martes, junio 10, 2008

Los pecados capitales 5: LA ENVIDIA

De nuevo, nos encontramos con otro pecado capital más cómun que el pan de molde. ¿Qué les puedo decir? Yo no podría creerle a nadie(s) que no haya sentido ni una pizca de envidia alguna vez en su vida. MENTIROSO(a) infame aquél que lo niegue tres veces mismo San Pedro.
Claro, que hay que distinguir envidia de la buena, a envidia de la mala.
A ver grafiquemos el tema con un ejemplo de la cada uno:
- Envidia de la buena: mi hija tiene 17 años ¡qué envidia!
- Envidia de la mala: cuando estaba en 1ero de primaria mi amigo Eduardo N. me reventó -a propósito mi pelota amarilla linda maravillosa-…y yo, lloré a mares (todo un trauma infantil).
Yo siento algunas que están “in between”, puesto que no van a causarle ningún daño ni trauma a la persona involucrada. Entonces, considero que no es tan pecaminoso el asunto, digamos que estamos en la zona gris: envidia de la estúpida regia que estaba con George Clooney, envidia de los que pecan de gula y no engordan ni un gramo, envidia de los que pueden dormir toda la noche de un solo tirón, envidia de los que pueden usar todo el pizarrón hasta la parte más alta (yo, de la mitad para abajo)… no es tan grave ¿no?
Con respecto a la envidia de la mala hay mucho que decir. Esa le suda a la gente por los poros y la gran mayoría de las veces no se puede esconder, el tono de voz, la mirada, una frase, siempre hay algo que juega una mala pasada y hace que el sentimiento se haga evidente. Acabo de leer El juego del ángel de Carlos Ruiz Zafón, el párrafo a continuación es bastante elocuente:
"La envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes y que las puertas del cielo sólo se abrirán para los infelices como ellos, que pasan por la vida sin dejar más huella que sus traperos intentos de hacer menos a los demás y de excluir, y a ser posible destruir, a quienes, por el mero hecho de exsitir y de ser quienes son, ponen en evidencia su pobreza de espíritu y mente..."

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