Leí la novela de Héctor Abad, El olvido que seremos. Jalada un poco por la recomendación de Malena, de El Virrey y por el artículo de Vargas Llosa en El Comercio sobre la novela. La verdad es que entiendo todos los aplausos que ha recibido. De hecho, como siempre he afirmado, finalmente los libros nos gustan porque nos gustan o no nos gustan por lo mismo. Más allá de las críticas ajenas.
La novela cuenta una historia familiar con bemoles y sostenidos, de una familia colombiana cuyos seres más queridos se los arrebata la muerte sin ningún aviso ni prevención. Sin embargo, no hay tristeza en el narrador, puesto que logra transmitir con una finísima melancolía los momentos más duros sin caer en el dramatismo. Mantiene ese estilo tan latinoamericano que tenemos de empezar contándote algo y terminar contándote otra cosa, para volver luego al principio.
La línea entre lo real y lo ficcional pierde todo cuestionamiento: es el autor, es su padre, su madre, sus hermanas. Y tal vez, eso lo hace por momentos un objeto de envidia (de la buena), el que querer haber sido así de feliz por en alguna parte de la vida, o haber tenido a ese padre que de hecho resulta siendo una rara avis. Abad tiene esa delicada capacidad de transmitir sentimientos cotidianos sin manosearlos.
La línea entre lo real y lo ficcional pierde todo cuestionamiento: es el autor, es su padre, su madre, sus hermanas. Y tal vez, eso lo hace por momentos un objeto de envidia (de la buena), el que querer haber sido así de feliz por en alguna parte de la vida, o haber tenido a ese padre que de hecho resulta siendo una rara avis. Abad tiene esa delicada capacidad de transmitir sentimientos cotidianos sin manosearlos.
Los padres seremos olvido, puesto que la memoria es una compañera traicionera y con el paso del tiempo recuerda ciertas cosas que le conviene, o te trae a la memoria un detalle que estuvo agazapado para arañar un poco esa herida que parecía cicatrizada.
Porque como siempre lo digo en más de un post: las huellas que dejan los padres son las que realmente duran para siempre.
2 comentarios:
Estimada Claudia. Resulta extraño leer el comentario de alguien ajena a los hechos que narra la historia. Permite captar otras interpretaciones. Sin embargo, es necesario aclarar que en la Novela de Héctor Abad Faciolince emergen algunas claves de la intolerancia y violencia de nuestra sociedad colombiana. Especialmetne la de Medellín, particularmente retardataria, y que persiguió con saña a un gran defensor de los derechos Humanos como fue Hèctor Abad Gòmez. Allì interactùan muchos de los personajes que hoy protagonizan el debate polìtico colombiano.
Efectivamente, sí rescaté la idea que hay tras la historia personal. Una historia de un pueblo que, representado en el padre del autor, sufrió en carne propia el querer ser fiel a sus principios.
He releído algunos pasajes y efectivamente confirmo que es una extraordinaria novela. Es más, he querido comprar algunos ejemplares para regalar y en Lima no queda ni uno.
Gracias por comentar.
Claudia
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