martes, marzo 25, 2008

Superhéroes: ¿quién era qué?

Estaba revisando mentalmente la galería de Superhéroes que conocí de niña a través de los comics y de la televisión. Aquellos seres que tenían doble vida y para salvar al mundo sacaban a la luz su verdadera esencia y acometían grandes hazañas.
Me arriesgué a recordar que la mayoría tenía un trabajo común y corriente. “Vivían” en el mundo real interrelacionándose con los vulgares mortales y porqué no, enredándose con ellos.
Superman era Clark Kent, un periodista tímido, cuatrojos, enamorado de Luisa Lane. El Hombre Araña era Peter Parker, también era periodista gráfico -debe haber algo con esta profesión-. La Mujer Maravilla era secretaria (creo) y trabajaba para el gobierno norteamericano –de la bandera se había hecho su traje-. Batman era Bruno Díaz pero ahora que recuerdo bien, debió haber vivido de sus rentas porque nunca vi en qué trabajaba, vivía en un caserón, tenía un mayordomo –Alfred- y su baticueva era el sótano de su mansión. Su compañero, Robin, más conocido como Ricardo Tapia era un “comechado” pues vivía a expensas de Díaz, quien lo rebautizó como el chico maravilla… sería por algo. Otro caso de aquél que vivía sin trabajar era El Zorro, Antonio de la Vega, un hacendado que había heredado las tierras de su padre.
No obstante hay uno que recuerdo y que es anónimo por completo, nómade, etéreo, misterioso y como bien su nombre lo indica, solo. El llanero solitario…enmascarado, vestido de blanco como su caballo. Iba acompañado de Toro (tan solo no estaba) un indio (una suerte de Sancho Panza sioux) que le decía Kimosabi y la verdad es que nunca supe qué significaban esas palabras –a lo mejor le decía su vida y milagros y todos tranquilos-. Este héroe me daba pena, no tenía vida, trabajaba full time las 24 horas al día. Cabalgaba por las llanuras gringas, bajo el sol castigador y no se le caía ni el sombrero, camisa fashion pegada al cuerpo, manga larga. Era obvio que él se lavaba la ropa, reconociendo que era un ‘master of the universe” puesto que para poder mantener la camisa sin arrugas a pesar de las peleas y revolcones en la tierra tenía que tener varias horas de vuelo sobre una tabla de planchar. O sea, un hombre moderno, independiente, metrosexual, adelantado a su tiempo.
A él, mi homenaje por encima de todos los superhéroes de mi infancia ¡Arre Plata!

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