Si una madre realiza un viaje con su hijo adolescente para buscar al padre perdido, es casi casi como la travesía que Juan Preciado realizó a Comala para conocer quién era realmente Pedro Páramo. En este escenario, ubicando a Comala en Buenos Aires, Mateo reconstruye el pasado de su padre y su propio origen. El abandono paterno nunca tiene buenas razones, y eso lo hace innombrable. Ninguna explicación basta, y eso lo hace inexplicable. Si quieres una respuesta, tienes que bajar a los infiernos…como Dante, como Juan Preciado, como Ulises…Una historia realmente sensible, llega a tocar cuerdas emotivas.
La historia que se reconstruye entre Buenos Aires, Bariloche y Bogotá, se entremezcla con canciones de Sui Géneris, Spinetta, la represión, los militares, las torturas y el miedo, el gran miedo de una generación de jóvenes que fueron víctimas inocentes de sus propios pensamientos. Desaparecidos por pensar. ¡No hay derecho!
A Mateo, desde su orilla de adolescente actual, se le complica entender el compromiso político, la huída, la defensa de las ideas, la clandestinidad. Él demanda respuestas a sus continuas preguntas. Puesto que como dice el texto, pasado que no ha sido amansado con palabras no es memoria, es acechanza. Yo agregaría: es una herida abierta.
Laura Restrepo logra una vez más, con esta novela, tocar temas humanos, actuales y a la vez atemporales, esos que siempre están, esos con los que más de un lector puede verse en un espejo.
Los dejo con una cita: Hay cosas que se hacen porque sí –decía Schlink-, porque la conciencia se adormece, se anestesia, es decir, no porque tomamos tal o cual decisión, sino porque lo que decidimos es precisamente no tomar ninguna, como si la voluntad estuviera abrumada por la imposibilidad de encontrar una salida y decidiera parar de pedalear y rodar al ralentí* mientras se lo permisa el camino.
* ralentí: a un ritmo inferior al normal
1 comentario:
me encantó este libro, y la cita de schilink... un regalo.
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