Para reconocer que uno tiene un problema se necesita mucha valentía. Es muy fácil seguir viviendo sin enfrentar las cosas y sin pensar en el daño colateral que le hacemos a los demás, sobre todo a nuestra familia.
Una persona a la que quiero realmente mucho, me dio permiso de hablar de su problema. Yo agradecida y con todo el respeto y cariño que merece considero que hacer una reflexión de ello es importante, aunque sean unas pocas líneas.
Ser alcohólico es una suerte de castigo individual y sobre todo familiar. Más aún, reconocerlo debe ser terrible puesto que ello implica mirar hacia atrás y ver todo lo vivido, lo desperdiciado y lo echado a perder. A la vez, es entender que cada día que pasa sin tomar es ganarle a la vida y ganarle a la tentación de volver a malograrte la vida de nuevo, por decir lo menos. Repito: ES UN ACTO DE VALENTIA.
Hay mucha desinformación al respecto pues se considera que el alcohólico es un “borracho cualquiera” y no se toma en cuenta todos los aspectos emocionales, sociales y familiares que han podido condicionar a que hayan personas que dependen de esta droga social. A ello agregado el problema que la sociedad celebra, fomenta, motiva, condiciona a las personas a consumir y consumir. A mí me da risa con qué fuerza se ha se ha condenado el tabaco y no pasa así con el alcohol. Habría que ver cuál es el índice de muertes por la nicotina y cual es el índice de muerte por abuso de alcohol: accidentes de tránsito, manejo de armas bajo efecto del alcohol, suicidios, sin contar: matrimonios fallidos, etcétera.
Aplaudo cada día a esta persona que lucha contra ella misma y que me inspira a escribir este “post”: la admiro, la quiero más, y a la vez trato de “acompañarla” a la distancia, hasta donde ella me permita. Cuenta que asistir por primera vez a AA fue espantoso, duro, doloroso, y sin embargo hoy reconoce que ha encontrado el soporte que necesita, la vitamina diaria que la ayuda a seguir luchando y que le ha permitido ver la vida de otra manera. No es una persona perfecta, ni lo será, tiene mil y un defectos pero una simpatía, inteligencia y sobre todo fortaleza inimaginable (más de lo que ella cree) y aunque a veces dramatiza todo ello forma parte de su personalidad: enorme. Vive cada día y sabe que en esas veinticuatro horas tendrá que enfrentarse a un monstruo que la perseguirá eternamente y tendrá que fortalecerse siempre para combartirlo. Hay pues una familia que ha sufrido, hay una familia que se recupera. ¡Bravo por ello!
Una persona a la que quiero realmente mucho, me dio permiso de hablar de su problema. Yo agradecida y con todo el respeto y cariño que merece considero que hacer una reflexión de ello es importante, aunque sean unas pocas líneas.
Ser alcohólico es una suerte de castigo individual y sobre todo familiar. Más aún, reconocerlo debe ser terrible puesto que ello implica mirar hacia atrás y ver todo lo vivido, lo desperdiciado y lo echado a perder. A la vez, es entender que cada día que pasa sin tomar es ganarle a la vida y ganarle a la tentación de volver a malograrte la vida de nuevo, por decir lo menos. Repito: ES UN ACTO DE VALENTIA.
Hay mucha desinformación al respecto pues se considera que el alcohólico es un “borracho cualquiera” y no se toma en cuenta todos los aspectos emocionales, sociales y familiares que han podido condicionar a que hayan personas que dependen de esta droga social. A ello agregado el problema que la sociedad celebra, fomenta, motiva, condiciona a las personas a consumir y consumir. A mí me da risa con qué fuerza se ha se ha condenado el tabaco y no pasa así con el alcohol. Habría que ver cuál es el índice de muertes por la nicotina y cual es el índice de muerte por abuso de alcohol: accidentes de tránsito, manejo de armas bajo efecto del alcohol, suicidios, sin contar: matrimonios fallidos, etcétera.
Aplaudo cada día a esta persona que lucha contra ella misma y que me inspira a escribir este “post”: la admiro, la quiero más, y a la vez trato de “acompañarla” a la distancia, hasta donde ella me permita. Cuenta que asistir por primera vez a AA fue espantoso, duro, doloroso, y sin embargo hoy reconoce que ha encontrado el soporte que necesita, la vitamina diaria que la ayuda a seguir luchando y que le ha permitido ver la vida de otra manera. No es una persona perfecta, ni lo será, tiene mil y un defectos pero una simpatía, inteligencia y sobre todo fortaleza inimaginable (más de lo que ella cree) y aunque a veces dramatiza todo ello forma parte de su personalidad: enorme. Vive cada día y sabe que en esas veinticuatro horas tendrá que enfrentarse a un monstruo que la perseguirá eternamente y tendrá que fortalecerse siempre para combartirlo. Hay pues una familia que ha sufrido, hay una familia que se recupera. ¡Bravo por ello!
2 comentarios:
Un alcohólico,es una enfermedad del cuerpo y del alma.
Los alcohólicos son ángeles heridos por la vida.
Son seres con una gran sensibilidad, que requieren grandes dosis de amor y desprendimiento.
Lamentablemente pocos los entienden y los ayudan, y casi nadie los acompaña de una manera sostenida, por su propio tipo de vida.
No hay que juzgarlos. Hay que hacerles sentir que no están solos. Conversar con ellos. Una simple sonrisa puede ser la diferencia cuando se está en el fondo oscuro del pozo.
Hay que hacerles sentir, que su humanidad está intacta, que son valiosos, que los amamos, y que algún día serán libres.
Ojoavizor
Efectivamente, y por ello hay que estar a su lado.Ellos también necesitan gente valiente que los apoye.
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