lunes, septiembre 07, 2009

Del sabio mundo de la estética


Me contaba mi exalumno Michael Succar que estaba leyendo un capítulo de Historia de la belleza escrito por Umberto Eco y que se quedaba un poco enredado en los conceptos de estética y fealdad. Me quedé pensando que era muy interesante, cómo un chico de 20 años, podría entender el concepto de belleza que planteaba Eco, era complicado no por su inteligencia, sino por sus vivencias y por lo que le había tocado vivir en esta sociedad consumista a la que pertenecía.

ECO hace una afirmación muy interesante cuando expresa que a partir del siglo XX la belleza se democratiza y de alguna manera existe un modelo de ella para cada demanda: para el que no posee la belleza masculina y refinada de Richard Gere, existe la fascinación delicada de Al Pacino y la simpatía proletaria de Robert De Niro. Curiosamente esto me lleva, con el debido respeto y humildad que puedo sentir ante este académico a afirmar que ahora se busca una belleza más natural y “fresca”. Los medios de comunicación apuntan a una moda ecológica, maquillaje ecológico, todo ecológico. Espontaneidad pura, pero manteniendo una marca. Informalidad, pero que se apellide Dolce Gabbana o Klein, por ejemplo. O peor, aún: quieren darse la imagen de ser originales y no se dan cuenta que hay varios especímenes vestidos igual de “originales” que ellos. Como dice ECO, asisten a inauguraciones de expositores vanguardistas pero enfundados en la impositiva moda y look que impera en los medios de comunicación masiva. ¡Qué contradicción más grande!

No obstante, lo que me ha llamado la atención en estos locos tiempos que la mujer se esmera por lucir fresca, lozana y natural es cuando más necesita ir a la peluquería, al spa o como quieran llamarlo para alcanzar esa pinta bucólica. Por ejemplo, en los últimos días he oído hablar de lo que es el último grito de la moda de las peluquerías: el alaciado inteligente. Ya su nombre, per se, es atractivo. Ahora que todas quieren ser chutas, laaaaaaaacias, naturales, pasarse un peine por la cabeza y estar regias cual divas, viene el método MÁS MÁS de todos. El menos maltratador, el menos castigador, el igualmente caro que el resto, peroquéimporta porque es: INTELIGENTE.

Le decía a quien me informaba, que seguramente en unas peluquerías las tarifas iban variando, pero no por la calidad de los materiales utilizados. Cambian porque con el alaciado (tengo esta maravillosa fantasía) deben implantarte a través de el cuero capilar una cierta cantidad de neuronas que le da nombre al alaciado. Por ello, dependiendo de cuántas sesiones necesites para llegar a un mínimo de decencia neuronal, el precio se va regulando: libre mercado que le llaman. Si partimos de una base de $150 podríamos pensar que en algunos casos, dada la rebeldía del cabello y promedio de IQ (coeficiente intelectual) el precio puede llegar hasta $1,000 por lo menos…¿no creen?

Les apuesto que tienen un par de candidatas a las que recomendarían este proceso de belleza. Desde luego que he pensado en algunas soberbias que pensarían que para ellas puede ser hasta gratis… ¿No es hermosa e igualmente inteligente la lucha por alcanzar LA belleza?

4 comentarios:

Joel Jones Pérez. dijo...

Hmmmm.... si existiera una ley de conservación de inteligencia esto podría ser terrible...

Tal vez lo que se vuelve inteligente es el alaciado (siempre aprendo palabras nuevas en este blog) en sí. Y si existe una conservación de inteligencia, sería necesario extraer la inteligencia de algún otro sitio. ¿Y qué mejor sitio de dónde extraer inteligencia que del mismo "alaciadado"?
(Siempre termino inventando palabras nuevas en este blog)

¡Oh cielos! ¡Esto podría ser un nefasto plan para extraer la inteligencia de las mujeres! ¿Quién podría haber ideado un plan tan maquiavélico?

Hiperbreves S.A. dijo...

La belleza es algo paradójico: puede sacar lo mejor y lo peor de las personas. Un saludo desde España.

Hiperbreves S.A. dijo...

La belleza es algo paradójico: puede sacar lo mejor y lo peor de las personas. Un saludo desde España.

Michael dijo...

Muy bueno. La belleza y fealdad estàn en los lentes (conocimientos , ideas , paradigmas, estado de ánimo , compañía) que tengas puestos al momento de juzgar el objeto . Tengo ahi unas cuantas candidatas a pasar por el alaciado.