sábado, marzo 15, 2008

Trabajo, familia y culpabilidad

Estoy convencida de que deben haber miles de artículos y libros que hablen del tema especialmente si del género femenino se trata. En tiempos actuales, un alto porcentaje de mujeres combina trabajo con crianza de hijos, administración del hogar entre otras tareas más que le impone la vida (cuando digo impone no lo hago como si se tratara de un yunque).
Pertenecemos a una generación educada para tener una profesión que nos permita ser independientes, hacer lo que nos gusta, lograr satisfacciones personales en el sentido amplio de la frase pero además, muchas veces la economía familiar obliga a tener varios trabajos a la vez, o cumplir con un horario que nos mantiene fuera del hogar hasta entrada la noche.
Tanto papá como mamá terminan pasando mucho tiempo fuera y al volver suele verse dos grandes tipos de escena. Hay otras más, estoy tomando una muestra, por si acaso.
a) La tensión ocasionada por el día laboral, convierte el ambiente hogareño en un área intolerante, sin lugar al descanso, irrespirable.
b) Se cede en todo para evitar un problema en el ambiente familiar.
Me interesa este último.
Aquí salta la culpa, y generalmente es más grave en las mujeres. Al ser dotadas por la naturaleza de la tarea maravillosa de ser madres, una se ve en la obligación de hacer milagros para establecer un balance, entre el trabajo y la crianza de los hijos. (ver publicación de Los platos chinos) Sin contar con ser esposa, amiga, amante, y mujer. Pero el tiempo no alcanza, y a veces hay que optar. Hay otras mujeres que deciden dejar de lado trabajar (su condición económica se los permite -además de su psique-) y se dedican por entero al cuidado de su hogar. Pero ello tampoco es una garantía de lograr el equilibrio del que estamos hablando.
La famosa leyenda urbana de calidad de tiempo vs cantidad de tiempo no es del todo una premisa convincente puesto que por un lado, a veces la calidad está llena de culpa y por lo tanto damos rienda suelta a crear/ criar un (varios) dictador(es) que está acostumbrado a recibir, en la mayoría de los casos, un agotado SI como respuesta a sus requerimientos. Por otro lado, la cantidad se enreda en sí misma y está llena de desaciertos.
Recuerdo una antigua película que presentaba una relación entre abuela (ama de casa), madre (ejecutiva) e hija (universitaria). Entre las tres se había creado una dinámica de ataques, culpas, venganzas, rencores y demás. En un momento la madre le dice a su hija cuando ésta última le reclama sus ausencias: No hay ninguna garantía en la crianza. Yo tuve una madre 24 horas al día, NO por eso soy menos neurótica que tú...
Hay que buscar el balance, y en la búsqueda equivocarnos y corregir. Creo que en la crianza de nuestros hijos también vale la pena recordar ese viejo dicho de: ni tan lejos que se enfríe, ni tan cerca que se queme.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es un tema muy espinoso. Pero creo que después de haber sido, y sigo siendo, una working mother, la cantidad es tan importante como la calidad. Los hijos cuando son chicos lo que quieren es que la mami esté ahí. Punto. Claro, que si además te lee cuentos, juega contigo, te escucha, te apachurra y todo eso, mucho mejor! pero aun cuando la mamá esté ocupada en otras cosas, quizás hasta trabajando desde su casa, el hecho de que esté ahí, es lo que les gusta. Creo que a todas las mamás trabajadoras nos queda siempre una pequeña (o gran) culpa. Y también tienes razón que ese tiempo "casero" tampoco garantiza la feliciad total de los hijos ni el de la mamá.