Me encanta recordar, creo que es un proceso natural aunque a veces muy sano, a veces no lo es tanto. No obstante, hoy quería rescatar de mi disco duro de recuerdos cómo vivía yo de niña la Semana Santa, porque el presente me ofrece un panorama diametralmente opuesto. Seguramente mi amigo Paul se reirá y me dirá: Ay Claudita, yo no me acuerdo...!
En primer lugar, la gente no salía corriendo fuera de Lima como si fuera el Apocalipsis. Por el contrario, eran días de real recogimiento y reflexión.
a) Había -y de propia decisión- ley seca. Corríjanme si me equivoco, pero los Super Epsa no vendía licor. No se libaba como ahora que hasta la etiqueta Semana Tranca se ha puesto en boga.
b) Los tres canales de televisión (4, 5 y 7) emitían su programación desde las 12 de día: El Sermón de las Tres Horas, Las Siete Palabras y desde luego todas las películas sobre temas religiosos que podríamos imaginarnos: Los diez mandamientos, Quo Vadis, Ben Hur entre las "modernas" y varias sobre la Pasión y Muerte de Jesucito. Ayer justamente le decía a JC que mi recuerdo más más lejano, es que en estos films -los más antiguos- el personaje que hacía de Cristo jamás mostraba su rostro. Obviamente, le pregunté a mi madre, quien guardaba en su corazón toda la devoción católica que un corazón pueda cobijar -que siempre admiré-, y me explicó que nadie podría aspirar a imitar a Jesucito en su totalidad y que por respeto no se mostraba su cara. Por ello, cuando vi la primera película en la que el Hijo de Dios mostraba su faz me pareció increíble, hiperventilé de emoción.
c) Tengo otro recuerdo maravilloso que seguramente Marie Lis, Elena y Magalli van a decir que invento, pero tal vez Jorge Iván pueda compartir conmigo. La sister Joanne (que era nuestra heroína escolar, una suerte de Julie Andrews en "La novicia rebelde") que nos enseñaba inglés y religión en nuestros primeros años de primaria un día nos sorprendió con lo siguiente: una película -formato 8 mm desde luego- proyectada en la parte superior de la pizarra que trataba de la Pasión y Muerte. Esta venía acompañada de un LP (disco de polietileno) que recogía el sonido de la película y daba vueltas en un tornamesa portatil simultáneamente a la proyección. Un valor agregado: el disco era anaranjado!!! No he vuelto a ver un LP color naranja, lo tengo grabado en la memoria como si fuera ayer.
d) Las estaciones de radio, que desde luego también eran pocas, solo transmitían música clásica o sacra. Yo me mataba buscando alguito más entretenido y a escondidas escuchaba algún cassette...
e) Ni qué hablar de la comida, que creo que eso sí se conserva medianamente. Yo, al menos, todavía saboreo los Fideos con Pescado en la casa de mis abuelos y seguramente mis primas y mis hermanas lo recordarán conmigo. Luego, nuestras madres hicieron lo suyo con las recetas originales.
Hoy, somos otros y la SS ha cambiado con nosotros, aquellos que con el tiempo hemos ido perdiendo ciertas tradiciones, devociones y por qué no, respeto.
1 comentario:
Hola Claudia que yo he vivido cosas muy similares a las que contás en esta época de semana santa, aquí en buenos aires...
y si que no tenía que ver con el torbellino (de toooodo lo q nombrás y mas aún q se arma cada año hoy...)
pero sabés que? hoy no rescato aquel ritmo distinto, no porque no valore el recogimiento y la celebración...sino porq valoro algunas enseñanzas de esta celebración católica, que es la conciencia del prójimo y sus necesidades y sentimientos...
y que eso, la promesa era, daría paz a mi propio corazón...
comparto para explicarme mejor mi post al respecto, gracias por este espacio de reflexión que ofrecés y compartís!
un saludo desde argentina
http://marini-cieloytierra.blogspot.com/2009/02/que-puedo-hacer-para-enriquecer-tu-vida.html
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