miércoles, diciembre 31, 2008

El terror a la página en blanco

El inicio de un año se presenta como un cuaderno nuevo: todas las páginas en blanco para ir escribiendo miles de proyectos, promesas, sueños y otros avatarares que los meses vayan trayendo. Es curioso, mi amiga Imelda me regaló hace unos días un cuaderno. Me conoce, sabe que me gusta escribir y que va más allá de lo que publico semana a semana. Es una necesidad, una pasión. Precisamente ese lindo detalle fue el que me motivó a escribir este post.

En marzo, soy un habitual testigo del momento en que mis alumnos abren el cuaderno nuevo, al inicio del año escolar, tienen en su mente la decisión (y sé que es una firme decisión) de hacer bien las cosas, ser ordenados, ponerle ganas, ser mejores que el año anterior (o menos malos)... La voluntad (como la carne) es débil, y de hecho, a medida que pasan las semanas la rutina, la flojera, la manada y cuanto distractor puede existir convierten a ese cuaderno nuevo en un universo desordenado y caótico en el que los dueños de la información son ellos y nadie más; casi, casi el laberinto del fauno.
Así se nos presenta el año nuevo, como el cuaderno en blanco, y para algunos ello puede representar el terror a la página en blanco que sufrieron grandes autores: ¿y ahora qué carajo digo? Algunos vemos el año y nos decimos: ¿y ahora cómo carajo vivo?

Preguntas que en la medida empecemos a escribir la hoja de vida del 2009 podremos resolver.

¡Buenos deseos y buena onda de esta bloggera!

viernes, diciembre 26, 2008

Del por qué perdí a mis amigos

Termino el año pensando en las particulares relaciones amicales. Siempre he dicho que lo que más aprecio de mis amigos es que a pesar de todo, sigan a mi lado.
Sin copiarme el título de una de las novelas de Jaime Bayly, me puse a pensar en los amigos que aparecieron y desaparecieron en determinadas épocas de mi vida, aquellos que perdí. En realidad, confesaré que estuve pensando más en las razones por las cuales desaparecieron y decidí hacer una lista de las causas ya sean ridículas o importantes.
Aquí algunas:
A los 8 años perdí una amiga porque le impuse exprimir limones para hacer limonada y me dijo que no le gustaba, me molesté con ella, ella conmigo y nunca más nos invitamos.
A los 17 perdí una amiga porque no era lo que yo creía.
A los 19 perdí una amiga porque me dijo que le daba más importancia a mi enamorado que a ella.
A los 20 perdí a una amiga porque una amiga de ella y un amigo mío tenía “algo” que terminó y nosotras cometimos el error de tomar partido.
A los 30 perdí varios amigos porque me cambié de trabajo. No obstante, conservé los maravillosos.
A los 35 perdí a un amigo porque se casó con una tarada.
Sobre los 40 perdí un amigo porque le prestamos dinero, también perdimos el dinero.
¿Qué complicada es la amistad,no?

lunes, diciembre 22, 2008

Mericrismas 2

Hace un año escribí el primer MERICRISMAS de este blog. ¡Cómo pasa el tiempo! Decidí por ello en la misma fecha, sacar la versión 2008.
Repito una vez más: soy el Grinch, no tengo espíritu navideño. Es cierto que termino alineándome (y alienándome también) con la corriente para evitar broncas, conflictos y peleas con la gente que no me entiende y que asume una actitud intolerante, cerrada y ridícula frente a mi postura.
Tengo una prima a la que quiero mucho que adora la Navidad, justamente me envió hace unas semanas un mail en el que me recomendaba con un brillante humor negro que me comprara el Aromatizador de Ambiente de fragancia Aromas Navideños. A lo que yo le contesté rápidamente: ¿Qué? ¿Huele a reno? Ambas nos reímos a morir.
Ya estoy enronchada, escucho a los toribianitos todo el día y lo peor de todo es que su maldita tonada se queda pegada en mi cerebro y hasta termino tarareando “vamos pastores vamos…” Además, estoy tentada de crear un Club de ANTIFANS de estos pequeños individuos de saquito rojo, especialmente después de prestar atención a la letra del villancico en tonada de huaracha llamado Navidad de los pobres que versa: ...solo una canción para regalar, la sonrisa para empezar, porque es muy pobre la Navidad. Navidad de los pobres qué Feliz Navidad...
¿Pueden creerlo? ¡¡¡Gravol a la vena, right now!!! ¡¡¡Grandes dosis, grandes dosis!!!!
No obstante, como buen ser humano, soy contradictoria: fantaseo con el panetón con mantequilla en litros y todo aquello que "mi religión no me permite"*.
Les confieso también que los regalos navideños me encantan y de hecho también al Grinch: por algo se los robaba .
MERICRISMAS para todos.
* ver publicación Es casi una experiencia religiosa

