para cualquier criatura sensata que escucha el cuento.
III
Pensarán que estoy más loca de lo que intuían por tener gustos tan raros con los cuentos infantiles. Pero es que en realidad, como la memoria es selectiva y en la medida en que uno va avanzando en el camino de la vida decide de lo que quiere acordarse y de lo que no… Yo decidí quedarme siempre con la primera parte del cuento. La ilusión de encontrar una moneda y ponerme a pensar por horas en lo que podría comprarme con ella. Hoy seguramente diríamos: invertir. Hoy seguramente no sería un lazo rosado para vernos más lindas o lindos. Podría ser una cirugía plástica, un carro nuevo, pagar la tarjeta de crédito o alguna deuda: liberar el alma de alguna carga económica. Todo nos haría igual de bellos ante nosotros mismos.
Post data:
La lección de la segunda parte es algo así, qué te importa que tu pareja haga un poco de ruido, la cosa es que no sea tan estúpido como el Ratón Pérz que a pesar de la clara advertencia de su mujer: murió por idiota…
5 comentarios:
¡Qué cuento tan horrible¡ No me acordaba. ¿Por qué todos esos cuentos antiguos son trágicos y dramáticos? ¿Qué querían enseñarnos con la muerte de Bambi, el abandono de Hansel y Gretel..? Prepararnos para lo dura que es la vidad?¡ Pero si cuando uno es niño no tiene la capacidad de extraer conclusiones tan complejas. Sólo te dan miedo e inseguridad (de ahí las pesadillas nocturnas). Espero que ahora haya cuentos más creativos y positivos. Laly
Era mi cuento favorito cuando era niña !!! Mi bisabuela Buquita me lo contaba tooodo el tiempo, pero claro, como ella era toda una poeta y no nos queria hacer escuchar esa versión original nos la contaba de otro modo. La cucarachita Martina se compraba no sólo un lazo, sino miles de lazos de colores y con eseoshace su vestido de matrimonio, claro ! y eran interminables los galanes que pasaban por su ventana, cada uno con una razón por la cual no ser el indicado... Además logra salvar al ratoncito que se cae en la sopa ! jajaja
Yo podría darle otra interpretación al final del cuento... a la luz de los tiempos. En realidad Martina sabía que el Ratón iba a hacer lo contrario a lo que ella le dijese y como ya estaba aburrida que de noche solo durmiera y callara, lo que quería era deshacerse de él. Así que preparó todo, soltó la carnada y para que después no la llevarán presa a DININCRI con miles de reporteros acosándola (pues, ella es famosa) se fue a la calle (así no dejaba ninguna huella en la escena del crimen, pues ella ve mucho CSI). GC
Con respecto al primer comentario:
¿¿¿Bambi se murió???? ¡¡Noooooooo!
Con respecto al post:
Esto me hace recordar la verdadera versión de la Caperucita, donde termina en que el lobo se la come, y ya. ¡No hay leñador ni nada!
¿El Ratón Pérez no es el de los dientes?
Está bueno el nuevo final... un poco sórdido y más traumante para los niños, pero no deja de ser original.
Joel, el ratón Pérez es el mismo de los dientes, creo que eso le pasó después de dejar su chamba. No sería tu pariente???
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