No sería cuestión de contar horas, días, años... porque en algunos microsegundos de estos, el amor nos abandona y queremos matarnos...No sería cuestión de revisar cada carcajada, ni sonrisa... porque las lágrimas también han acompañado nuestro recorrido. No sería cuestión de ver lo ganado... porque en el camino también fuímos perdiendo algunas cosas: objetos, sentires, ciertas costumbres...Es cuestión solo de confirmar que es posible seguir despertando cada mañana con el mismo compañero y saber precisamente que es eso: compañero. Compañero, con quien como lo dice la misma palabra comparto el pan y todo lo demás. La compañía que necesito cuando el día termina, el abrazo justo, el ceño fruncido cuando amerita, la palabra correcta, el silencio en un suspiro que a veces carga un significado real y sobrentendido. El apoyo, el apoyo, el inmenso apoyo.
Cierro con una cita de "El amor en los tiempos del cólera", no podía ser de otra manera:
"Habían sorteado juntos las incompresiones cotidianas, los odios instantáneos, las porquerías recíprocas y los fabulosos relámpagos de gloria de la complicidad conyugal. Fue la época en que se amaron mejor, sin prisa y sin excesos, ambos fueron más conscientes y agradecidos de sus victorias inverosímiles contra la adversidad. La vida había de depararles todavía otras pruebas mortales, por supuesto, pero ya no importaba: estaban en la otra orilla"
2 comentarios:
me encantó este post.
Esta genial el post! y la verdad es de admirar la forma en que aborda el tema :)
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