jueves, diciembre 18, 2008

Amor a primera vista

Existen los amores a primera vista, tú lo ves y quedas prendada de él para siempre. George… por ejemplo. Sin embargo, este amor del que les voy a hablar es diferente, digamos que menos carnal. Buscaba algo, en mi mente me imaginaba un espacio que llenar, un vacío al que había que resucitar, darle vida. No sabía exactamente qué quería, qué podría satisfacerme, cómo podría ser capaz de establecer un vínculo comunicativo entre una imagen y una mediana sensibilidad que tengo para el arte. Quería un cuadro, pero tenía que ser eso: un amor a primera vista. No obstante, el asunto acarreaba un problema, ese chispazo tenía que compartirlo, no podía tomar una decisión yo sola puesto era para toda la vida, JC tenía que estar involucrado…. o al menos podía hacerle creer que lo estaba…. –dicho sea de paso, no fue necesario-.
Mi creativa, optimista, buena onda y sobre todo, generosa amiga Patricia Laos, me llevó a su taller –después de que la jorobé días enteros para ver cuándo íbamos- y luego de pasar por el laberinto del fauno, ella entenderá a qué me refiero, subimos por una escalera y llegamos al paraíso.
Empecé a avanzar... y en eso, sobre el lado izquierdo apareció: una explosión de color, un ir y venir de trazos, unas pinceladas de óleo llenas de luz, llenas de energía contagiante, naranjas, verdes, rojos, marrones, un crisol de colores indescriptible: todo en casi dos metros cuadrados. Esto es lo que quiero, pensé. No quiero ver nada más. Lo quiero para mí.
Así deben ser las relaciones que tienen las personas con el arte, un choque eléctrico de sensaciones indescriptibles, inefables.
Tuve suerte, JC compartió el sentimiento. Es más, fue él quien me motivó a escribir esta publicación puesto que ambos nos sentimos muy identificados con lo que el cuadro representaba: un nuevo inicio.

lunes, diciembre 15, 2008

No tan impotentes frente a los prepotentes

Con el paso de los años me estoy poniendo intolerante para algunas cosas y más tolerante con otras. Sin embargo, una las situaciones en las que siempre siento que mi sangre hierve e inclusive se me llega a hacer un nudo en la garganta de la indignación es cuando me cruzo con alguna persona prepotente y no puedo hacer nada frente a ello.
No obstante, la vida es generosa conmigo y a veces me da la oportunidad de evitar que me sienta impotente con esa calaña de gente y logre tener una suerte de triunfo único y personal con el que me siento bien satisfecha, no lo voy a negar. Puede ser una tontería, puede ser un engreimiento de mi parte, pero en ese momento me siento bien y me es suficiente.

Situación:
Estoy en el supermercado, veo mi ticket para esperar pacientemente mi turno para hacer mi pedido de embutidos. Llegó el momento esperado, y cuando el muchacho que atiende va a decir OCHENTICUATRO, un sesentón con pinta de creerse de treinta eleva su hormonal voz de mandato y dice:
EL: ¡Dame medio kilo de jamón de prensa, ahorita que estoy apurado! (nótese que sin decir por favor, disculpe, permiso, o cualquier otro sinónimo que muestre la evidente educación que debía haber recibido por el Rolex que tiene en su muñeca).
YO: (saliendo medianamente de mi asombro y entrando en una acalorada indignación) Disculpe señor, ¿no estaban atendiendo por números? -cara del muchacho incómodo, sentimiento de “entre la espada y la pared”-.
EL: Oiga (a mí, desde luego). ¿Acaso le estoy hablando a usted? Le hablo al chico –tono enérgico, tipo: "no seas ridícula, soy the best of the best"- .
Estoy en shock, tomo aire, me pongo seguramente roja, miro al muchacho con cara de asombro, él me mira a mí con cara de disculpa y mi cerebro empieza a maquinar a la velocidad de la luz.
YO: (lanzando previamente un suspiro y tomando un tono condescendiente, bien, pero recontrabien v o c a l i z a d o) ¡Ay Dios! ¡Si hay gente estúpida en esta vida!
EL: (indignado, furioso, herido) ¡Oiga, qué se ha creído!
YO: (plena, aguda y desde luego potente): ¿Acaso le estoy hablando a usted? Le hablo a Dios.

