miércoles, junio 25, 2008

Una película de regreso

Cuando fui a ver esa película (en el otrora Cine Alcázar) debo haber tenido unos 16 años, me acuerdo de ese detalle porque la película era mayores de 18 y tuve que ponerme los tacos recontra altos de una de mis hermanas, un poco de rimmel en los ojos y entrar en un grupo grande de chicas para pasar desapercibida totalmente.
Jane Fonda siempre había sido una actriz que me había llamado la atención, en realidad parte de su actividad política contra la guerra de Vietnam me dejaron un sabor distinto de ver que los actores también podían ser pensantes. Pero es cierto que la película también me (nos, agregando a mis amigas) llamaba la atención por los comentarios de algunos chicos que ya la habían visto y hablaban mucho de las escenas sexuales.
Sin embargo, ver esa película con la brillante actuación de Jon Voight (ambos ganaron el Oscar) fue muy importante y por varios motivos. Primero, por el desaliento que transmitía el personaje del marido cuando vuelve a casa. SU escena final me impactó. Segundo, por el temple de ella al ser voluntaria en el Hospital y enamorarse y apasionarse por el personaje de Voight: su lucha interna. Tercero, el personaje principal, es extraordinario. La actuación espectacular (claro que hablo ahora desde mi perspectiva de adulta mezclado con el recuerdo que siempre es traicionero para bien o para mal) que logra transmitir el dolor de la guerra, la herida abierta y eterna de los gringos, en fin...
Regreso sin gloria, es una mala traducción de Coming home, la traducción real: "Regresando a casa" tan sencilla, es más exacta. Pues los regresos a casa cuando se ha pasado por mucho siempre son dolorosos, son riesgosos y a veces no son lo que uno espera.

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