Entendemos por este pecado capital como aquella actividad que consiste en ingerir en exceso comida y bebida. A ver… ¿quién tira la primera piedra? Difícil decirlo mientras alucino con un pedazo de panetón navideño con mantequilla, o un atracón de helado, comer lo que sea con salsa huancaína o empujarme una bolsa de snickers con un placer ENOOOOOOOORME!
No obstante, mi religión no me lo permite, y no me refiero a la prohibición impuesta por la Sacro Santa Institución Eclesiástica Románica Apostólica (SSIERA) y demás hierbas. Me refiero a que la gula y la balanza no hacen un feliz matrimonio, y menos la gula con mi jean negro que creo que me queda bien. ¿Qué hago? Peco y después limpio mi alma/ mi cuerpo vomitando… no resultaría una mala idea si no supiéramos a dónde nos puede llevar esta insana actividad.
¿Qué hago? Me empujo el pecado capitalísimo y soy feliz antes, durante y después… y ¿al día siguiente, en señal de penitencia, hago ayuno? Esta solución suena más lógica y menos divorciada de la SSIERA …mmm!
Les cuento que el gran Dante, en su magnífica obra La Divina Comedia, castigaba a los golosos parándolos frente a árboles cuyos frutos eran imposibles de alcanzar y por lo tanto terminaban sufriendo de hambre ad eternum.
Creo que mi panetón, mi helado y mis snickers están ahí la mayor parte del tiempo.
No obstante, mi religión no me lo permite, y no me refiero a la prohibición impuesta por la Sacro Santa Institución Eclesiástica Románica Apostólica (SSIERA) y demás hierbas. Me refiero a que la gula y la balanza no hacen un feliz matrimonio, y menos la gula con mi jean negro que creo que me queda bien. ¿Qué hago? Peco y después limpio mi alma/ mi cuerpo vomitando… no resultaría una mala idea si no supiéramos a dónde nos puede llevar esta insana actividad.
¿Qué hago? Me empujo el pecado capitalísimo y soy feliz antes, durante y después… y ¿al día siguiente, en señal de penitencia, hago ayuno? Esta solución suena más lógica y menos divorciada de la SSIERA …mmm!
Les cuento que el gran Dante, en su magnífica obra La Divina Comedia, castigaba a los golosos parándolos frente a árboles cuyos frutos eran imposibles de alcanzar y por lo tanto terminaban sufriendo de hambre ad eternum.
Creo que mi panetón, mi helado y mis snickers están ahí la mayor parte del tiempo.
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