Acabo de leer Elena sabe la última publicación de Claudia Piñeiro (Argentina, 1960). Me la compré porque antes había leído Las viudas de los jueves , novela que le mereció el Premio Clarín de Novela 2005. Esa novela me había atrapado desde la primera página a pesar de no tener mucho conocimiento de la vida en los Country (urbanizaciones muy de moda en Buenos Aires construidas en la periferia de la ciudad que cuentan con todas las comodidades del mundo, inclusive hay alguna que tiene su propio colegio; ghettos que le llaman). Me hacían acordar a ciertos balnearios sureños de Lima: elitistas, racistas y arrogantes. Las viudas de los jueves es totalmente recomendable.
Cuando compré Elena sabe, me dejé llevar por el conocimiento previo que tenía de la autora y por lo que decía en la parte de atrás del libro: Poco después de que Rita aparece muerta en la iglesia que suele frecuentar, la investigación se da por cerrada, y su madre es la única que no renuncia a esclarecer el crimen. Pero jaqueada por la enfermedad, es también la menos indicada para encabezar la búsqueda del asesino. (...) Otra historia atrapante, íntima y aguda de la autora de Las viudas de los jueves. Me enfrasqué en la lectura, todo un fin de semana: de inicio a fin. (a pesar de leer rápido, la novela ayuda: solo tiene 173 páginas).
La novela me removió los conchos, las entrañas. Como saben los que me conocen, mi madre que ya tiene 85 años vive conmigo. Mi madre tiene la misma enfermedad que Elena, la madre de Rita. A medida que avanzaba mi lectura, confirmaba que la literatura se nutre de lo cotidiano, del dolor humano, de lo oscuro, de lo que a veces pensamos y no decimos, deseamos y no hacemos. Piñeiro ha logrado transmitir (al menos lo logró conmigo) no solo lo íntimo sino también lo cotidiano: las sensaciones, los sentimientos, los olores, los miedos. En los dos personajes que sirven como eje (Elena y Rita) traza la dinámica de una vida que se va terminando y otra que cae en una enorme frustración, en un enorme cansancio, en una enorme resignación.
Es dura la vejez, y duras las vivencias de quienes la acompañamos de cerca. Dura, sobre todo si terminamos siendo testigos del deterioro diario, con distintas velocidades según sea el caso. Dura para comprobar que los seres humanos no podemos escapar de aquello de lo que únicamente somos conscientes: moriremos algún día. No importa el cuándo, ni el cómo, ni el dónde; y a veces es más fácil gritar que llorar.
Cuando compré Elena sabe, me dejé llevar por el conocimiento previo que tenía de la autora y por lo que decía en la parte de atrás del libro: Poco después de que Rita aparece muerta en la iglesia que suele frecuentar, la investigación se da por cerrada, y su madre es la única que no renuncia a esclarecer el crimen. Pero jaqueada por la enfermedad, es también la menos indicada para encabezar la búsqueda del asesino. (...) Otra historia atrapante, íntima y aguda de la autora de Las viudas de los jueves. Me enfrasqué en la lectura, todo un fin de semana: de inicio a fin. (a pesar de leer rápido, la novela ayuda: solo tiene 173 páginas).
La novela me removió los conchos, las entrañas. Como saben los que me conocen, mi madre que ya tiene 85 años vive conmigo. Mi madre tiene la misma enfermedad que Elena, la madre de Rita. A medida que avanzaba mi lectura, confirmaba que la literatura se nutre de lo cotidiano, del dolor humano, de lo oscuro, de lo que a veces pensamos y no decimos, deseamos y no hacemos. Piñeiro ha logrado transmitir (al menos lo logró conmigo) no solo lo íntimo sino también lo cotidiano: las sensaciones, los sentimientos, los olores, los miedos. En los dos personajes que sirven como eje (Elena y Rita) traza la dinámica de una vida que se va terminando y otra que cae en una enorme frustración, en un enorme cansancio, en una enorme resignación.
Es dura la vejez, y duras las vivencias de quienes la acompañamos de cerca. Dura, sobre todo si terminamos siendo testigos del deterioro diario, con distintas velocidades según sea el caso. Dura para comprobar que los seres humanos no podemos escapar de aquello de lo que únicamente somos conscientes: moriremos algún día. No importa el cuándo, ni el cómo, ni el dónde; y a veces es más fácil gritar que llorar.
4 comentarios:
La verdad un libro que muestra la cruda realidad de convivir con una enfermedad. A mi también me tocó cercano el tema, sobretodo por la forma que está escrita la novela, te hace sentir la enfermedad.
Claudia:
Leer una novela que resalte lo que estás viviendo en la vida real no es un entretenimiento sino un suplicio. Lo que te pasa con tu madre sucede conmigo y mi muy querida suegra. Mi suegro se fue (como un ángel dormido en su lecho) hace un año pero desgraciadamente su presencia fue reemplazado por este señor Parkinson maldito.
Ella ya está en sus ultimas fases de la enfermedad donde no puede hacer nada por ella misma ni comunicarse si quiera.
La experiencia es tremenda... sin embargo...anoche terminé la novela cerca a las 3 am y luego hoy por la mañana visité a mi suegra, siempre pensando en Elena y sus ganas de vivir a pesar de ver el mundo por los suelos o su vision que no sube más alla que los tobillos.
Después de mucho tiempo me miró a los ojos y me preguntó por Viva! No lo podía creer! Tuvimos una conversación de 10 minutos con total lucidez!!! Luego retiró su mirada y nuevamente regresó a su estado de ausencia.... pero esos 10 minutos fueron un regalo que voy a conservar toda la vida en honor a la gran amistad y el amor que le voy a tener siempre.
Despues de todo... Elena sabe!
felicitaciones por tu blog
anamaria mccarthy
Hola Claudia,
anoche lei de corrido "Elena sabe" porque mi mama me la recomendo. Y creo que es una novela con la que no podés quedar indiferente. Pone por escrito todos esos "no dichos" que rodean a una enfermedad tan dura. Buen post,
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