¡TOUCHE!

jueves, diciembre 11, 2008

Promesas de amor

por un meñique
Hay promesas de amor que se realizan y no se cumplen; hay promesas que uno cumple parcialmente; hay otras que se renuevan en el día a día; aquellas que duelen; aquellas que se respetan con valor y sacrificio, aquellas que nacen y mueren con los propios protagonistas; aquellas que nunca se dijeron; aquellas que no debieron decirse; aquellas que se guardan con el tiempo y quedan olvidadas.
Cada uno tiene, guarda, conserva en el corazón promesas de amor. Algunas se recuerdan con tristeza; otras con melancolía; otras con una herida en el corazón que no termina de cicatrizar; otras con rabia; otras siguen manteniendo una especie de magia que a pesar de todo las conserva, vivas.
Tanto en la literatura como en la música he escuchado promesas de amor valiosas, especialmente logradas, bellas, dolientes, cálidas, humanas. No obstante, cada vez que escucho esta canción de Miguel Bosé creo que si tuviera que prometer de nuevo mi amor, me la robaría:

En el frío y en el calor,
lo bueno y lo malo.
En la luz y en la oscuridad,
tú y yo siempre abrazados.
Una isla para los dos
en medio del mundo
y una mínima habitación
será suficiente universo.
Que nos lleve el amor por donde quiera
él sabrá dónde ir...
Yo sólo sé desde ahora
que te amaré mientras respire.

Lloverá sobre la ciudad
mil lluvias, mil años
pero nada podrá borrar
el sándalo de nuestras manos.
Que nos lleve el amor por donde quiera
él sabrá dónde ir...
Yo sólo sé desde ahora
que te amaré mientras respire,
puede pasar cualquier cosa
yo te amaré mientras respire

lunes, diciembre 08, 2008

El placer de EDUCAR

Decidí hacer un concurso basado en otro en el que yo había participado unos meses atrás: El placer de leer. El concurso original seleccionaba unos veinte artículos y los publicaría junto con otras tantas fotografías basadas en la misma idea. Por razones de “derechos de autor” no puedo publicar mi texto en este Blog hasta que el libro no sea público.
Entonces, con esa misma idea se me ocurrió convocar a un grupo de alumnos a escribir qué significaba “El placer de leer” y aquellos que quisieran podían además concursar con una imagen relacionada. Tuve excelentes propuestas de trabajo y ahora que ha terminado el año escolar quisiera compartir con ustedes el talento de dos maravillosas alumnas que además me dieron su permiso de publicar su trabajo.
Testimonios como estos son mi leit motiv diario.
Edito aquí un fragmento del trabajo de Alejandra Pizarro Choy y la foto pertenece a Mariana Pareja Pérez del Solar. ¡Mis campeonas!

("Inesita lectora " Mariana)

No recuerdo cuál fue el primer libro que leí, aunque me parece que debería recordarlo, siendo aquel el que me impulsó a seguir leyendo durante todos estos años. Sí recuerdo muchos libros, cada vez con menos dibujos, que pasaron por mis manos durante mi etapa escolar. Recuerdo también la emoción de encontrar aquel libro perfecto para mí, o la continuación de esa serie que me gustaba tanto. Así son los libros, conjuntos de letras, palabras, oraciones, párrafos, instantes e historias.
Mi placer de leer y probablemente la razón más importante por la que leo es simple: escapar. Desde pequeña me di cuenta que un libro te acoge en un mundo nuevo, diferente, te abre las puertas a las mentes de otras personas. Aprendí que a través de un libro podía viajar sin pagar pasajes, ver una ciudad nocturna sin mis padres al lado, podía hacer lo que el autor me permitiera mientras estuviera como visitante en su mundo. Con un libro en mis manos puedo vivir momentos que no son míos, pero que fueron creados para mí, para aquel lector que se atreva a abrir el libro y adentrarse en una historia donde él no es el protagonista, pero que cada sensación es sentida por él. A través de un libro puedo alejarme de lo que está a mi alrededor, de los problemas mundanos que hayan, de la tensión, de la presión, de la monotonía.
("Mi placer de leer" Alejandra)

viernes, diciembre 05, 2008

Antes y después

I
Es 1978 tengo 15 años, mi madre se molesta conmigo porque he estado toda la tarde en la calle y no le he avisado que llegaba tarde. Me grita, no me deja darle explicaciones y me dice que me cambie rápido porque quiere que la acompañe a misa… que si tengo algún plan que lo cancele.

