Pensaba en cómo solemos pasar los domingos hasta la hora en la cual el lunes se nos avecina y nos amenaza con las garras del trabajo y el stress.
Mucha gente tiene ciertas rutinas a las que no se puede dar el lujo de abandonar ni por un momento, unas porque es pecado, otras porque resultan una herejía familiar: por ejemplo ir a misa o realizar visitas familiares.
Cada ser humano, o cada familia establece sus propias dinámicas en un día en el que la gran mayoría tiene varias horas del día a dedicarse al ocio y no al negocio ( del latín nec – occio : negar el descanso)
Por ejemplo, sería interesante ver cuántos hacen compras todos los domingos, o acuden a los centros comerciales. Ni qué decir de la afluencia a cuanto restaurants existe, el Delivery hace su agosto los domingos y a cualquier hora del día, puesto que ese día la anarquía se hace presente hasta en los relojes. Se desayuna tarde, y se almuerza más tarde todavía.
No obstante, a eso de las 6 pm, se siente una atmósfera diferente (en mi hogar se percibe hasta por los poros): el lunes nos empieza a amenazar, hay que revisar las cosas pendientes para el día siguiente. La angustia de la semana que se viene empieza a estresarnos así como los buenos planes que podemos tener en ella. Y luego sabemos que serán casi seis días en donde una oscura rutina nos trague para darnos una corta tregua de un domingo cualquiera.
Mucha gente tiene ciertas rutinas a las que no se puede dar el lujo de abandonar ni por un momento, unas porque es pecado, otras porque resultan una herejía familiar: por ejemplo ir a misa o realizar visitas familiares.
Cada ser humano, o cada familia establece sus propias dinámicas en un día en el que la gran mayoría tiene varias horas del día a dedicarse al ocio y no al negocio ( del latín nec – occio : negar el descanso)
Por ejemplo, sería interesante ver cuántos hacen compras todos los domingos, o acuden a los centros comerciales. Ni qué decir de la afluencia a cuanto restaurants existe, el Delivery hace su agosto los domingos y a cualquier hora del día, puesto que ese día la anarquía se hace presente hasta en los relojes. Se desayuna tarde, y se almuerza más tarde todavía.
No obstante, a eso de las 6 pm, se siente una atmósfera diferente (en mi hogar se percibe hasta por los poros): el lunes nos empieza a amenazar, hay que revisar las cosas pendientes para el día siguiente. La angustia de la semana que se viene empieza a estresarnos así como los buenos planes que podemos tener en ella. Y luego sabemos que serán casi seis días en donde una oscura rutina nos trague para darnos una corta tregua de un domingo cualquiera.
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