Comenzó el sufrimiento, y aunque los rayos del astro rey todavía no brillan en Lima con toda su plenitud María empieza torturarse en su preparación física y psicológica para el verano.
En este post compartiremos con ella(s) la larga lista de pendientes que tiene en su estival mochila y que cada año se vuelve más pesada:
1. Encontrar la ropa de baño (bikini, dos piezas, whatever) que le asiente, puesto que resulta casi antinatura ir a comprar dicho traje y con el color sushi que uno tiene los últimos días de noviembre o los primeros de diciembre todas, TODAS, TODAS las imperfecciones del cuerpo son patéticamente evidentes. Claro, si María fuera un poquito más inteligente entendería que se deberá comprárselo en abril puesto que el bronceado suele realizar ciertos milagros!
2. Demás hablar de las dietas, masajes, ejercicios y todo aquello que esté a mano para que esos, ESOS, ESOS kilazos extras desaparezcan por arte de magia. El jean invernal ha servido de faja y el monótono negro de su closet han ayudado a disimular esa figura que le devuelve el espejo cercanamente parecida al muñeco Michelín.
3. María maldice las fiestas, los intercambios de regalos, las comiditas, los lonchecitos navideños puesto que justamente sabotean todo el esfuerzo (inútil por cierto) que ella le pone al punto 2. Como diría alguien conocido... ta mare...!
4. Hay que cambiar de corte evidentemente estamos hablando de una zona complicada... Puesto que en el verano a María le queda bien claro que parte de su vello púbico pasa a ser público. Concluye que el estilo soldadesco es el indicado: de paso la balanza le indicará una disminución considerable de peso. Dios fue bien generoso con María en ese aspecto; diríamos inclusive: antojadizo.
5. María es consciente que ahora hay mil y un recursos para no llegar tan cruda a la playa. Se viene preparando de varias maneras. Toma betacaroteno en varias formas, pero lo único que ha logrado es tener las palmas de la mano color sobre de manila. Se echa crema autobronceadora a las piernas, pero la pobre es tan prolija que una pantorilla la tiene naranja con manchas beige y la otra la tiene blanca con otas naranjas... Imaginémos una suerte de dalmata en la gama de anaranjados.
¡Pobre María! No hay estación en la que más sufra que el verano a pesar de la alegría propia que el cielo azul representa.
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