Me compré la última publicación de Gustavo Rodríguez y Sandro Venturo titulada: Ampay Mujer, una revisión interesante (en la que predomina las estadísticas) del papel de la mujer en la sociedad peruana. Llaman la atención algunas cifras y hasta son divertidas en más de un caso.
Sin embargo, me resultó muy cuestionable un comentario realizado, casi al iniciarse el texto, de Rocío Silva Santisteban sobre la percepción que tienen las mujeres a partir de las cuatro décadas sobre su propio cuerpo.
“Al llegar a los 40, dejada atrás la etapa de la examinación minuciosa sobre sus cuerpos, con la experiencia ganada, el paso por la maternidad, y siendo madres, la noción corporal se vuelve más cómoda. A los 40, por lo general, la mujer tiene hijos o hijas grandes y nuevamente tiene tiempo para sí misma. (…) A los 40, la mujer ya no se exige encajar o estar a la moda como antes, ni lucir siempre delgada, no tiene que impresionar, ha aprendido a valerse por más aspectos de sí misma que el físico. (…) ella ya vivió y cumplió, se merece un relajo, merece tiempo para sí misma y bajo sus expectativas, no las de los demás.”
Como que un poco desubicada ¿no? una mujer “ya vivió y cumplió” ¿¿?? Más que una reflexión altruista y filosófica como parece que pretendiera hacer, termina siendo una sentencia lapidaria que parece decir: hermanas ya no hay nada que hacer… ¡Ta loca! Yo cumplo mañana 46 y no siento el pretérito perfecto simple en mi vida: vivió/cumplió -estoy bien alejada de lo perfecto y simple, por cierto-. Me parece que es bastante distante con lo que pasa alrededor, o simplemente padece una ligera miopía sociológica y femenina especialmente si observamos la actitud de la mujer limeña de todos los estratos sociales. De hecho, un alto porcentaje se esmera por mantener su peso, se queja si se sube algunos kilos, oculta sus primeras canas, se afana con lo que puede para aferrarse a la idea de que la vejez todavía está bien, bien, pero BIEN lejana.
No le niego que las mujeres que tenemos por encima de 40 hemos aprendido a valernos por nosotras mismas, y aquellas que somos profesionales nos la peleamos en el día a día en una lid que aunque pretende a veces ser igualitaria no lo logra del todo. Sí “nos merecemos un relajo”, sí “nos merecemos tiempo para nosotras mismas”. La pregunta es si esos tiempos existen en la realidad… Yo al menos, sigo buscando la oportunidad de hacerme un buen masaje… pero no tengo tiempo.
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