He leído en las últimas semanas dos novela de Pablo Simonetti. La razón de los amantes y La barrera del pudor. Simonetti es un autor chileno contemporáneo que maneja con soltura un estilo narrativo desenfadado y acorde a los tiempos que corren.
Sin embargo, me llama la atención que en ambos libros se inclina por mover los pilares prejuiciosos de la sociedad chilena, y logro ver entre líneas que de hecho es una sociedad castrante, ultraconservadora, temerosa y con dos dedos de frente cuando de hablar claramente de temas y opciones sexuales se refiere.
En uno, focaliza en la sexualidad femenina y se percibe el esfuerzo e intento de lograr transmitir la gama de sensaciones físicas y emocionales que enriquecen el mundo sexual femenino. Pero desde mi orilla, confieso que me jode que los hombres “pretendan sentir” como las mujeres y terminen fabulando lo que se siente en esos momentos de intimidad. Nadie siente como una mujer, y de hecho si, a nosotras mismas, a veces nos resulta complicado verbalizar nuestros sentires y emociones… cómo puede lograrlo un hombre. Quizás podría decir que precisamente la distancia física y mental, la mirada desde otra perspectiva lo puede ayudar, argumento que no puedo invalidar, pero tampoco comparto. No puedo decir lo mismo de La razón de los amantes: la sexualidad homosexual la desconozco totalmente.
No obstante, supongo que cualquier narrador de ficción me diría que estoy prejuiciada, que los escritores son capaces de ponerse en el papel del otro con mucha facilidad y focalizar desde cualquier orilla. Tal vez. Yo como una humilde lectora tengo mis reservas, y hasta me parece un tanto soberbio cuando se trata de temas íntimamente íntimos.
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