He tenido un almuerzo con mis amigos, el clásico de inicio del año, y cuando digo amigos apelo al cien por ciento al género masculino. Creo que termino perteneciendo a una suerte de Club de Toby en donde soy el elemento neutro. No digo femenino, porque me queda claro, más claro que el agua que no me ven como tal.
La conversación con ellos se mueve en todos los planos, replanos, y superplanos. ¿Qué quiero decir con esto? Pues los temas varían, pasando por potos (obviamente un sinónimo más vulgar), anécdotas propias y más ajenas, situación financiera mundial, bromas, dobles sentido en cantidades industriales, insultos cariñosos ... Desde luego que ello va en todos los planos lingüísticos puesto que inclusive en algún momento de la conversación ya no soy Chata sino que soy ón, mi “alta” investidura se reduce a dos letras: ni siquiera ona sino simple y llanamente: ón. Estoy en ese mundo, tengo una visa temporal que me permite ser testigo de información maravillosa (mis labios están sellados) y no parar de carcajearme.
Evidentemente caigo feliz en este juego y de hecho, me mato de la risa con las conclusiones, las historias que se repiten como las vueltas de un carusel; visualizo las situaciones, idealizo otras. Es un espacio raro, una dinámica que va mejorando con los años puesto que nos volvemos más irónicos, más agudos, más críticos…. Confirmo una vez más cuando estoy con ellos, que tanto los hombres como las mujeres disfrutan el democratizar la información, intercambiar datos, compartir historias, o sea: chismear. Estar sentada escuchando es estar dentro de la cofradía y ser testigo absoluto de la experiencia mística de los monjes.
Inclusive en este ir y venir de palabras entreveradas, dimes y diretes, ellos mismos me dan ideas para el blog, crean títulos, dan sugerencias que guardo en mi despensa mental puesto que algunos temas podrían poner en evidencia a terceros (y cuartos y quintos) y por lo tanto, causar estragos en las vidas privadas que finalmente una tiene que respetar.
Por momentos, me siento un personaje de Los Cachorros, en donde Choto, Chingolo, Lalo y los demás pasan a ser: Perro, Insecto, Mañas, Manolo entre otros. Debe ser que por carencia yo debería ser Pichulita Cuéllar, aunque supongo que por similitud silábica ése podría ser otro…
La conversación con ellos se mueve en todos los planos, replanos, y superplanos. ¿Qué quiero decir con esto? Pues los temas varían, pasando por potos (obviamente un sinónimo más vulgar), anécdotas propias y más ajenas, situación financiera mundial, bromas, dobles sentido en cantidades industriales, insultos cariñosos ... Desde luego que ello va en todos los planos lingüísticos puesto que inclusive en algún momento de la conversación ya no soy Chata sino que soy ón, mi “alta” investidura se reduce a dos letras: ni siquiera ona sino simple y llanamente: ón. Estoy en ese mundo, tengo una visa temporal que me permite ser testigo de información maravillosa (mis labios están sellados) y no parar de carcajearme.
Evidentemente caigo feliz en este juego y de hecho, me mato de la risa con las conclusiones, las historias que se repiten como las vueltas de un carusel; visualizo las situaciones, idealizo otras. Es un espacio raro, una dinámica que va mejorando con los años puesto que nos volvemos más irónicos, más agudos, más críticos…. Confirmo una vez más cuando estoy con ellos, que tanto los hombres como las mujeres disfrutan el democratizar la información, intercambiar datos, compartir historias, o sea: chismear. Estar sentada escuchando es estar dentro de la cofradía y ser testigo absoluto de la experiencia mística de los monjes.
Inclusive en este ir y venir de palabras entreveradas, dimes y diretes, ellos mismos me dan ideas para el blog, crean títulos, dan sugerencias que guardo en mi despensa mental puesto que algunos temas podrían poner en evidencia a terceros (y cuartos y quintos) y por lo tanto, causar estragos en las vidas privadas que finalmente una tiene que respetar.
Por momentos, me siento un personaje de Los Cachorros, en donde Choto, Chingolo, Lalo y los demás pasan a ser: Perro, Insecto, Mañas, Manolo entre otros. Debe ser que por carencia yo debería ser Pichulita Cuéllar, aunque supongo que por similitud silábica ése podría ser otro…
1 comentario:
Una vez mas me has hecho reir, esta vez imaginandome los personajes y una comida reciente en casa de uno de estos "machos" que solo se encuentran en el Peru...estos son los pocos momentos en los cuales verdaderamente extrano el Peru.
Una vez una profesora amiga mia me conto la historia de cuando fue al Japon como profesor invitado. Ella quedo muy sorprendida al ser invitada a todos los eventos con los hombres de la oficina. finalmente tomo el coraje de preguntar por que ella era la unica mujer...la respuesta fue que ella no era una mujer, sino que durante su estadia era un "hombre honorario"....
Querida amiga, tu siempre has sido para todos nosotros un "hombre honorario"
disfrutalo y una y mil veces mil gracias
Pepe
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