Uno de los aspectos que más me ha apasionado de la literatura es que a veces, al cerrar un libro me quedo pensando en que si esas historias fuesen reales qué pasaría con algunos personajes. O igualmente, cuáles fueron las historias pasadas, qué se queda en la mente del narrador que no nos lo cuenta todo.
Algunos escritores han resuelto algunos de estos enigmas a su manera. Borges, por ejemplo, en el cuento La casa de Asterión nos habla del minotauro encerrado en el laberinto, aquél que mató Teseo. Un bello texto en donde podemos sentir la soledad de este ser mitológico. Igualmente, hay otro cuento del mismo autor Biografía de Tadeo Isidoro Cruz en el que habla también, de un personaje que aparece en el famoso Martín Fierro de José Hernández.
No obstante, hay algunas historias que se nos quedan inconclusas, nos provoca desazón o curiosidad el saber qué pasó con algunos personajes. Por ejemplo: ¿los Capuleto y los Montesco siguieron peleando? ¿Lara nunca volvió a ver a Yuri Zhivago? ¿Cómo vivieron Ulises y Penélope después de veinte años de separación? ¿Juan Pablo Castel siguió pintando? ¿Quedó algún descendiente de los Buendía? ¿Alicia no creció con traumas infantiles?
Tal vez por respeto al autor, algunas de estas preguntas se quedan divagando en cerebros que se hacen las mismas preguntas que yo. Tal vez, algunos toman del maravilloso y extenso mundo de la cantera literaria la materia prima adecuada para seguir trabajando y creando historias que no terminan de cansar. Otros lectores no se lo cuestionan, simplemente cierran el libro y con ello le ponen punto final a ese universo único que un determinado autor ha logrado crear y que nadie más debe tocar, se respeta como un monumento sagrado.
Algunos escritores han resuelto algunos de estos enigmas a su manera. Borges, por ejemplo, en el cuento La casa de Asterión nos habla del minotauro encerrado en el laberinto, aquél que mató Teseo. Un bello texto en donde podemos sentir la soledad de este ser mitológico. Igualmente, hay otro cuento del mismo autor Biografía de Tadeo Isidoro Cruz en el que habla también, de un personaje que aparece en el famoso Martín Fierro de José Hernández.
No obstante, hay algunas historias que se nos quedan inconclusas, nos provoca desazón o curiosidad el saber qué pasó con algunos personajes. Por ejemplo: ¿los Capuleto y los Montesco siguieron peleando? ¿Lara nunca volvió a ver a Yuri Zhivago? ¿Cómo vivieron Ulises y Penélope después de veinte años de separación? ¿Juan Pablo Castel siguió pintando? ¿Quedó algún descendiente de los Buendía? ¿Alicia no creció con traumas infantiles?
Tal vez por respeto al autor, algunas de estas preguntas se quedan divagando en cerebros que se hacen las mismas preguntas que yo. Tal vez, algunos toman del maravilloso y extenso mundo de la cantera literaria la materia prima adecuada para seguir trabajando y creando historias que no terminan de cansar. Otros lectores no se lo cuestionan, simplemente cierran el libro y con ello le ponen punto final a ese universo único que un determinado autor ha logrado crear y que nadie más debe tocar, se respeta como un monumento sagrado.
por Claudia C.
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