No puedo evitarlo, el sábado pasado que veía en TV la juramentación del nuevo gabinete y contemplaba a lo largo y ANCHO de la pantalla a nuestro devaluadamente amado primer mandatario pensé en lo siguiente: sigo contradictoriamente prendada con la figura del pavo real de triple pechuga. ¡Dios de los Santos Cielos! ¡Santa Cachucha! ¡Recórcholis! Está más enorme que nunca.
No pude evitar quedarme anonadada ante su figura que lo llena todo, ABSOLUTAMENTE todo. Esta tela azul con la que le hacen los trajes deben vendérsela por toneladas; esas corbatas deben tener, de hecho, un ancho especial para evitar que se pierdan en la magnificencia de su panza. Y aún así, tiene el carisma de un encantador de serpientes, Pilar lo contempla con un amor...
Detrás de él, estaba la Bandera del Perú, y yo trataba de calcular quién tenía más centímetros de ancho. Mientras, el pobre Cristo que sirve de testigo para el juramento ministerial se veía más famélico y deprimido que nunca. Seguro que lo estaba, la coyuntura lo ameritaba.
Yo digo: nuestro incomprendido presidente de la República debe encabezar la lista de riesgo de la Gripe AH1N1 por su obesidad. No obstante, les apuesto que este pavo real se ha empujado todos los antivirales que ha podido.
Felizmente, que no tengo un Plasma...
1 comentario:
Juro que esperaba algo se sumo.
Me he reido con ganas.
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