Una vez más escribo para contar
una historia que tiene como punto de partida el hecho de ser profesora. Corrijo,
tener el privilegio y la suerte de ser profesora.
Hace tres semanas decidí
modernizarme y dejar mi jurásico Blackberry para pasar a un Smartphone.
Tremenda tarea para alguien que se apega a los objetos tecnológicos antiguos por miedo al cambio, y la verdad, es que a mi
BB le tenía bastante “camote" y poseía un encanto agregado: la funda
protectora simulaba un antiguo cassette de 90 minutos/ Lado A. Una maravilla
que me había conseguido mi exalumno Fonchi Panizo. Sigo…
El día que fui a realizar el
cambio, implicaba también cambiar el plan y esta figura de pasar del sistema
operativo del BBerry al Smarthphone era toda una joda. La explicación fue
irrelevante, para mí, porque no entendí absolutamente nada, puesto que además,
lo único que me interesaba era que pudiera comunicarme con el mundo: correos,
whatsapp y lo demás, venía por “default”.
Cuando me atendieron, estaban en el mismo cubículo
además dos chicos que se estaban entrenando en Servicio al Cliente. Lo primero
que les llamó la atención a los tres fue mi funda, y obviamente hablamos de ella, de lo
linda que era, etc. etc. A la vez, antes de que el vendedor me ofreciera un sinnúmero
de aparatos de varias marcas, yo le advertí que me diera algo bueno, cómodo y
barato. Mira, soy bruta para la
tecnología celular. Pero también soy profesora, entonces imagínate que yo soy
tu peor alumna y tienes que explicarme como si esto fuera una ecuación
cuadrática y yo estuviera jalada en matemáticas…y si a eso le agregas que
podría ser tu vieja… la cosa se agrava. Entonces te ruego que me tengas
paciencia y me hables despacio.
Todos disfrutamos la
jornada de mi cambio de equipo, porque yo repetía cada una de las instrucciones
una y otra vez como regla nemotécnica. Seguíamos conversando sobre el hecho de
ser profesora y “tía” y de las modernidades del mundo mundial.
Hoy, tres semanas después, no
tenía correo, ni whatsapp, ni el “default”. Tenía mis pagos al día, pero
Movistar siempre te complica un poquito la vida, por lo que decidí llenarme
de paciencia e ir de nuevo a la oficina. Después de esperar quince turnos me
mandaron al tercer piso. Yo sospechaba que como justo era la fecha de cambiar
de sistema operativo algo tenía que ver.
Cuando me acerco a la ventanilla
23 veo en ella a uno de los jóvenes practicantes. Gloriosa memoria la mía, y de
frente le dije: Yo te conozco!!!! Y
él, lindo y hermoso con carita de ratón detrás de unos lentes gigantes me dijo:
Claro! Usted es la profesora!!!!
Contar el final de la anécdota
sería malograr el momento, pero solo les digo: ya tengo un cómplice en Movistar.
1 comentario:
Ja, básico tener un cómplice en movistar.
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