No le pude decir que el Bussing (la 59) no llegaba y me tuve que venir caminando y los pies me revientan.
No le pude decir que no había ni un teléfono público para llamar y que el que encontré no tenía línea.
No le pude decir que me comí una copa Manolo’s que venía con una luz de Bengala en la punta.
No le pude decir que me fui a ver Fiebre de sábado por la noche y que me tuve poner maquillaje, tacos y cuanto hay porque era mayores de 18 años y no me iban a dejar entrar.
No le pude decir que me habían invitado a un “pijama party” en la casa de mi amiga Patty de apellido XYZ y que ahora que la quiero llamar para avisarle que no voy a ir, no hay línea. He tenido que dejar el auricular descolgado y paso de vez en cuando a ver si ya puedo hacer la llamada.
No le pude decir que no tengo ganas de acompañarla, que no me obligue a ir. Pero me mataría!

II
Es el 2008, alguien tiene 15 años, su madre se molesta porque no la ha podido ubicar por el celular. No le grita (hiere su autoestima) le ruega que se cambie rápido para que la acompañe a… no se me ocurre. La quinceañera HABLA:

Le dice a su madre que Taxi Seguro se demoró, que encima con un tráfico horrible, habían cerrado 58 calles y 34 avenidas.
Le dice que el celular no tenía saldo para llamar y que ...¿qué es un teléfono público?
Le dice que se compró un agua Evian, buenaza.
Le dice que en la casa de NN vieron un montón de películas que acababan de comprar en Polvos Rosados. (incluida una XXX???)
Le dice que sorry, que no la puede acompañar porque se cambia y se va a Gótica, y no sabe si duerme donde Fula, Menga o Zuta (aclaración: todos lo nombres tienen dos sílabas).
Le dice que mañana llame al cole y que diga que se siente mal, porque "anda, no seas mala, estoy un poco estresada con todo lo que tengo que hacer..."
Bye bye mami.

martes, diciembre 02, 2008

Tus hijos no son tus hijos

Micaela y yo nos reímos mucho. Micaela tiene 18 años y yo 45. Micaela es mi hija y redundantemente yo soy su madre. Micaela es mi pata y yo no creo que tanto, repito: soy su madre. Sin embargo, nos reímos juntas, nos reímos de la vida, nos reímos de la gente y seguramente la gente se ríe de nosotros, puesto que somos dos individuas que vamos juntas por la vida y que entre ambas no llegamos a los 3 metros si nos pusieran una encima de la otra, y por eso nos reímos más.
Alejandro y yo nos reímos a nuestra manera. Alejandro tiene 15 años y yo sigo en mis 45. Alejandro es mi hijo y redundantemente yo soy su vieja. Alejandro es mi pata y yo no creo que lo sea, soy su vieja. Sin embargo, como ya lo dije, logramos reírnos juntos, a veces él más que yo y viceversa. Cada uno se ríe de la vida a su manera, nos reímos de la gente y la gente seguramente se ríe de nosotros, puesto que somos muy parecidos y a la vez sumamente diferentes: él es hombre –en todo el sentido de la palabra- y yo soy su vieja.
Micaela alimenta mi autoestima cuando me dice que no estoy gorda y yo alimento la de ella todos los días, con lo cual ambas estamos bien empachadas. Micaela me presta su ropa de la cintura para arriba, aquella que puede quedarme, yo no le presto mucho porque mi ropa es más de tía. Micaela es mi equilibrio cuando me desequilibro y yo no soy equilibrio de ella puesto que, al menos por ahora, no lo necesita.
Alejandro alimenta mi sabiduría y creatividad puesto que la aventura de vivir su adolescencia es un reto diario. Alejandro no me presta nada, pero comparte sus canciones del i-pod conmigo cuando vamos juntos en el carro. Yo le presto mi cds de Sabina, Sui Géneris y algunos clásicos que le gustan. Alejandro es mi desequilibrio y yo no soy su equilibrio porque yo soy… su vieja.